¿Por qué los cínicos no sirven para este oficio?

Crónica sedentaria

Por: Avelino GÓMEZ

El pasado domingo, como parte del programa de actividades del Tendido de Libros en Manzanillo (13, 14 y 15 de dic.), organizado por el Fondo de Cultura Económica y el Ayuntamiento porteño, se efectuó una charla sobre periodismo y ética.

La charla fue compartida por Pedro Zamora y Adalberto Carvajal. Más allá de inusual la junta de ambos periodistas, cuyas respectivas labores en el ejercicio periodístico muchos conocemos y… —caray, si está levantando la ceja mejor no siga leyendo— (…), la charla fue de sumo interés, sobre todo por el actual contexto en que se ejerce el periodismo en este país.

Dos días después de que Pedro Zamora y Adalberto Carvajal compartieran sus experiencias y conceptos sobre el periodismo y la ética, la organización Reporteros sin fronteras daba a conocer su balance anual sobre las agresiones a periodistas en el mundo. El reporte consigna que México es el país más peligroso, en América Latina, para ejercer este oficio. Asimismo, resalta el alto grado de impunidad que prevalece en las agresiones contra periodistas.

Reporteros sin fronteras hizo un comparativo entre Siria, país que atraviesa por una guerra, y México “un país en paz”: en ambos se han asesinado a diez periodistas en lo que va del año. Peor todavía, en México —dice el reporte— “la probabilidad de que los autores de estos asesinatos sean juzgados algún día es casi nula, ya que el país también se distingue por su tasa de impunidad de crímenes cometidos contra periodistas, que supera el 90%”.

Ahora bien, volviendo a la charla de nuestros periodistas, digo que siempre es provechoso escucharlos decir —en sentido sabinesco— “esta boca es mía” (“Y sal de ahí, a defender el pan y la alegría”… etc.). Tanto Zamora como Carvajal tienen toda una vida ejerciendo el periodismo en Colima. Cada cual tiene su particular forma de abordar el oficio.

Personalmente, siempre me han entusiasmado y, más de una vez, conmovido, los reportajes de Pedro Zamora. Será porque en sus piezas periodísticas se nota la buena fe (que refiere Javier Darío Restrepo), de todo buen periodista. Y por lo mismo no me extrañó que, en su intervención, Pedro Zamora se refiriera en varias ocasiones a Ryszard Kapuściński —quien aseguraba que para ser periodista hay que ser, ante todo, buen ser humano—. Kapuściński, por cierto, en “Los cínicos no sirven para este oficio”, plantea que un periodista debe tener tres cualidades: la total entrega al oficio, el constante estudio y profundización de los temas y, por último, nunca considerar al periodismo como un medio para hacerse rico.

Respecto a esta última condición, Pedro lo expresó con sus propias palabras: “Un periodista no debe aprovecharse de su situación para obtener beneficios personales”.

Adalberto Carvajal, por su lado, es un entusiasta analista político. Ejerce un puntual periodismo de opinión del que no se puede permanecer ajeno, porque demuestra tener información de primera mano sobre temas muy particulares. Sin exhibir cercanías comprometedoras con posibles fuentes, Adalberto expresa, expone y da argumentos (con los que se puede estar o no de acuerdo) sobre esa cosa a la que llaman política, sobre quienes dicen ser políticos y sobre el gobierno mismo. Más todavía: parece que nada se le escapa. Cumple esa condición de estudiar y profundizar los temas que aborda.

Durante la charla, Carvajal hizo foco en la necesidad de retomar el periodismo de investigación y el compromiso de los periodistas con la veracidad. Y se planteó, por razones del contexto político actual, en cómo conciliar el periodismo de izquierda con el periodismo militante (muy en boga, por cierto). “Con la 4T llegó un nuevo modelo de comunicación política”, dijo, refiriéndose a la manera en que el presidente Andrés Manuel López Obrador sale todas las mañanas a plantarse frente a la prensa. Ese nuevo modelo ha repercutido en la disminución del presupuesto de gobierno para medios de comunicación —explicó Adalberto Carvajal—, lo que, aunado con la convergencia tecnológica y el uso de las redes sociales ha provocado “la tormenta perfecta” para el periodismos tradicional.

Como vemos, las ocupaciones y preocupaciones de un periodista no siempre serán las del otro. Por eso vale la pena, además de leerlos, escucharlos.