Por Balvanero Balderrama García

El regreso a clases se dio en muchas escuelas a nivel nacional. Desde casa, las y los estudiantes, padres y madres de familia intentan atender –cada quien a la medida de sus posibilidades, de las tecnologías disponibles e incluso de las redes familiares y de amistades- de la mejor manera la educación formal.

Habrá quienes puedan hasta destinar un recurso para que una persona guíe en los estudios a su prole; habrá otras más que no tendrán ni siquiera el acceso a las plataformas. En ese péndulo de la desigualdad se mueve nuestro país.

Recientemente resentí en carne propia la carencia de equipo. He batallado con la conexión a internet, como la mayoría, por no totalizar. Cuando estuve con Telmex, muchas veces; hoy navegó con Megacable y no los he tenido, pero apenas estamos en la luna de miel, unos meses apenas, espero que el servicio siga bien y de buenas. Lo que falló fue mi computadora personal, lap top. Dejó de funcionar, no encendió ya.

Con lo anterior mi trabajo en casa se volvió complicado, tortuoso. Eché mano de una computadora de escritorio con menor capacidad y vamos sacando los compromisos con muchas complicaciones, pero van saliendo, no como uno quiere o está acostumbrado, pero caminan.

Imagine usted, por un momento, la preocupación, angustia, desesperación de madres y padres ante la ausencia de todo tipo de recurso para atender que su hija o hijo siga estudiando. Cuando se visualiza y es un discurso aprendido, entendido, interiorizado que lo único que puede apoyar a salir adelante es la educación.

En el 2017 el INEGI publicó que el 58 por ciento de las personas de 7 y más años habían sufrido preocupación o nerviosismo en la entidad; y depresión habían experimentado el 30% (INEGI. ENH 2017). Cuando se analiza por sexo, las mujeres, en ambos casos, lo experimentaron más que los hombres. Posiblemente estos porcentajes actualmente se habrán movido de manera importante.

Aunque no lo crea, hay hogares que no tienen televisión. En las redes sociales se han difundido iniciativas para recolectar aparatos y decodificadores para llevar a las zonas rurales. Una cadena de tiendas de conveniencia, les dicen, difundió que tiene en existencia un teléfono celular con redes sociales por 500 pesos.

Quienes tengamos posibilidades ayudemos a las y los estudiantes. Diversas empresas están ofreciendo internet gratis para ellas y ellos; hay quien lo ofrecen en su casa; otras personas colectan. La solidaridad y corresponsabilidad, la empatía nos ayuda a salir adelante. Si está en sus manos, no lo dude.

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