Despedir a un hijo

Despedir a un hijo
Por: Susana Valencia Preciado

Y… de pronto una mañana me desperté, quise  llamarlo, escuchar su voz, verlo sonreír, abrazarlo y poder sentir el latir de su corazón y ya no estaba más,  sentí el deseo de poder reflejarme en sus ojos brillantes llenos de vida y juventud  pero él, mi niño amado,  ya no pertenece a este plano; CÓMO ES POSIBLE?  Así no debe ser !!!, eso va en contra de las Leyes de la Vida!!!

Se supone que los hijos entierran a los padres no al revés, esto no me puede estar pasando a mí, porqué a mi hijo si era tan bueno,  tenía toda una vida por disfrutar, porqué Dios se lo llevó y me dejo con este dolor tan grande!!!

Una y mil palabras que no terminan de describir ese vacío tan profundo que dejo la muerte de mi hijo, este dolor interminable con el cual hay que sobrevivir día a día, ya no importa mucho si voy o vengo, si estoy o no estoy, solo quiero que este sufrimiento cese de una vez por todas…

“Eres muy fuerte,  muy valiente,  ya pronto va a pasar… cuantas veces mis oídos escucharon esas palabras, cuantas veces por educación di las gracias aunque por dentro mi pecho ardía por gritarles que no soy fuerte que no soporto  vivir un día más sabiendo que mi niño ya no está, que no lo volveré a ver, sintiéndome  culpable de su muerte, si hubiera estado allí, si hubiera visto antes lo que estaba pasando, si yo hubiera….

Como explicar mi sentir a todas aquellas personas que no han perdido a un hijo, que palabra describe el sentimiento de perder un pedazo de mi propia existencia, cuándo de un momento a otro la vida da un giro y nos transforma en mujeres muertas en vida por el inmenso sufrir.

No entienden lo que es convertir en cenizas a la personita que cargue por nueve meses en mi vientre, a la cual planeamos con tanto anhelo y compre su pequeña ropita que usaría el día que salga del hospital y antes de llegar a casa hacer una parada en la iglesia dando gracias por haber llegado a alegrar nuestra vida, a la cual vi crecer y disfrute cada instante, no saben lo que es enterrar una parte de mí, a quien yo creí que pasaría  a mi lado lo que tuviera de vida, todo se va en ese cajón, donde puedo mirar su rostro con ese semblante sin expresión, como si estuviera dormido a través de ese cristal.

Que saben de conformarse con fotos, de mirar hacia la puerta esperando  a que vuelva,  de pedir un último día, de suplicar por un último beso, un abrazo que no termine jamás, y poder expresarte  cuanto te amo hijo mío, de pedir que aparezca en mis sueños, de esperar una llamada, un mensaje.

Y esas fechas en las que mi niño las convertía  en momentos muy especiales, mi cumpleaños, el día de las madres, navidad  su cumpleaños etc, ese momento cuando lo despertaba a primeras horas con las mañanitas de cepillin, con su pastel y vela encendida, refunfuñaba porque no le gustaba ser despertado, pero al final sonreía feliz de ser celebrado.

Y así, nos cambió la vida  de un momento a otro la pérdida de la personita que con tanta ilusión esperamos una vez, ya no habita más en su cuarto, éste  ha quedado vacío, solo sus camisas de la escuela, su tenis desgastado y cuadernos con tareas por entregar, se fue para no volver…

Esta historia se repite cada vez con más frecuencia, podemos ver caras de mujeres tristes, ausentes, aisladas, como queriendo evitar momentos que lleven a invocar el recuerdo  que tengan que ver con su hij@ que ya no está más, solo quien ha vivido la pérdida de un hijo podemos identificarnos por ese andar pausado, por esa sonrisa sostenida.

Para determinar con exactitud la palabra duelo citare  lo que el Instituto Mexicano de Tanatología A.C. nos dice: “El duelo es ese estado de pensamiento, sentimiento y actividad que se produce como consecuencia de la pérdida de una persona amada o algo significativo para nosotros, asociándose a síntomas físicos y emocionales. La pérdida es psicológicamente traumática en la misma medida que una herida o quemadura, por lo cual siempre es dolorosa”.

La superación de la muerte de un ser querido pasa por  un proceso psicológico conocido como elaboración del duelo, el cual  se debe  atravesar por sus diferentes etapas que no necesariamente tienen un orden, en el que la persona experimenta diferentes estados emocionales que la llevan poco a poco a recuperar el equilibrio emocional para poder vivir con el dolor de la perdida tan significativa, pero sin estancarnos en el sufrimiento, evitando con ello convertirlo  en un  duelo complicado o crónico.

La psiquiatra y escritora Elisabeth Kübler Ross fue una de las mayores expertas en esta materia, y elaboró las cinco etapas del duelo las cuales muchos psicólogos coincidimos y trabajamos en ellas con nuestros paciente acompañándolos en cada fase.

La negación que no es más que rechazar la realidad de la situación y negar la pérdida es bastante frecuente en el momento en que la noticia de la misma impacta sobre nosotros. A pesar de lo corriente que es esta fase, es importante que la persona no perdure en ella durante mucho tiempo, pues si no será incapaz de iniciar su duelo.  En este momento la persona no está preparada para soportar todo ese dolor y por ello debe negar cierta información hasta que poco a poco pueda ir  canalizándola. El sentimiento extraño de no poder volver a ver o a estar junto a su ser querido hace que se encuentre en un estado grande de desconcierto e incredulidad tal, que incluso pueda llegar a sentir que se trata de una pesadilla o que es algo temporal.

La ira  ésta etapa comienza cuando la negación hacia la pérdida del ser ya no es posible pues es evidente y una realidad. El sentimiento de rabia o ira puede ir dirigido hacia el ser que ha fallecido, familiar, amigo e incluso hacia uno mismo. El dolor es tan grande que uno se plantea la injusticia de esa situación e incluso puede llegar a cuestionarse el porqué de la existencia, la religión, sus creencias, etc. Esta ira es necesaria que se manifieste porque ayudará al proceso de superación.

La negociación  esta etapa se puede dar antes de la pérdida, pues la persona afectada busca todos los medios necesarios para que no se produzca. Hacer un “trato” con algún poder superior para que la persona que se encuentra en fase crítica no fallezca a cambie de algún tipo de sus actos, conductas o estilo de vida, es uno de los mecanismos de defensa que se pueden activar.  El deseo o la ilusión es volver al tipo de vida de antes, donde los pensamientos giran en torno a qué se podría haber hecho para que la situación que se está viviendo no se produjese, y por ende, evitar nuestro dolor.

La depresión es la etapa donde los sentimientos de tristeza, incertidumbre, vacío, dolor, impotencia, irritabilidad y miedo ante la situación venidera invaden a la persona pues está comenzando a aceptar la situación. Además, quien la padece, cree que esto durará para siempre, y a pesar de que este hecho no es cierto, es imprescindible pasar por esta etapa.

La aceptación en ella el doliente comienza a aceptar esa pérdida, comprendiéndola y entendiéndola como parte de la vida. Reflexiones sobre el sentido de la vida y la aceptación de una vida sin la persona fallecida, permiten poco a poco comprender y activar nuevos mecanismos para encontrarse bien en el mundo sin esa persona.

De acuerdo a la definición anterior y sus diferentes etapas,  podemos entender que el proceso de  duelo se vive no solo con la muerte, sino también por la desaparición de la persona, la pérdida de salud física emocional y mental, así como también  la libertad misma; la situación social que se vive no solo en colima, sino en todo México, la violencia y la  inseguridad, cuando salimos a diario para realizar nuestras actividades y ya no regresamos,  el consumo de productos procesados que ocasionan desnutrición y/o enfermedades por el alto contenido de sustancias cancerígenas o de dudosa procedencia, alto consumo de azúcar, grasa o sal generando enfermedades metabólicas, y algo más lamentable, la disminución o ausencia de valores en las familias, provocando con ello afectaciones emocionales donde nuestros niños y adolescentes se convierten en víctimas o victimarios.

Según el informe elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es la principal causa de enfermedad y discapacidad entre los adolescentes de ambos sexos de edades comprendidas entre los 10 y los 19 años.

Las tres principales causas de mortalidad entre los adolescentes a nivel mundial son los traumatismos causados por el tránsito, el VIH/sida y el suicidio. Se estima que en 2012 fallecieron 1,3 millones de adolescentes en todo el mundo. Esta cifra ha ido en aumento año tras año.

Los traumatismos causados por el tránsito son la primera causa de muerte entre los adolescentes a nivel mundial, así como la segunda causa de enfermedad y discapacidad. Los varones se ven afectados de manera desproporcionada, y su tasa de mortalidad es más de tres veces superior a la de las mujeres. Un mayor acceso a medios de transporte público fiables y seguros puede reducir los traumatismos causados por el tránsito en la población adolescente. Las normas de seguridad vial (por ejemplo, los límites en materia de velocidad y alcoholemia), la construcción de zonas peatonales seguras en las inmediaciones de las escuelas y los sistemas de concesión de permisos de conducir graduales, en los que los conductores noveles van adquiriendo derechos de manera gradual, pueden contribuir a reducir los riesgos.

A nivel mundial, la depresión es la primera causa de enfermedad y discapacidad en este grupo de edad, y el suicidio ocupa el tercer lugar entre las causas de mortalidad.  Según varios estudios realizados, una de cada dos personas que desarrollan trastornos mentales presentan los primeros síntomas a los 14 años de edad. Si los adolescentes con problemas de salud mental reciben la atención que precisan, se pueden evitar muertes y un sufrimiento de por vida. Es en este punto donde padres de familia, maestros y psicólogos o en su caso psiquiatras debemos trabajar conjuntamente para disminuir el riego de salud mental,  el consumo de drogas y detectar  conductas de alto riesgo como desahogo a su situación emocional.

Según algunas estimaciones, el número de defunciones relacionadas con el VIH en la población adolescente está aumentando,  en un momento en que el número de muertes relacionadas con el VIH está disminuyendo en los demás grupos de población. El VIH es actualmente la segunda causa de muerte entre los adolescentes a nivel mundial.

Gracias a la vacunación infantil, la mortalidad y la discapacidad causadas por el sarampión entre los adolescentes han disminuido de manera pronunciada. Con todo, las enfermedades infecciosas comunes en las que se han centrado las intervenciones dirigidas a la población infantil siguen siendo una causa de muerte entre los adolescentes. Así, por ejemplo, la diarrea y las infecciones de las vías respiratorias inferiores son actualmente la segunda y la cuarta causa de muerte entre los adolescentes de 10 a 14 años de edad.

En lo que respecta a la salud emocional nos corresponde a nosotros los Psicólogos aportar nuestro granito de arena, brindando el apoyo profesional que nuestros niños, adolescentes y también los adultos requieren, brindando asesoría psicoeducativa desde las aulas en las escuelas, labor social en comunidades y redes sociales.

Sabemos de antemano que la muerte es inevitable, que todos en algún momento pasaremos por esa etapa, pero entenderla desde el  punto de vista como un proceso natural, que no somos las únicas mujeres las cuales hemos perdido físicamente a nuestros hijos e hijas, identificarnos y apoyarnos reconociéndonos en el mismo dolor, guiadas por los profesionales de la salud emocional es el objetivo disminuir el sufrimiento que conlleva la muerte.

El COPSI (Colegio de Psicólogos del Estado de Colima) cuenta con profesionales en la materia, tanatologos expertos que te acompañaran en el proceso de sanación emocional.

Y para finalizar puedo agregar… SOLO UNA COSA PUEDE SER PEOR QUE LA MUERTE DE MI HIJO, Y ES NO HABERLO NI SIQUIERA CONOCIDO.

CON TODO MI AMOR DEDICADO A OSCAR IVAN GARCIA VALENCIA.

 

Reseña profesional
Lic. Psicología (universidad vizcaya de las Américas)
Maestría en Psicoterapia Cognitivo Conductual (Centro de Psicoterapia Cognitiva).

Diplomado en Victimologia (Universidad de Guadalajara)

Diplomado en Tanatologia (Centro ECUME de yucatán).

Diplomado en Terapia de Esquemas ( Centro de Terapias de la Conducta CTCC)

Diplomado en Primeros Auxilios Psicológicos ( Instituto Nacional de Neuroeducación).

Trabajo actualmente en el IMSS en el área de estadística Médica .

Y Consulta Privada.