BAJO FONDO

Decisiones

Alberto Llanes

A todos nos pasa. Llega el momento en nuestra vida que tenemos que tomar decisiones. Decisiones que no sabemos si serán o no las mejores, pero las tenemos que tomar. Desde decisiones drásticas hasta decisiones sencillas. Elegir tal o cual estilo de vida. Tal o cual libro. Equipo de futbol. Tal o cual materia (según sea la que más nos guste), estilo de música, comida, en fin, la lista es interminable.

Juan Villoro, voz de toda una generación dice que uno, cuando ha tomado la decisión de irle a tal o cual equipo de futbol, no podemos cambiar y tenemos que irle hasta al final, con todo, así sea el peor equipo de la historia. Esa fue nuestra decisión y debemos afrontarla.

Siempre estamos tomando decisiones, cuál carrera estudiar, por cual camino ir para dirigirme a la escuela, cuál mi color favorito, mi candidato a dirigir el rumbo de México. Lo único que no podemos elegir es a la familia. Elección y decisión entonces van de la mano.

No podemos elegir tampoco el nombre que nos tocará llevar el resto de nuestra vida y el de nuestra muerte, pero lo tenemos que sobrellevar sabiendo que la muerte es eterna. Desde hace mucho siento y veo que la educación en México está en las manos equivocadas.

Los programas de la SEP no funcionan desde hace mucho tiempo y entonces nos dicen que propongamos, mi propuesta va en torno a empezar por enseñar, en el caso de la literatura, las letras contemporáneas para tener bases suficientes y poder llegar a leer a los grandes clásicos de la literatura universal, la SEP lo hace al contrario y ni siquiera el maestro, ese que está frente del salón de nuestros hijos, primos, parientes, el que dirige su enseñanza, está lo suficientemente bien capacitado como para explicarnos, ahora sí que con cebollas o limones o el elemento que quieran; manzanas, la historia del Quijote de la Mancha o las peripecias de Odiseo o La Ilíada.

No podemos elegir a nuestros maestros o a los maestros que le tocan a nuestros hijos en la escuela que, cosa curiosa, hemos elegido para que curse sus estudios básicos (las demás escuelas, secundaria, bachillerato, licenciatura, las tendrá que elegir él o ella según sus gustos y aptitudes y según la escuela se adapte o no a esos mismos intereses), nosotros entonces tenemos que ayudarlos en el aprendizaje de las letras, cumpliendo como dicen, con el ejemplo.

El libre albedrío nos tendrá que acompañar siempre incluso para elegir qué estilo de café es de mi agrado o si tomo o no tomo café. La elección es nuestra y debemos confrontar sus consecuencias, de ello dependerá el futuro, fracaso o éxito de lo que elijamos, teniendo en cuenta que las decisiones no siempre favorecen a alguien o a nosotros mismos, pero se tienen que tomar y debemos salir avante de ellas.

El sábado 18 de agosto me tocó asistir al registro del doctor Juan Carlos Yáñez para concursar por el puesto a rector de la Universidad de Colima, quien dirija a nuestra máxima Casa de Estudios durante los próximos cuatro años; atrás entonces quedarán y quedan los yerros y los aciertos de su antecesor, Miguel Ángel Aguayo López, quien se tuvo que enfrentar a causas y consecuencias durante su, todavía hoy, mandato dirigiendo a la comunidad universitaria.

Todos los participantes merecen todo mi respeto y reconocimiento, estar mencionado o en el toma y daca para ser nuestro representante como líder máximo ya es digno de respeto. No todos tienen el privilegio de serlo. Apoyo al maestro y doctor Juan Calor Yáñez porque creo que el rumbo de la Universidad de Colima tiene que ser el rumbo de la academia, el de la verdadera humanidad, el de la educación, repito, no desdeño a ninguno de los participantes a ocupar la máxima responsabilidad como universitarios que somos, no, al contrario, mis loas para cada uno de ellos y ella, sin embargo, creo que el doctor Juan Carlos Yáñez se ha preocupado por algo que a mí también me preocupa, la educación.

Me llama sobremanera la atención que, por medio de la lectura de su libro, artículos, ensayos y podcast o aportaciones radiofónicas, pude conocer a personajes como Díaz Barriga, Paulo Freire y Fernando Savater, sólo por mencionar a tres, que su pasión es la educación y su ideal va enfocado a ese rubro.

La clave para salir de verdad de la crisis es la educación, por eso creo que la educación está en las manos equivocadas y lo confirmo ahora que, primer día de clases, me tocó asistir a una escuela primaria de este hermoso estado, donde escuché comentarios, vi acciones y forma de organización de algunos profesores, que dejan mucho qué desear a lo que uno poco a poco ha ido aprendiendo en este largo trotar por la vida.

Esperemos que en clase sean mejores y no generalizo porque hay maestros muy buenos y muy malos, como en todo y la educación no sólo depende de ellos, sino de uno que también tiene que poner su granito de arena con los muchachos. Una escuela bonita o fea, no hace buenos o malos estudiantes, uno que los guía bien o los encauza mal. Yo tomé la decisión de apoyar a Juan Carlos Yáñez en este proceso, nadie me dijo, ni me llevó a punta de arma hasta el evento para hacerlo, no, fue y es mi decisión, entera, solita de mí.

Por su parte, el doctor Juan Carlos Yáñez decidió participar en este proceso, decisión de él, entera de él, no le aconsejé yo ni mucho menos. Esperemos que ambas decisiones sean las correctas, las adecuadas, por mi parte creo que sí, porque veo con sumo interés su pasión por enseñar, su vocación, lucha y trayectoria por mejorar (primero de manera personal) y ahora en conjunto, con nuestra Universidad de Colima. Enhorabuena por esta decisión que hemos tomado y sea el tiempo y el destino los que digan la última palabra. Mi admiración y respeto para todos los participantes y que gane el mejor y ese mejor, que trabaje por ésta, nuestra alma máter.

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