Menstruación: la desigualdad de “esos días” y de todos los días

EL ARCÓN DE HIPATIA

Por: Sarai AGUILAR ARRIOZOLA

La semana pasada el colectivo feminista #MenstruaciónDignaMéxico presentó a la Cámara de Diputados una iniciativa de ley para eliminar los impuestos a las toallas desechables o de tela, copas menstruales y tampones.

Estos productos no son considerados por el Estado como de “primera necesidad”, además de que el IVA constituye un impuesto que termina siendo aplicado por una condición biológica no opcional y se considera discriminatorio que otros artículos de esas características gocen de cero por ciento gravamen.

Y este tema que para muchas personas sonó disruptivo o hasta exagerado es un tema silenciado. Y si bien las discusiones han girado alrededor de romper con el silencio en torno a la menstruación y lo que conlleva, o si debemos decir mujeres o personas que menstrúan, olvidamos lo más básico: menstruar no es un lujo opcional. Y la pobreza influye en cómo se afronta este proceso biológico.

La pobreza menstrual es la falta de acceso a productos sanitarios, educación sobre higiene menstrual, baños, instalaciones de lavado de manos y gestión de los desechos. De acuerdo con datos presentados por la UNICEF, mil 800 millones de niñas, mujeres y personas no binarias menstrúan. Lo único que varían son las condiciones en las que lo realizan.

Es un tema estudiado que miles de niñas en todo el mundo abandonan la escuela en la pubertad debido a no tener acceso a compresas, o agua y baños en sus centros escolares. De acuerdo con el Banco Mundial, se estima que en el mundo dos de cada cinco niñas en edad de menstruar pierden un promedio de cinco días escolares al mes por no tener las instalaciones necesarias en las escuelas.

México no es la excepción. De acuerdo con una encuesta online realizada por Always en 2018, aproximadamente una de cada 10 niñas mexicanas falta a la escuela por no poder comprar toallas sanitarias.

“Invertir en una buena gestión de la higiene menstrual para permitir que las mujeres y las niñas alcancen su máximo potencial es una medida crítica para construir el capital humano de una nación a lo largo del tiempo”, explica Jennifer Sara, directora sénior de la Práctica Global de Agua del Banco Mundial (Banco Mundial 10-23-2019).

Y, a pesar de ello, el tema no ha sido prioritario para los gobiernos a nivel mundial. Pocos son los que han promovido y actuado en referencia. De acuerdo con el colectivo Gatitos contra la Desigualdad, “Escocia fue el primer país en dar toallas sanitarias y tampones gratis para todas las estudiantes. Kenia y Canadá (en 2011 y 2015 respectivamente) eliminaron el impuesto sobre los productos menstruales; Francia y Reino Unido lo han reducido al 5 por ciento. En Latinoamérica tenemos el caso de Colombia, que suprimió el IVA a las toallas higiénicas y a los tampones en 2018” (Animal Político, 22-05-2020).

“A los políticos no les gusta este tema porque no es sexy”, dijo la doctora Varina Tjon A Ten, exparlamentaria en los Países Bajos y profesora en la Universidad de La Haya. (The Asean Post 31- 01-2020)

Pero esto no puede esperar más. La igualdad de género implica nuestro acceso a la salud con dignidad, sin tabúes, sin que menstruar sea un lujo. No es un tema privado sino de la agenda pública de los gobiernos garantizar una #MenstruaciónDigna. La menstruación no es indigna. Lo que debería de manchar de vergüenza es no garantizar una agenda en salud reproductiva digna.

 

Columna publicada con la autorización de @saraiarriozola