El niño, el juguete y el capricho

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Por: Rubén PÉREZ ANGUIANO

El gobernador de Nuevo León, Samuel García, está acostumbrado a conseguir lo que desea. Pertenece a esa clase de políticos que logran destacar muy pronto y que parecen tocados por la fortuna para alcanzar sus objetivos. Nacido en 1987, puede presumir una trayectoria meteórica: diputado local, senador y gobernador de Nuevo León.

Es carismático y posee ciertas prendas académicas (algunas puestas en duda, pero las que tiene inobjetables son más que suficientes). Es además muy habilidoso en redes sociales y conecta fácil con los jóvenes. En ello recibe el apoyo de su esposa, Mariana Rodríguez, que tiene talento al respecto y que parece funcionar en buen equipo con Samuel.

El problema es que las trayectorias exitosas pueden llevar a la soberbia, pues cuando las cosas salen bien y se alcanzan todos los propósitos resulta muy difícil adquirir sensatez. Quizás esta historia sea ejemplar al respecto, pues si a un niño se le adula diciéndole que es lindo e inteligente y se cumplen todas sus peticiones y caprichosos, cuando se le niegue un juguete montará en cólera, armará un berrinche estruendoso y desbaratará todo a su paso, cualquier cosa, incluyendo por supuesto al mismo juguete anhelado.

Samuel García vio de repente la oportunidad de ser presidente y vaya que la oportunidad estaba al alcance de la mano: la candidatura más sólida parece grisácea y la alternativa parece no dar mucho más por el momento. Al anunciar sus intenciones competitivas muchos analistas acusaron una manipulación por arrojar a un candidato destinado a bombardear a la alternativa y apuntalar a la candidata más fuerte. Eso puede tener su base verídica, pero las competencias son fenómenos impredecibles y todo puede pasar. Eso lo sabía bien Samuel, que al parecer leyó la circunstancia e intuyó que podría dar una sorpresa.

Y la sorpresa comenzó a dibujarse. De repente la alternativa de Movimiento Ciudadano se multiplicó en las redes sociales y los jóvenes comenzaron a percibir a Samuel García como su candidato. El acelerado crecimiento en pocos días indicaba que en cualquier momento podría posicionarse en la competencia real.

Puede mencionarse algo más: las simpatías parecían alcanzar a ciertos sectores que se sentirían más cómodos eligiendo a un varón y no a una mujer. Samuel sabía de esa posibilidad y por eso en su publicidad utilizaba su nombre, Samuel, resaltando en negritas, el último artículo, “él”, para contrastar con las candidaturas femeninas a la presidencia.

El problema es que este personaje lo quería todo: la candidatura presidencial, claro, pero también seguir controlando la administración estatal. Para eso intentó imponer al gobernador interino, pero el congreso local tuvo otra opinión. Todo eso llegó a un enredo político y jurídico que reveló mucho de la verdadera personalidad del protagonista. Brotaron por allí impulsos conflictivos, connatos de violencia, afanes de imposición, poco sentido republicano y cierto temperamento autoritario en contraste con el discurso público democrático.

El resultado es un galimatías jurídico: Samuel regresó al gobierno y canceló la posibilidad de su candidatura, acusando a todo mundo de algo que fue producto de su propia decisión y de su propio (errático) cálculo.

No se sabe a ciencia cierta quién es el gobernador de Nuevo León en este momento y de ello pueden desprenderse algunas consecuencias jurídicas delicadas, pero lo cierto es que en estos últimos días se derrumbaron sueños, se arruinaron juguetes y alguien reveló su verdadero rostro detrás de la máscara.

 

*Rubén Pérez Anguiano, colimense de 55 años, fue secretario de Cultura, Desarrollo Social y General de Gobierno en cuatro administraciones estatales. Ganó certámenes nacionales de oratoria, artículo de fondo, ensayo y fue Mención Honorífica del Premio Nacional de la Juventud en 1987. Tiene publicaciones antológicas de literatura policiaca y letras colimenses, así como un libro de aforismos.