Corrupción judicial

Carlos Orozco Galeana

La soberbia, la lujuria, la pereza, la ira y la gula, y no tanto la corrupción, son algunos de los pecados capitales que han perdido a los jueces, magistrados y demás integrantes del Poder Judicial de la Federación en México los últimos 15 años. Empero, últimamente se procesa a tres por corruptos. Ya era tiempo.

Una radiografía del Consejo de la Judicatura Federal reportó las sanciones que recibieron los jueces y magistrados federales del país y el personal que con ellos labora, de 1995 a abril de 2010, y se aclaró que este tipo de conductas han sido recurrentes entre los funcionarios judiciales. Fueron sancionados en ese lapso 957.

Durante el régimen de Felipe Calderón, éste increpó públicamente con frecuencia inusitada a esa clase judicial por facilitar la evasión de la justicia a criminales muy competentes, que lo eran en virtud de que siempre resultaban impunes a pesar de los graves delitos cometidos. Los Juzgados de Distrito se convirtieron, en los tiempos en que gobernó Miguel de la Madrid, en entidades que se pusieron contra el propio Estado, ya que mientras algunos jueces honorables aplicaban la ley penal y sentenciaban a los delincuentes vinculados en la honestidad con el Ministerio Público, los de Distrito otorgaban sentencias de pocos años o les fijaban fianzas menores. El dinero era la correa de transmisión que todo resolvía.

Conforme a la gravedad de las conductas en que incurrieron los servidores públicos en ese período, las sanciones que recibieron fueron desde un apercibimiento privado o público, una amonestación, hasta la suspensión, inhabilitación o destitución de su cargo. Las faltas fueron: el trato altanero, grosero y el hacer sentir que son seres superiores respecto a sus subordinados. Los empleados y empleadas fueron víctimas de esos casi mil funcionarios y padecieron éstas “acoso sexual, toqueteos de piernas, saludos obligados con besos o propuestas directas para intimar; les soportaron arranques de cólera intempestivos, amenazas de despido por no “cooperar” Y, como en el Pri del Distrito Federal, la dama que no accedía a hacerles pasar buenos ratos a los jefes, pues a la calle, despido fulminante por despreciar a esos prohombres que se llaman jueces y que tenían un compromiso con la justicia que muchos declinaron por dinero.

Pero, se preguntarán los lectores, ¿no se sancionó a ninguno de esos mil por corruptos, por traficar con las sentencias, por retardar los acuerdos y amañarlos, por condescender con los criminales? Para nada, puras blancas palomas existían ahí en ese Poder.

Aunque no viene mucho al caso, quienes laboran en el Poder Judicial tienen sueldos altísimos, ofensivos para los mexicanos. Un magistrado gana casi siete millones de pesos al año por sueldo y prestaciones inverosímiles que son una grosería. Solo falta que les paguen por respirar y exhalar en las sacrosantas sedes de ese Poder.

La justicia no es para los pobres, es para sus compradores. Los mexicanos no tienen sus derechos completos, están en la Constitución pero no los gozan. No se satisface plenamente el derecho a la justicia. Que el Estado, garante de bienestar y protección luche más fuerte en el 2015 contra la corrupción, imponga la justicia y acabe con los jueces intocables y prevaricadores que tanto daño causan.

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