Se hizo historia… y la historia apenas comienza

El Arcón de Hipatia

Por: Saraí AGUILAR ARRIOZOLA

El domingo y ayer se hizo historia. Pues contra todo afán por minimizar la marcha y señalamientos negativos desde la conferencia matutina a cargo del Presidente de la República, las mujeres nos hicimos oír.

A las 16:30 horas, tiempo de la Ciudad de México, en la marcha del 8 de marzo por el Día Internacional de la Mujer, las manifestantes seguían arribando al Zócalo capitalino. Hasta ese momento las cifras oficiales contabilizaban más de 80 mil mujeres. Cifras extraoficiales hablaban de hasta 200 mil. Con incidentes aislados, predominó la civilidad.

Pero el reclamo no fue terso.

El domingo fue un día de alzar la voz. El lunes, de hacer que la ausencia de las mujeres y su silencio hicieran el vacío a la sociedad que ha permitido y con indiferencia se ha hecho cómplice de la violencia estructural hacia las mujeres.

Y ahora, ¿qué sigue?

Tras semanas de estar inmersos en debates sociales promovidos por mujeres del mismo gabinete donde se cuestionó desde la legitimidad de la convocatoria, o la promoción de esquirolaje por los hombres mismos, como la del doctor John Ackerman, o intentos por minimizar la importancia, como el del Presidente que aseguró “ni siquiera tener en cuenta la fecha”, las marchas y el paro se llevaron a cabo.

El objetivo de visibilizar la causa y generar conciencia de la necesidad de alzar la voz, a botepronto, se puede considerar logrado. De acuerdo con una encuesta publicada por Reforma, realizada a finales de febrero, el paro contaba con más del 70 por ciento de aprobación de la población y el 41% de las mujeres estaban considerando parar. Falta el conteo final. No obstante, sería una cifra alejada del histórico 90% conseguido en Islandia 45 años atrás. Aunque para México, una sociedad con un machismo profundo y estructural, sería un hito.

Pero el después es lo que nos debe preocupar. No son pocos quienes cuestionan la eficacia de las protestas sociales, no sólo en la población sino entre académicos.

Para los investigadores Nick Srnicek y Alex Williams, la protesta social es necesaria, más no suficiente. Se corre el riesgo de que se convierta en una simple moda o experiencia de vida. Para ellos, en cualquier problemática estructural, incluido el patriarcado y la violencia, es necesario pasar de la indignación a la formulación de objetivos y alternativas viables de solución y a la exigencia a través de los cauces adecuados a las autoridades.

Otros de los posibles factores que desalientan a los participantes en protestas y activismo es que, sumidos en la era de la instantaneidad, en estos movimientos las respuestas no son inmediatas.

“Los efectos pueden ser a largo plazo”, fue lo que mencionó el profesor David Graeber, de London School of Economics, al programa de la BBC The Real Story.

”Vivimos en una cultura de gratificación instantánea, así que a menos que la legislación cambie al día siguiente, tendemos a pensar que las protestas han fracasado. Por supuesto que no”.

Hoy, 10 de marzo, la situación en números sigue igual. En apariencia nada cambió. Pero sí lo hizo el ánimo social. Es vital no dejarlo caer. No bajar las manos.

Que si bien para el Presidente la violencia contra la mujer no es su batalla prioritaria, como él mismo lo mencionó, sino que es la corrupción, que esto no nos saque del reflector.

Que sepa que no callaremos hasta que haya acciones que den respuesta a las necesidades de todas las mujeres mexicanas.

La lucha no tiene matices políticos. No es una lucha contra su gobierno, señor Presidente, sino una batalla por nuestras vidas, porque en las fosas donde las mujeres terminan muertas y vejadas no hay distinción entre las que votaron o no por la 4T. En este 10 de marzo, el camino apenas inicia y en este camino no podemos dejar más muertas.

AL FONDO DEL ARCÓN

Se denunció en redes el cierre de calles para llegar al Zócalo de la CDMX, haciendo cuellos de botellas y dificultando así el acceso de las manifestantes. ¿Tendrán nuestras autoridades otros datos?

Columna publicada con el permiso de @saraiarriozola