FEDERALISMO EN FRACASO

TAREA PUBLICA

Por: Carlos OROZCO GALEANA

El grupo de nueve gobernadores, entre los que se cuenta el de Colima, andan desatados pidiendo respaldo financiero al gobierno federal para, dicen, reforzar la infraestructura de sus estados, hacer frente a compromisos presuntamente irrenunciables y ser fuertes ante las actuales condiciones de salud causadas por el covid. Hay trámites de índole mercantil de la misma raigambre que están haciendo también ante congresos estatales.

Esa lucha de los mandatarios lleva varios meses. Enfrentados al presidente López Obrador, están lejos de ser respaldados en sus peticiones. Mejor dicho, ya les dijeron que no, como al de Tamaulipas, y las respuestas para los demás serán igualmente negativas. La SHCP dio el no a Jalisco y Guanajuato. Ya se olvidó Amlo que, como opositor, cuestionaba al federalismo impráctico porque arrinconaba a las entidades; ahora que es el mandón, cambió de postura.

En este tema hay historias desagradables. Una mayoría de gobernadores están lejos de practicar la austeridad, viven como sultanes, no se bajan de los aviones, adquieren vehículos que cuestan millonadas, comen como descocidos y beben como cosacos. Ponen mal ejemplo, sobre todo ante quienes en esta época no cuentan con ingresos si siquiera para mal comer. Están lejos de practicar la humildad, y eso lo notan los ciudadanos. Se las cobrarán en las urnas.

Pero hay una razón que el poder central esgrime para no congeniar con sus propuestas, y es la de que no hay confianza en que los apoyos que el gobierno federal les daría serían destinados para lo que los gobernadores dicen. Los han “cachado” innumerables veces haciendo lo contrario de lo que prometen a los congresos estatales y a los ciudadanos, y es más fácil que vengan extraterrestres de Marte a visitarnos que hacerlos pagar después por sus desvíos.

De que hay pleito entre Amlo con esos nueve gobernadores, lo hay. No hay confianza, nunca ha existido. No hay colaboración, sino enfrentamientos frecuentes entre las partes. En el caso de Colima, es sabido que el gobernador IPS, fue integrante del equipo económico de Peña Nieto al cual el presidente le tuvo y le tiene tirria enorme. Además, IPS en alguna época no tan lejana, hace unos 15 meses, criticaba políticas federales asiduamente, lo cual sin duda le hizo ganar la malquerencia presidencial. Amlo perdona, pero no olvida, como dicen los desventurados que tienen el corazón insano. Tarde se dio cuenta Peralta que ese no era el camino. Colima perdió. Hablaba el gobernador con base en sus datos y él olvidó que en Palacio Nacional tienen siempre otros muy distintos.

Las cuestiones financieras se han complicado para varios gobernadores que sufren la mayoría de Morena en los congresos estatales, cuyos integrantes, con algunas excepciones,   se han sometido al control federal renunciando a sus ideales y siendo prácticos en extremo. Están con el poder y no se apartarán de él. Y el poder es Amlo. Por ejemplo, el Vladimir no cambiará su posición respecto al crédito que solicita el gobernador porque así se lo ordenaron de muy arriba. Y para gente obediente a la 4T, pues él.

Pienso que ahora si se han topado los gobernadores con un muro muy grande en su camino. En Colima, está pendiente la terminación de una obra muy importante – el C5 – para la seguridad que, según los diputados locales, no es urgente. Y tienen razón, para ellos jamás ha sido urgente hacer algo más que declaraciones para “contribuir” a resolver ese gran pendiente, un rezago que debiera comprometer a todos los sectores empezando por ellos.

Tienen que multiplicarse esfuerzos por la conciliación y el respeto, no podemos seguir así. La buena política obliga. Los gobernadores están en su papel de buscar el bienestar de las entidades que gobiernan, su presión hacia el poder central es formidable, pero las últimas conjeturas de funcionarios y del propio presidente, hacen pensar que las respuestas negativas a sus peticiones son cosa juzgada. No hay, ni habrá más recursos, quizás hasta cuando pasen las elecciones. Pero será demasiado tarde.

Amlo es el dueño del balón. Es ganador de mil batallas y ya está en el terreno electoral pisando fuerte. Ya soltó una perorata amenazante la semana pasada contra los gobernadores que pretendan intervenir en el proceso del año próximo. Se expone a que estos también le respondan lo mismo a pesar de su “alta investidura”. Nuestro federalismo es un fracaso.

Y es un fracaso porque el federalismo tiene que ver más con una lucha de poder entre desiguales que con una voluntad de justicia y paz. Esto se ha recrudecido porque las leyes que rigen el pacto fiscal datan de hace cuarenta años. Hoy son otros tiempos.

Amlo y los gobernadores deben mostrar voluntad para dialogar. Estos últimos    le han demandado al presidente que junto con ellos se encuentre una salida a la crisis que viven las entidades por falta de recursos. Sería plausible que lo hagan sin recriminaciones de ninguna de las partes, mostrando respeto a nuestra Constitución y la determinación de que los acuerdos que se tomen resuelvan los problemas más álgidos en la agenda de los gobiernos.