TAREA PUBLICA
Por: Carlos OROZCO GALEANA
Estoy seguro que cualquier mexicano que escuchó las entrevistas televisivas a varios niños que en la sierra de Guerrero se han armado para enfrentar la ferocidad de un cartel de sicarios que el Estado no ha podido desbaratar en 12 años y que han hecho de la violencia contra adversarios y sociedad civil su modus operandi y su credo, se estremeció al constatar que esos menores tienen un miedo tremendo a la realidad que están enfrentando.
De entrada, y como una respuesta al abandono del Estado, están siendo entrenados en el uso de armas para defenderse a sí mismos y a sus familias, que en los últimos años se han visto mermadas por las balas de los asesinos, dueños de muchos territorios en ese estado conflictivo y casi en ruinas que es Guerrero en el ámbito de lo moral.
Nada menos, en días pasados, ultimaron salvajemente en la región de Chilapa, situada a 50 kilómetros de la capital, Chilpancingo, a un grupo de músicos indígenas que regresaban a sus hogares tras laborar en una localidad vecina. A pesar de que iban con sus instrumentos de trabajo que demostraban cuál era su actividad, fueron atacados con armas blancas y posteriormente calcinados, última modalidad usada de los cárteles sangrientos para deshacerse de sus rivales sin dejar mayores huellas.
Y ¿ cuál creen ustedes que es el discurso del Estado ante la barbarie y la necesidad de defenderse de las poblaciones armando a sus niños? El ya no tan acreditado secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, condenó la forma en que las poblaciones atacadas se están defendiendo no obstante que han estado a merced de los carteles los últimos años. Ni los militares ni los federales ni la guardia nacional se paran por esos lugares porque son peligrosos en extremo. Hasta el diablo tiene miedo de andar por ahí. Eso sí, muy solícitas están las fuerzas armadas persiguiendo y golpeando migrantes en el sur. A ver, si son tan eficaces como alega Durazo que son, ¿ por qué no rescatan a tantas víctimas guerrerenses, que también son mexicanos, de los carteles que les arrebatan la vida y la paz a las familias ?
A mí en lo particular me causó mucha tristeza e indignación escuchar a los pequeños de entre 11 y 13 años decir que tenían miedo ( a la responsabilidad adquirida y a la muerte, seguramente). Durazo condenó a los adultos que han armado a los niños, pero en ningún momento dijo que atenderían los reclamos de protección de esos hermanos desamparados ni tampoco mostró misericordia por esos niños. Seguro que la suerte de estos le vale un cacahuate a la burocracia dorada a la que pertenece.
México es un poco menos México hoy. En muchos territorios no manda el Estado, sino las organizaciones criminales. Policías municipales y o estatales, están infiltradas por ellas y entonces poco puede hacerse a favor de la armonía y la paz.
Estamos frente a un fracaso monumental de la política protectora del Estado hacia sus habitantes. ¿Cómo es posible que, durante años, altos funcionarios sirvan al crimen organizado ante la impertérrita mirada de los más altos jefes como son un gobernador o un presidente de la república y que estos digan que jamás se han enterado de lo que hacen sus subordinados ? ¿ O son o se hacen ?
Requerimos que el gobierno de la 4T avance más rápido y castigue duramente a los funcionarios que se alejaron de sus gobernados y se aliaron por dinero con los carteles facilitando todo tipo de actividades que hoy aparecen, tras el respectivo “tratamiento”, como lavado de dinero.
Es importante que el gobierno de Amlo de un fuerte golpe sobre la mesa y combata a los enemigos de los mexicanos y haga que esos niños en guerra regresen a su vida normal, a su escuela, a su hogar, donde ciertamente hay pobreza pero también el amor necesario para luchar por una vida buena a través del esfuerzo.
Presidente: ordene que la guardia nacional se traslade a los lugares conflictivos, donde la vida no está valiendo nada y se asesina a tantos mexicanos inocentes. De este modo, convencerá a todos que los más pobres, como son los de Guerrero, si cuentan con usted.