TAREA PÚBLICA

La confianza se gana

Por Carlos Orozco Galeana

En México la confianza de los ciudadanos hacia los partidos políticos y los diputados es inferior al 20%, y sólo un 34% confía en la autoridad electoral. Estas cifras indican un déficit de aprecio hacia las instituciones democráticas y sugieren que es vital una transformación de las prácticas políticas para evitar una crisis mayor de legitimidad en el país.

Abonan y muy bien a esa percepción las periódicas informaciones sobre la ineficacia de los legisladores y aún más su indiferencia hacia el cumplimiento de obligaciones básicas en asuntos estratégicos y de índole común frente a sus representados, así como la conformación de listas de candidaturas donde aparecen nepotes de los gobernantes en turno en todos los partidos. Por eso están desacreditados.

Pero la desconfianza de los mexicanos no sólo se refiere a la “clase política”, sino que afecta a todo el tejido social y a las relaciones interpersonales: el 70% afirma que “no se puede confiar en la mayoría de las personas”. Además, sólo 36% confía en el gobierno de su estado y apenas el 30% tiene confianza en el gobierno municipal. Los mexicanos recelan del legislador, del alcalde, del político, pero también del maestro (desconfía de ellos el 44%), del cura (45%), de los demás ciudadanos de a pie. Estas cifras surgen del Informe País del Instituto Electoral de México sobre Calidad de Ciudadanía levantada en 2013.

A nivel Colima, hay una lucha política por ganar la confianza de los electores. Pero hay quienes se esmeran en ganarla con ideas, compromisos y pronunciamientos, en tanto que hay otros que basan su estrategia en organizar recitales y bailes donde se bebe, y no agua, a discreción. Ese tipo de políticos a los que les gusta compartir sus aficiones por las bebidas etílicas, no nos gusta. No es ejemplo para los jóvenes.

Los colimenses exigimos gobernantes sanos mental y físicamente, capaces y bien dotados para resolver problemas y armonizar a la sociedad con sus actos rectos, y en tal perspectiva hay poca tela de donde cortar. Se percibe, por encuentros con sus compañeros militantes, iniciativa privada, maestros, jóvenes, obreros, productores agrícolas, y en barrios, que el priísta Ignacio Peralta, con aquellos y otros atributos, sigue ganando adeptos para situarse delante de las preferencias ( 43%) , muy lejano de su contendiente principal, Jorge Luis Preciado, del Pan (23), que sigue optando por la descalificación de sus contrarios, y sin exponer ninguna idea hasta hoy. El canijo hasta engañó a su jefe haciéndole creer que ganará.

La confianza no se gana con chantajes, agresiones ni denuncias sin fundamento, sino con propuestas viables y creíbles, pero sobre todo con estrategias adecuadas que las hagan posibles. Locho, por ejemplo, gano la confianza ciudadana en 2006 y ocupó la alcaldía de la capital e Indira ganó en Cuauhtémoc en 2012. Y en este terreno, nuevamente Ignacio Peralta, con su formación académica, su experiencia y su alto nivel económico- administrativo, aventaja a su oponente azul. Comerá pichón como en el 2009.

Esa confianza se gana y se ratifica en las urnas. El Pri puede presumir a un candidato que genera confianza. La sociedad podría ratificarlo el siete de junio. Los que luchan por la alternancia, están en su derecho y su esfuerzo es respetable, pero el partido que más le pelea al Pri escogió mal a su candidato, a grado tal que ni en su partido, aquí en Colima, tiene consenso. No inspira confianza.

El Pri sigue trabajando como la gran maquinaria electoral que es. Ignacio Peralta suma y suma voluntades. Los últimos son los maestros.

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