TAREA PÚBLICA

ODIO RACIAL

CARLOS OROZCO GALEANA

Estoy seguro de que quienes vieron las imágenes de la periodista de la Cadena de TV N1, Petra Laszló, húngara por cierto, pateando a un hombre que llevaba cargando a una niña en plena escapatoria y luego a una niña que también huía de policías y militares sirios, se mostraron sorprendidos e indignados a la vez porque se supone que un periodista o un camarógrafo tienen que ser neutrales cuando están trabajando en zonas de conflicto, y muy humanos. Ellos tienen como misión servir a las distintas comunidades para informarlas de los acontecimientos en términos objetivos. A lo que se vio, Petra no podría servir a la verdad ni ser creíble acerca de lo que ocurre en las fronteras de Siria, pues su actitud denotó odio racial. ¿ Qué fue lo que inspiró a esa mujer a actuar con esa violencia, a impedir que esas personas se pusieran a salvo y huyeran para proteger su vida. ¿ De qué más sería capaz esa mujer periodista si tuviera otro tipo de responsabilidades, digamos de tipo político, o de mando policiaco o militar, o simplemente de alguna oficina del Estado húngaro?

El tema de la migración se ha mundializado. Actualmente, en Africa y Asia hay movimientos de población singularizados por el afán de sobrevivencia ante la violencia desatada por dictadores o por naciones en guerra. Esas migraciones, preferentemente hacia Europa, son producto de la desesperación, el miedo y la miseria que se vive, y me parece que esa gente tiene derecho a defender su vida y su libertad. Es positivo que los dirigentes de las naciones dialoguen y ofrezcan una salida óptima a esa demanda migratoria.

El Papa Francisco, líder mundial, ha pedido a tales dirigentes proteger a la gente, a ser humanos y comprenderla, y ese llamado está siendo escuchado afortunadamente por países con no muy buena fama en el tema de la discriminación, como Alemania, pero también por Francia, Italia y Estados Unidos, que están abriendo sus puertas para que ciudadanos sirios se inserten en su territorio y aspiren a ser parte de él.

Ese humanismo es el que está haciendo falta. El hombre está renuente en muchas partes a practicar la caridad; el poder y su búsqueda le ha nublado el entendimiento y lo que se ha provocado son guerras, exterminio de inocentes, desplazamientos de población que terminan en muerte durante los trayectos. Los mares son alimentados por la carne de humanos que no tienen otra salida que correr riesgo en su huida. Fue impactante, por cierto, la muerte de un niño sirio que terminó en la orilla del mar y quedó boca abajo sin poder ser salvado por sus padres, aunque ya se cuentan por decenas los menores de edad que mueren en los océanos.

Vivimos una época brutal en la que los poderosos imponen su ley, la Onu es una caricatura para la justicia y el orden internacionales, pueden más los asesinos y el comercio armamentista que sustenta la economía de numerosas naciones que no contribuyen a parar la guerra porque tienen bien aceitado el negocio de las armas, como Estados Unidos, Alemania, Rusia, entre otros más.

Ha de imponerse la visión cristiana que comulga con la paz y el respeto entre los pueblos. Si hay éxodos es porque en los países de origen persisten situaciones de inequidad en la que unos pocos se apropian de lo que a otros pertenece. Hay un capitalismo criminal y grupos de poder convertidos en mafias que envidiaría Al Capone. Los pobres no surgen de la nada, son producto de años de explotación y de malos gobiernos.
Recientemente, fueron víctimas de esa violencia turistas mexicanos por Egipto, que fueron bombardeados desde un avión al ser confundidos con rivales. En los territorios de los que la gente huye persiste la violencia, el odio entre hermanos y las ambiciones por seguir explotando bienes patrimoniales en beneficio de las élites. El que pueda y quiera que ore por la paz, porque decline la maldad y surja, enhiesta, la bandera que la represente. No puede construirse un mundo bueno si los hombres se aparten del camino de la ley y no creen ni reconocen a ningún Dios, dueño de la vida.
El odio infernal que se tienen unos a otros en varias partes del mundo aterra porque esa violencia trasciende fronteras y sus efectos se sienten; se sienten en el corazón de cada persona, de cada familia que la sufre y la lleva para siempre en su corazón. BP

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