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La Nueva Revolución Social con características chinas del siglo XXI

Juan González García*

En la semana del 26 al 31 de octubre de 2015, la República Popular de China, terminó su primer diseño de lo que será la fundamentación de su nuevo modelo de desarrollo económico, el cual, en lo social, buscará finalmente reducir las grandes desigualdades que se generaron entre la población china en materia de distribución del ingreso, el cual llevó el índice de Gini hasta un 0.53 en 2013. Este porcentaje es el más alto, cuando pasó del 0.22 de 1978 que la ubicaba como una de las sociedades más igualitarias del mundo a otra del 0.28 en 1980, cuando empezó a surgir el fenómeno de la desigualdad. Recordando que el índice de Gini, mide no sólo el grado de concentración industrial sino sobre todo se usa para medir el grado de desigualdad social en una escala de 0 a 1, siendo el valor cercano a cero, el que habla de una sociedad más igualitaria y una cercana a uno, el más desigual.

Bien, pues conforme inició la generación de riqueza, luego del diseño e implementación de las reformas de mercado que inició China en 1978, simultáneamente, a la par del surgimiento de la nueva clase social de empresarios privados, la pobreza y desigualdades, también arribaron a China. Esta mayor desigualdad se expresó en una reducción de los salarios y de su participación en el Producto Interno Bruto per cápita para la población (PIB per cápita); se expresó, también en reducciones de los ingresos del sector rural de entre dos y cuatro veces menor al ingreso de los trabajadores urbanos; en un alejamiento del gobierno de los ideales y metas del socialismo de crear una sociedad igualitaria, al no ofrecer a su población ni educación superior ni servicios de salud gratuitos, como se esperaría que sucediera en una sociedad que estuvo dominada por el socialismo idílico de la primera mitad del siglo XX, con sus aspiraciones de equidad social, política y económica.

Otra política poco afortunada y la cual aún persiste, fue la creación y mantenimiento en la reforma y apertura en 1978, del sistema Hukou, que inhibió los flujos migratorios internos de la propia población china al interior del país, profundizando con ello la desigualdad ahora expresada en exclusión de algunos servicios que iban ganando poco a poco los hogares urbanos, como acceso a educación básica y servicios de salud elementales para los residentes de las áreas y zonas urbanas; mejoras en infraestructura urbana, vivienda y transportes públicos.

Las políticas que terminaron de diseñar el esquema de restricción a la atención de las necesidades sociales de la China de mercado, fueron las relacionadas con la salud y sus pocas posibilidades de generalizar un servicio médico, que permitiera a la población por si misma, atender sus enfermedades, cuidados y prevención de enfermedades.

En general, la política social del socialismo de mercado con carcaterísticas chinas, fue contrario sensu, poco a poco minando los fundamentos humanos del socialismo real, que más que real, se convirtió en subrreal o irrealista. A final de cuentas, después de más de tres décadas y media de políticas con aspiraciones y pretensiones de distribución y equidad social, China termina un prediseño, de una nueva política social, que desde nuestro punto de vista, significa un verdadero paso adelante en su objetivo de largo plazo del socialismo chino del siglo XXI: construir una sociedad armónica, en la que, la aún vieja y máxima aspiración del socialismo se pueda cumplir: incrementar el bienestar de la población en su totalidad.

Con las nuevas directrices de la política social, que se cohesionará con la polítca de crecimiento económico alto, pero a un nivel medio (5 a 6 por ciento promedio quinquenal) con la que se piensa hacer frente a la nueva normalidad económica, China pretende sustentar su nuevo modelo de desarrollo económico en el dinamismo del mercado interno, lo que en términos económicos significa incorporar a cada vez mayores segmentos o deciles de población al consumo interno.

De esta manera, al asumir el gobierno, la parte de las pensiones para toda la población, los gastos en educación, el apoyo en la vivienda, la atención a la salud, la mejora en los ingresos rurales, la liberalización cuasi total del sistema de precios, pronto se empezará a notar una mejora sustancial en las condiciones de vida de la población.

Finalmente, fruto del progreso económico y de la madurez que hasta ahora ha logrado el sistema económico chino, que ya es dominado por el sector de los servicios, la productividad y competitividad de la economía china, finalmente se expresa en un incremento del poder adquisitivo del ingreso de la población, lo que sin duda, se refleja en la ampliación de las posibilidades de la canasta de consumo de los hogares chinos.

*Dirección General de Divulgación Científica de la Universidad de Colima

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