CDMX.- Debido a que no es posible saber cuándo ocurrirá la próxima pandemia, conviene implementar elementos que faciliten la identificación temprana de indicadores clave y advertir sobre cualquier situación potencialmente grave, a fin de articular una respuesta oportuna.

Lo anterior, de acuerdo con Mauricio Rodríguez Álvarez, integrante del Programa Universitario de Investigación sobre Riesgos Epidemiológicos y Emergentes de la UNAM, quien agregó que la única certeza que tenemos de una situación de ese tipo es que, para eso, falta un día menos.

Al participar en el Seminario Cuidados para la vida y el bien común, organizado en el Centro de Ciencias de la Complejidad (C3), de la Universidad Nacional, el también profesor de la Facultad de Medicina consideró que se debe fortalecer el sistema de salud en cantidad y calidad de los servicios, al igual que mejorar las condiciones de su personal.

Al abordar el tema Cuidados en pandemia: reflexiones desde la salud pública, el universitario expuso que en situaciones así, la sociedad cuenta en la actualidad con mayor número de elementos para fortalecer los cuidados en donde más se requiere.

La de COVID-19 no fue una, sino varias emergencias sanitarias que al mismo tiempo cada generación vivió “desde donde le tocó”. Esa enfermedad, continuó, nos invita a repensar las definiciones que teníamos sobre las atenciones en general de la salud individual y colectiva; también en la forma en que nos relacionamos, así como la manera en la que tratamos al planeta que es nuestra única casa posible.

Asimismo, nos hizo pensar en la salud y sus cuidados como un continuo y no solo cuando la afección ataca. “Ahora, más que nunca, debemos levantar la mirada y procurar construir un mundo mejor”. Es decir, desterrar la injusticia, indiferencia, odio, ignorancia, egoísmo, y fortalecer la solidaridad, empatía, tolerancia y la confianza, subrayó Rodríguez Álvarez.

El también vocero de la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia Coronavirus reconoció que en México ha habido avances. La plataforma de la vacuna Patria es lo que nos puede ayudar, en términos reales, en otra situación similar.

No podemos olvidar que durante la pandemia se compraron vacunas en el exterior, porque carecimos de la capacidad para elaborarlas. No había una industria biotecnológica porque se dejó de estimular en los últimos 30 años. “Hasta los cubrebocas se trajeron de China”.

También debemos ser capaces de realizar pruebas para la detección de las enfermedades, contar con los reactivos, al igual que con medicamentos. “Tiene que haber una lista de insumos críticos, que no pueden faltar”.

De igual forma, hay que fortalecer los planes de preparación que había, por ejemplo, para influenza, y trabajar para la reconversión de hospitales en caso necesario.

En opinión de Rodríguez Álvarez, en ocasiones falta información. “Lo que estamos viendo ahora con el sarampión, las dificultades que ha encontrado esa vacuna en los últimos años para ser aceptada en varios países, es a causa de la desinformación”, pero no hay que confrontar ni polarizar.

Este último aspecto, alertó, es dañino; en México lo hemos visto: “que si la vacuna Cansino era China, que si la cubana, que si la Patria”, una serie de desinformaciones y desacreditaciones que terminan impactando a la inoculación en general.

Ante ello hay que generar contenidos. “Lo que hicimos en el Observatorio de Vacunas, en colaboración con el C3, fue muy importante porque tomamos las preguntas de la gente e hicimos artículos e infográficos, y tratamos de mantener la información lo más actualizada posible”.

Rodríguez Álvarez añadió: “debemos servir también para sensibilizar a los líderes de opinión sobre estos temas; decir que usar la vacuna Abdala es como ‘inyectarse agua’ es científicamente incorrecto y socialmente irresponsable, porque se genera desconfianza entre los sectores que se tienen que vacunar”.

En ese sentido, las tasas de vacunación contra COVID fueron bajas en esta última temporada, porque la gente no asistió quizá porque tuvo desconfianza de los biológicos que se aplicaban, o porque no lo estimó necesario. Por eso hay que ayudar a complementar esa información, reiteró el experto.

Algunos desconfían porque la ciencia tiene un proceso natural que consiste en cuestionarse, contradecirse, y no estaban familiarizados con esa “forma de ser”; por ejemplo, cuando al inicio de la pandemia escuchamos que teníamos que lavar todo lo que comprábamos en el supermercado, y después se dijo lo contrario.

Rodríguez Álvarez mencionó que después de ese suceso mundial también hay un sector que tiene más confianza en la ciencia, porque vio los resultados de las vacunas y los tratamientos; además se percató de la diferencia entre las intervenciones producto de ese conjunto de conocimientos, y las que no lo fueron.