La voz de Fabiola Morales

Crónica sedentaria

Por: Avelino GÓMEZ 

Al asesino de Fabiola Morales nadie lo detuvo. Bajó las escaleras de la planta alta donde cometió el crimen y, quizás una o dos personas, lo vieron aún con la ropa manchada de sangre. Supieron qué hizo. Y no lo retuvieron.

El asesino de Fabiola Morales cruzó la puerta de la casa, salió a las calles del centro del puerto de Manzanillo, quizás caminado, quizás en un vehículo, y nadie lo detuvo. ¿Por qué nadie lo detuvo?

El asesino de Fabiola Morales corrió a esconderse como un bicho, como una alimaña, en alguna parte donde el sol no entra. Quizás alguien sabe dónde está, quizá nadie sabe dónde está. Sólo bichos igual a él saben qué come, qué bebe.

El nombre del asesino de Fabiola Morales se pronuncia en las calles, en las casas llena de indignación, de dolor, de solidaridad, para recordar que hay una voz menos, una hermosa presencia menos en esta ciudad, en esta familia.

El nombre del asesino de Fabiola Morales figura en una carpeta de investigación que, quizás, ahora descansa sobre un escritorio del ministerio. Quizás algún funcionario, o algunos funcionarios, encargados de la procuración de justicia quieren o no quieren, o pueden y no pueden, buscarlo.

El nombre del asesino de Fabiola Morales es ahora una aberración, un accidente del lenguaje, una carga inútil que se lleva de un lado para otro en este y en todos los feminicidios.

El asesino de Fabiola Morales quizás tiene miedo, quizás no tiene miedo, de la justicia que camina con pies de plomo. A lo mejor piensa, a lo mejor no piensa, que con su actos cobardes oscurecieron un poco más a esto que llamamos humanidad. A esta que llamamos nuestra ciudad, nuestra familia.

El asesino de Fabiola Morales quizás escapará, quizás no escapará, de la pena que merece. Un día tendrá que salir de donde está y verá, claro que verá, que la presencia de Fabiola Morales permanece, permanecerá, como esta luz matinal, como toda esta luz, de la que ahora se esconde.

En tanto la justicia llega, y esta ciudad se levanta y asimila todo lo que nos pasa, el nombre de Fabiola Morales nos iguala, nos acerca y compromete. Y de ella tenemos su voz. Pide, pedimos justicia. Porque al pedirla para ella también la pedimos para todas.