La era de los ‘influencers’ y los likes

APUNTES PARA EL FUTURO
Por: Essaú LOPVI

Este sábado mientras tomaba mi café escuché a tres jóvenes en la mesa contigua. Ya saben tengo oídos de tísico y no me pierdo detalles de nada. Los ilustres debatían entre sí por su popularidad en redes.

Sin que lo mencionaran supe que eran lo que ahora medio mundo conoce como ‘influencers’. Sí la nueva generación de ídolos de niños y jóvenes que se han reproducido como pandemia.

Los hay de todo tipo, razas, clases y géneros. A veces pienso que ya son inclasificables, y cada vez los hay más tontos. Aparecen más denunciando supuestos ultrajes durante sus grabaciones en la vía pública, gritando a los cuatro vientos «soy influencer, soy influencer»  como si fuera una especie de licencia válida para decir, hacer y molestar a terceros.

Yo, vengo de una época donde lo análogo era sinónimo de calidad y no trucos y donde para que la palabra tuviera valor primero había que probar que valías. Y aunque el tema parezca no relevante por ahora, puede que a la vuelta de la esquina entendamos que sí lo era.

Y es que en esta era digital, el encumbramiento de los influencers ha llevado consigo una deformación en la percepción de la influencia social. Desafortunadamente, en este proceso, hemos presenciado la proliferación de influencers cuyo contenido carece de sustancia, eclipsando a aquellos cuyo impacto trascendió en la historia y por generaciones.

Ahora,  la sociedad parece inclinarse hacia la trivialidad y lo efímero. Influencers que protagonizan situaciones banales o comparten opiniones vacías reciben miles de likes y seguidores. La pregunta que surge es si realmente estamos avanzando como sociedad al celebrar lo tonto e intrascendente.

Mientras se eleva a la fama a quienes contribuyen poco más que entretenimiento pasajero, muchos de los verdaderos influyentes que han impulsado cambios significativos para el bienestar de la sociedad son relegados al olvido. Es hora de cuestionarnos si estamos valorando adecuadamente el impacto real y duradero.

Desde un punto de vista muy personal, el dilema radica en que la inteligencia y la profundidad parecen estar destinadas a la extinción social. Los pensadores críticos y visionarios que, en el pasado, desafiaron las normas y propusieron soluciones a problemas fundamentales son ignorados en favor de la frivolidad y el entretenimiento sin sustancia.

El número de «likes» se ha convertido en una medida de validación social, pero ¿qué tan representativo es este indicador de la contribución efectiva de un influencer?, cuando tener likes depende de los mecanismos comerciales que las propias plataformas te cobran para hacerte mayor o menor visible. “llega a más clientes con tal o cual inversión”.

En lugar de premiar la sabiduría y el ingenio, estamos otorgando reconocimiento a lo efímero y lo absurdo.

Desde mi análisis personal, debemos reflexionar como sociedad sobre las elecciones que hacemos al otorgar influencia y reconocimiento. ¿Estamos contribuyendo al progreso y a la mejora de nuestra realidad, o simplemente estamos aplaudiendo la superficialidad? La responsabilidad recae en cada uno de nosotros para valorar y apoyar a aquellos que realmente pueden hacer una diferencia positiva.

Y es que en un mundo saturado de estímulos digitales, es necesario recordar que la verdadera influencia va más allá de la celular o computador. Respaldemos a aquellos cuyas contribuciones trascienden lo efímero, reconociendo que el verdadero cambio no siempre se encuentra en la frivolidad, sino en la profundidad y la inteligencia que pueden ofrecer los verdaderos líderes.