CIVISMO

¿QUÉ VIENE?

Por: Sean Osmin  HAMUD RUIZ

Sin duda en Colima nos impactó el asesinato del juez de distrito, quien junto con su esposa, fueron ultimados al interior de su casa, frente a sus pequeñas hijas.

Por supuesto que nos causa angustia conocer la noticia de más de una decena de cuerpos encontrados a la vera de una carretera en Zacatecas. Todos hombres, todos con signos de tortura.

Lo sucedido en Guanajuato, balacera, bloqueos, incendio de vehículos y otros desmanes a plena luz, sin esconderse, sin decoro alguno.

El atentado al secretario de seguridad de la CDMX. Espectacular en la forma, la planeación, el equipamiento. Suerte que no en la ejecución.

Todos hechos lamentables. Situaciones que nos mueven a la reflexión. ¿Hasta dónde se ha descuidado el tejido social? ¿Cuánto se ha dejado avanzar a la delincuencia? ¿Qué clase de sentimientos guardan estos perpetradores?

Por supuesto que angustia. Claro que preocupan. ¿Quién ha educado (mal) a estas personas para que sean capaces de estas atrocidades?

La tranquilidad es robada, pues nos cuesta trabajo comprender el poco valor que se le da a la vida humana después de atestiguar estos actos tan perturbadores.

Lamentamos la pérdida de valores, la falta de conciencia de estos asesinos. Cuesta trabajo comprender el móvil de estos individuos. ¿Dinero? ¿Poder?

Y, sin embargo, en realidad, tanta sorpresa no debería causarnos. Se nos ha insistido y recalcado, se ha explicado su importancia, sobre todo al momento de cuidar a los otros. Expertos y no expertos han dicho lo importante de usarlo, si en beneficio propio, pero más en respeto al de enfrente, pues en realidad portarlo expresa más la preocupación por el vecino.

Y se sigue sin utilizar. El cambio de hábito nos pesa o sencillamente no nos importa el prójimo. Éticamente debería ser suficiente esta motivación, cuidar de los demás. Somos armas letales en potencia y salimos a la calle disparando a todos lados.

Seguimos sin usar tapabocas. Ni por civismo.