LUCRO POLÍTICO

TAREA PUBLICA

Por: Carlos OROZCO GALEANA

Por estos días, en toda la república, se ha expandido la intervención de políticos repartiendo apoyos a sectores de población necesitados ante las dificultades económicas derivadas de las condiciones de salud imperantes. Lo hacen, presuntamente, de buena fe, satisfaciendo necesidades de personas que en estos momentos están impedidos de alimentar y dar estabilidad en sus familias por una drástica disminución de los ingresos. Y lo hacen difundiendo ampliamente las acciones. Como para que se sepa.

Ese auxilio acarrea simpatías a favor de quienes desempeñan ese papel de mecenas de última hora. ¿ Quién se va a oponer a que servidores públicos o representantes populares repartan bienes de consumo inmediato ante tantas privaciones aunque estemos prácticamente en temporada pre electoral? La gente necesitada está ávida de recibir auxilio ante la falta de empleo y la exigencia de pagar servicios e impuestos ineludibles. Y es por ello que no duda en extender las manos para recibir lo que se les da, con más razón cuando son artículos alimenticios.

Pero sucede que algunos otorgan apoyos con fines distintos a los estrictamente humanitarios, y podría darse el caso de que lo obsequiado sea adquirido previamente con recursos de los contribuyentes. Dádivas con este antecedente no tendrían razones ni bases éticas, a juzgar por el dicho de autoridades del Instituto Nacional Electoral, que recién recriminó que políticos entreguen donaciones, despensas y equipos de protección médica para promocionarse en medio de la contingencia pues se trata de “un acto de deslealtad que atenta contra la democracia”. Incluye, en ese juicio, a quienes regalan hasta juguetes, piñatas y dulces, melones y sandías, obviamente con fines electorales pues nada tiene que ver esta dádiva con la crisis sanitaria. Y lo hacen, dijo Lorenzo Córdoba, mandamás del INE, “en bolsas que llevan el nombre del servidor público y los logotipos y colores de sus partidos”.

Aun más, se ha denunciado ante el órgano electoral que los dadivosos graban imágenes de los actos en que se hacen las donaciones y piden a los beneficiarios que agradezcan el apoyo, para después difundir en redes sociales la bondad de esos representantes y servidores públicos.

Yo estoy de acuerdo con Córdoba en el sentido de que la autoridad electoral tiene que cuidar la democracia, que se garantice la equidad y certeza de los comicios, que se juegue limpio y no se aproveche nadie de las necesidades de la gente para escalar al poder. Que lo hagan, digo, de otra forma, cumpliendo satisfactoriamente sus deberes y sin trampas.

Harta chamba ha de tener ya el INE con este tipo de asuntos que denigran la actividad pública. Hay políticos mexicanos que no están acostumbrados a ceñir sus actos a la ley en un cien por ciento. Pocos lo hacen, pero esos pierden elecciones. Recuerdo el caso de un candidato en Colima que luego de perder su elección declaró que se enorgullecía por no haber faltado ni un día a su trabajo ni haber pedido licencia para hacer campaña. Obviamente, me reservo el calificativo que otros le dieron por haber sido tan ingenuo cuando sus oponentes hicieron mil cosas para ganar.

En la fase pre electoral que ya vivimos, los competidores están por exhibir mil artilugios para posicionarse en el ánimo de los ciudadanos. Prepárese pues a conocer a múltiples patronos. Además, hay verdaderos expertos en los partidos que son contratados para ganar elecciones sea como sea. Cada tres y seis años, se aparecen en las oficinas de los partidos como por arte de magia para fungir como asesores (entiéndase, como mapaches ). El dinero, público y de otros orígenes, circula ampliamente en esos tiempos y la verdad es que se cometen delitos que no son detectados por las autoridades, aunque a veces hay excepciones y se anulan elecciones.

México debe proteger su democracia de quienes la perturban con sus triquiñuelas. El INE tiene que ser riguroso para que las elecciones sean impolutas, que ganen los que reciban más votos limpios, o sea aquellos que no son depositados en las urnas a favor de quienes recibieron donativos del Estado y están agradecidos – con razón suficiente – con determinados partidos o colores.

Ha de recuperarse la confianza en la operación electoral, a despecho de quienes quieren acabar con el INE, que a estas alturas está fortalecido pues ha logrado parar las embestidas desde el poder, que desea una institución controlable.

México confía en el INE como institución garante de la democracia. Ese sentimiento se mantuvo porque organizó las elecciones presidenciales pasadas y nadie objetó los resultados. Nada que ver con la época de Luis Carlos Ugalde como consejero presidente, quien no obstante sus yerros, dirigidos o no, tuvo la desfachatez de glorificar con un libro suyo ( Así lo viví ) su participación cuando, en verdad, no se ha diluido aún el fantasma del fraude que llevó al poder a Felipe Calderón en perjuicio del presunto ganador, o sea, López Obrador. Y en ese fraude, algo tuvo que ver Ugalde, que si no !