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La Educación Superior

Adán Blanco Campos

Refresquemos datos. La educación superior vive varios debates intensos. Uno de ellos es el impulso de grandes sectores de la población a masificarla, en tanto otros sectores de opinión calificada y no menores, la entienden como un filtro sólo para las élites y “buenos” estudiantes.

En tanto este debate se da en los terrenos académico y filosófico, el Estado Mexicano debe atender ambas premisas. Para ello recordemos que a principios del año dos mil el número de estudiantes de educación superior no era mayor a los dos millones; ya para el ciclo escolar dos mil once – dos mil doce la matrícula se había elevado a más de tres millones de alumnos.

Esto ha sido gracias a que la mejora de la infraestructura y la oferta educativa aumentó considerablemente en los últimos quinquenios. Se destaca el esfuerzo por crear instituciones de educación superior en zonas de población vulnerable y marginada, lo que permitió que hoy día alrededor del veinte por ciento de los jóvenes de escasos recursos estudien una carrera profesional, cuando hace seis años sólo el trece por ciento tenía esa posibilidad.

La calidad es un reto para todas las instituciones de educación superior de los sectores público y privado. Hoy día, un millón trecientos mil estudiantes estudian en programas reconocidos por su buena calidad. Esto significa que la matrícula aumentó cincuenta y cuatro por ciento con respecto al dos mil seis.

También es cierto que las cinco carreras tradicionales con mayor número de estudiantes: derecho, contaduría, educación básica, computación y sistemas y administración, disminuyeron del treinta al veintisiete por ciento en los últimos cuatro años. En tanto en ese mismo periodo se registró en las carreras de las áreas de ciencias naturales y exactas un crecimiento del trece por ciento; y de las ingenierías y tecnologías un seis por ciento.

A pesar de ser insuficiente para las necesidades del país, los diputados federales destinaron a este tipo de educación en los últimos cinco años más de treinta y siete mil millones de pesos, lo que representa un aumento cercano al cincuenta por ciento de lo que creció del dos mil al dos mil seis.

La inversión en educación superior venía en forma ascendente (treinta y siete por ciento en términos reales por sexenio, aproximadamente) y en el dos mil trece sufre un recorte de casi quinientos millones de pesos. Disminución que seguramente se revertirá en el dos mil catorce so pena de no afectar más algunos programas de la educación superior.

NOTA.- Las opiniones vertidas en la sección de opinión son responsabilidad de quien las escribe y no de quién las publica.

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