Orden Político

 

UNA DE INSEGURIDAD

Por: Luis Fernando Moreno Mayoral

 

9 de la noche. Miércoles. Un grupo de adolescentes platica tranquilamente en una colonia popular. Se divierten. Bromean. e incluso, intercambian experiencias en el ámbito sexual y de trabajo —en ese orden, desde luego— que han tenido en los últimos días.

Uno de ellos ve, a lo lejos, varias camionetas. Todas, a simple vista, del año; en especial, como dijera alguno en voz baja, de narcos. Tenían toda la pinta: negras, con vidrios polarizados y, no podía faltar, con sujetos prepotentes dentro. Son alrededor de tres vehículos. Se bajan siete personas vestidas de negro, con pistola en mano; de grueso calibre, por supuesto.

La Ficha, apodo del sujeto al que buscan los tipos de negro, no tiene escapatoria. Les hace frente a los individuos preguntándoles qué quieren. Recibe, como respuesta, un culatazo en la cabeza. Nadie, ni siquiera los adolescentes que platican a unos metros, dice nada. Es más: son convidados de piedra. Se quedan petrificados; no mueven ni un dedo.

Queda, La Ficha , semiinconsciente. Antes de caer es golpeado de nueva cuenta; esta vez fue, sin embargo, en el estómago: dobla su cuerpo. Y, antes de que se recupere, es levantado por un derechazo en la quijada. Cae de bruces. En el suelo es pateado una y otra y otra y otra vez; no tienen clemencia ni, mucho menos, remordimiento.

Ellos sólo cumplen órdenes: La Ficha se pasó por los güevos los acuerdos y, por eso mismo, tenía que pagar. La golpiza que le dan deja impactados a todos los que, inmutados, ven el espectáculo. Un show de los que se hacían en el Coliseo; sólo que, en este caso, a diferencia de hace muchos años, nadie se divertía ni festejaba la sangre que brotaba de su nariz y de su cabeza. Nadie saca un celular para llamar a emergencias o a la policía. Se quedan congelados. Como si, de repente, hubieran detenido el tiempo y sólo La Ficha y los sujetos de negro pudieran moverse a sus anchas. La Ficha recibe patadas en todos lados: en su espalda, en su abdomen, en su cabeza y, ante eso, nada puede hacer.

Uno de los agresores, después de varios minutos de masacre y golpes y culatazos y, también, escupitajos, da la orden para que se detengan.  

—Y ya sabes, cabrón, que a los de la plaza no les puedes quedar mal. O vendes lo que te damos o te atienes a las consecuencias. La Ficha, aturdido de los golpes, entendió el mensaje: no podía vender droga brincándose a los de la plaza. Hacerlo sería, como le estaba sucediendo en esos momentos, un pase a la muerte. A

hora lo dejaron vivir; luego, quién sabe. Pero, ante todo, comprendió que no debía chapulinear porque, como había ocurrido hacía unas semanas atrás con un narcomenudista que hizo eso, podría ser decapitado. Dejan la advertencia y, antes de retirarse, le avientan una bolsa de droga: medio kilo de cocaína.

La tiene que vender en el tiempo que vendió la última vez: una semana. No puede pasarse; si lo hace, otra golpiza y, esta vez, ni esperanzas de que la cuente. Está en el suelo. Su sangre se mezcla con la tierra y apenas si puede mover sus brazos; se tienta uno y grita de dolor. El público que tiene a unos metros de distancia sigue sin moverse; sorprendidos, sólo se miran los unos a los otros.

Sale, por fin, la esposa de La Ficha. Lo auxilia y, con el apoyo de una de sus hijas, lo lleva al interior. Voltea, la mujer, hacia los adolescentes que, todavía estupefactos, no atinan a hacer nada. Les dice enojada: —¡Qué chingados miran, pendejos! No son buenos ni para ayudar a mi esposo. ¡Qué poca madre! Se lleva a La Ficha a rastras. Cierra, tras de sí, la puerta. El sonido retumba por la colonia. Las camionetas, a lo lejos, giran a la izquierda en la avenida. Cumplieron su misión. Si eran solicitados, de nueva cuenta actuarían. Para eso les pagaban. A gûevo que sí.

TODO ESTÁ BIEN. NO PASA NADA

La narración no es, en sí, ficción; es, simple y sencillamente, lo que sucedió hace unos meses en la capital del Estado. Y de ello no hubo, siquiera, registro alguno. Claro: aquí no pasaba nada. El problema que enfrenta la Procuraduría General de Justicia del Estado es que, a falta de elementos preparados y capacitados en el combate al crimen organizado, los delincuentes se aposentan en la entidad y dan espectáculos que sólo en lugares como Tijuana o Michoacán o Sonora se ven; pero que, en Colima, era impensable hacía unos años.

Bueno: si sucedían al menos eran expertos en maquillar cifras y hechos y, desde luego, asesinatos en serie. Arturo Díaz Rivera se encontró, a su arribo como procurador, con situaciones comprometedoras; por ejemplo, los arreglos que había con la plaza y algunos líderes de la mafia. No por nada los mensajes que están dejando en cartulinas, sobre todo el que tenía dedicatoria a Díaz Rivera: es más que evidente que, o no cumplió los acuerdos pactados con la delincuencia organizada —lo que, en los hechos, sería bastante cuestionable porque significa que sí había relación con el hampa— o, de entrada, hizo una cruzada contra los maleantes y los asesinatos y decapitados sólo eran una reacción vengativa.

La falta de preparación de los policías, la red de complicidad que hay de algunos mandos superiores con el crimen organizado y, para acabarla de amolar, la ineptitud del personal que se encuentra en las instalaciones de la PGJE son, en efecto, elementos que dan pie a que Colima, otrora la entidad más segura del país, sea, hoy por hoy, un nicho para los asesinos y narcotraficantes.

Y esto, por supuesto, ante la falta de visión del procurador Arturo Díaz y algunos de sus subalternos: están más preocupados por las elecciones que se vienen que por mantener orden y seguridad en Colima. Han desatendido las denuncias que todos los días hace la gente en la Procuraduría y es cada vez más el porcentaje de colimenses que, viendo la inoperancia en la impartición de justicia, prefieren abandonar sus querellas o, en casos más extremos, hacen justicia por su propia mano.

Los decapitados que están apareciendo en diversos municipios de Colima son un ejemplo de lo que se viene: los mensajes que están dejando en cartulinas reflejan el hastío de la gente respecto a los secuestros que se están realizando; a falta de una planeación deciden, sin embargo, actuar por su propia mano.

En Ciudad Juárez ya se está viviendo eso: una organización informó que si las autoridades seguían sin hacer nada ante el problema de los secuestros, iban a matar, por día, a un secuestrador. Dieron un plazo fatal y, al final, ignoraron la advertencia; sucedió, desde luego, lo que nadie quería: comenzaron a matar a los delincuentes.

Este mismo fenómeno es el que Colima no debe imitar. Si bien los narcomensajes dan a entender que los decapitados son delincuentes, no por eso la gente debe estar contenta. Antes por el contrario: debe haber una preocupación porque estos asesinatos —dignos, desde luego, de un recuento en un libro que próximamente el autor de Orden Político hará— se están cometiendo por la displicencia de los que deberían ser los guardianes del orden.

Lo peor de todo es que el propio Arturo Díaz Rivera llegó a pensar que podría ser considerado como candidato a la diputación local o a la alcaldía de Colima. Pero tan sólo el voto de los delincuentes sería suficiente para hacerlo perder estrepitosamente. Y mientras continúe un sujeto de nombre José Luis Pimentel Dávila como parte de la caravana del gobernador —antes fue, en el sexenio de Fernando Moreno, agente del mandatario— la gente que ha tenido la desgracia de toparse con él seguirá desconfiando de la honestidad de sus elementos, máxime si, como ha sucedido, sigue a todo lo que da el tráfico de influencias.

MARTHA LE ENTRA A LA GUERRA

Contrario a lo que señaló hace varios meses en un medio de información, Martha Leticia Sosa Govea ha recurrido, para ganar adeptos y, sobre todo, seguir la línea presidencial del ataque a los tricolores, a la guerra sucia que tanto cuestionó y condenó.

Aunque uno de los periódicos donde escribe la exculpó —como si, con eso, quedara realmente limpia de sus acciones— y aseveró que la abanderada del PAN a la gubernatura del Estado no tenía nada que ver, lo cierto es que el video donde se descalifica al Revolucionario Institucional tiene todo el sello del panismo nacional y, también, del estatal: con el título de Ea ea el PRI se tambalea, Acción Nacional pretende restarle bonos al candidato del PRI y, con ello, abrir la posibilidad de, por primer vez en la historia de Colima, arribar al gobierno del Estado.

Sin ingenio y, más que nada, carentes de creatividad, los asesores de Sosa Govea no repararon en un detalle: el video donde se hace una burla al abanderado tricolor a la gubernatura de Colima es el mismo —sólo que modificado en una mínima parte— que utilizaron en Sonora.

Huelga decir, desde luego, que al que se golpeaba salió, al final, triunfador, no obstante que, como sucede en la entidad colimense, la canción haya retumbado en internet y en algunas estaciones de radio y de televisión. Y es que, simple y sencillamente, los panistas no encuentran la manera de tumbar al candidato del PRI; en especial, porque el tema del narcotráfico en la política no le funcionó al dirigente nacional del PAN ni, mucho menos, a los aspirantes del tricolor, comandados por Fernando Moreno Peña, que intentaron utilizar ese asunto en el proceso interno para ver la posibilidad de que no fuera ungido.

No les funcionó en ese entonces, como seguramente no surtirá efecto en la campaña que se avecina. Por más que los panistas difundan todo lo que quieran esta canción —se tiene detectado, por ejemplo, que del propio equipo de campaña de Martha Sosa Govea se está reenviando el video por internet, llegando, incluso, a la cuenta de periodistas afines al proyecto de la senadora con licencia— no tendrán, en los hechos, el resultado esperado.

Lo malo de este asunto es que varios de los destinatarios de este tipo de correos es gente que a uno de los abanderados —Mario, en este caso— le dice que está con él y, de buenas a primeras, en sus escritos deja entrever una cosa muy distinta, que es, desde luego, un apoyo ferviente a Martha Sosa Govea. Y, claro está, se entiende la jugada: nadando de a muertito pretenden continuar en la nómina sin hacer nada; empero, se llevarán una sorpresa cuando, en el momento de las definiciones —como los que están con Dios y con el diablo o, más terrenal, los que sirven a dos amos— no queden bien con ninguno de los dos.

Esa será, a grandes rasgos, la tónica que se verá en los próximos días, sobre todo cuando los panistas vean que por nada del mundo lograrán detener el ascenso en las preferencias electorales de Mario Anguiano Moreno.

La guerra sucia a través de internet, los power point que tienen como objetivo desacreditar personalmente a los candidatos y, en especial, el apoyo que tendrán del Diario de Colima no serán, apostando pesos contra tostones, suficientes para derribar una candidatura consolidada y que va por todo para que el Revolucionario Institucional, pese a los constantes señalamientos de los que han visto perder sus cuotas de poder, se mantenga en el poder durante otros seis años más.

sdaydep@hotmail.com  

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