INVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA

TAREA PUBLICA

Por: CARLOS OROZCO GALEANA

De acuerdo a los resultados del Índice de Desarrollo Democrático de México 2021 Colima se encuentra junto con otras 11 entidades en “Bajo Desarrollo Democrático” (BDD)  según el estudio realizado por el INE en colaboración con el Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPOS), la Unión Social de Empresarios de México (USEM), la Fundación Konrad Adenauer Stiftung (KAS) México y Polilat.

Difundida aquí por el portal Colima Noticias, ese Índice marcó que la democracia en el país cayó 24 por ciento, al pasar de 5 mil 434 puntos en 2019 a 4 mil 138 puntos en 2020.  Yucatán se ubica en el nivel más alto de democracia, mientras que Guerrero ocupa el más bajo de las 32 entidades de la República.

“Sucede en la historia de nuestros países que parece que retrocedemos, que entramos en una máquina del tiempo, en la cual como en las viejas políticas del oeste, las ruedas de la carreta en lugar de ir hacia adelante, van hacia atrás”, valoró  el IDD, durante la presentación del informe.

En tanto, el Instituto Nacional Electoral advirtió que este retroceso “es una evidencia clara de que la democracia y su expresión en sus diferentes dimensiones social, ciudadana, institucional y económica, puede tener retrocesos significativos a pesar de los logros y, dijo, es una señal de alerta de que a la democracia se le debe cuidar en todo momento para evitar que se erosione y eventualmente se pierda”.

El informe, elaborado con cifras oficiales de las entidades federativas y con la percepción de los ciudadanos, señala que sólo el seis por ciento de las entidades del país se ubican en “Alto Desarrollo Democrático (ADD)”, mientras que en 2019 estaba integrado por 35 por ciento de los estados, se trata de Yucatán e Hidalgo. Colima está en el grupo de “bajo desarrollo democrático” junto con 11 entidades. Según ese índice, 8 estados están en un pésimo  nivel democrático y, por supuesto, son 5 del sureste los que engrosan esa fila.

Lo primero que salta a la vista es una faceta de la realidad vinculada a los resultados de elecciones, y cómo se ha movido el poder. Se supone que al darse la alternancia en las entidades  se genera indefectiblemente un desarrollo democrático más amplio porque al margen de los vicios de todo sistema político, los resultados se respetan gane quien gane y pueden darse ciertos cambios aunque no sean de fondo. Cierto, todavía no podemos superar el clientelismo en  el otorgamiento de recursos a diferentes grupos vulnerables a los que se les inhibe en cierto modo a hacer esfuerzos por su cuenta y sumarse a las actividades económicas o educativas.

Pero ¿ por qué esos bajos registros en nuestra democracia, por qué esa tendencia a la baja en un mecanismo que debería irse perfeccionando ? Supongo que es por la falta de aparatos de control de organismos públicos que operan defectuosamente saltándose normas o por el alejamiento de  prácticas democráticas de la empresa privada, por la ausencia de aplicación de las leyes a quienes las violen, por falta de transparencia, porque  las obras no se licitan sino que se adjudican en un 80 por ciento dando lugar a más corrupción, porque los ciudadanos no pueden saber en qué y cómo se gastan los recursos ya que se decreta que  información financiera  sobre determinadas  obras públicas  no puede saberse hasta después de muchos años, claro está, cuando ya venció el cumplimiento de responsabilidades administrativas y o penales.

La democracia tampoco avanza cuando las poblaciones se equivocan con su voto y eligen a los menos peores, a los sin perfil de servidores públicos, a gente que tan luego asume el poder se muestra tal cual es con su costal cargado  de defectos. Y así tenemos cientos, miles de casos quizás  de personajes que no solo cumplen y decepcionan a las mayorías a los pocos meses  de llevar sus encargos ( no podemos deshacernos  de ellos hasta los tres o 6 años, o acaso antes si es que  fallecen, desgraciadamente ), sino que  hacen caso omiso a obligaciones mínimas, como el de brindar siquiera seguridad para una vida  tranquila y de paz y comportarse con su poder al menos decentemente. Y hay  infinidad de funcionarios en todos los niveles que no suelen dar la cara a los ciudadanos para disimular su mediocridad.

No me extraña, entonces, el índice de referencia que nos coloca tan bajo en nuestra democracia y eso que nos gastamos las millonadas en órganos electorales que hacen normalmente su trabajo pero cuyos resultados, y no son su culpa, no transforman a las sociedades como se supone que ocurriría no obstante  ser dotadas de mecanismos e instituciones apropiadas, de funcionarios que sí saben hacer su trabajo  y de contar con una ciudadanía más madura y resolutiva.

Que nadie se disguste, somos lo que somos. Estamos así, en la oscuridad civil, porque así lo queremos. Nuestra democracia no es varita mágica, sin embargo,  para ordenar y guiar la vida social correctamente, pero es el sistema menos malo para no destruirnos unos a otros. Su desarrollo y  su mejora debe continuar. Las dictaduras son su contraparte. Su existencia está vinculada al nivel de conciencia política que un pueblo debe tener, pero  eso  por lo que vemos en muchos lugares no interesa  a quienes  persiguen el poder  y se hacen, luego, con él. Las masas son más manipulables.

Ese desarrollo democrático debe ser acompañado por una  alta dosis de libertad que condense sentimientos, aspiraciones y haga posible  una vida social sin ataduras, capaz de deshacerse de inmediato de todo lo que le produce daños.