TAREA PUBLICA / Calamidad Urbana (Urgente, intervención de autoridades)

Por Carlos Orozco Galeana

Los últimos tiempos se ha ampliado en nuestra vida la presencia de tecnologías de comunicación que facilitan y enriquecen las relaciones humanas pero que, a la vez, sugieren que su uso debe ser racional por efectos negativos que puedan generar, principalmente entre niños y jóvenes ávidos de ampliar su conocimiento de la realidad y de asomarse a situaciones inéditas.

Ante la pandemia, hay reportes de que la población se ha excedido en el uso tecnológico causando efectos perniciosos; lo ha dicho el propio presidente López Obrador, quien se ha quejado de la intromisión de los aparatos electrónicos en la vida de niños y jóvenes y urgido el regreso a clases. Los menores se han centrado en los video juegos, en las computadoras, tablets y celulares dañando su estructura mental, y se han dado casos en que ante la intervención de los padres de apartar a sus hijos de los aparatos, han ocurrido hasta suicidios.

Es así que los padres de familia se han encontrado, de pronto, con un problema digno de atenderse con el fin de impedir daños psicológicos y mentales a los hijos por el uso excesivo de tales instrumentos de comunicación. Han de hacerlo con tacto, dialogando, tratando de no imponer, a la brava, sus puntos de vista.

Pero fuera de casa, en las calles, tampoco es todo miel sobre hojuelas en relación al uso de aparatos de comunicación. Les comento que inicié octubre con un buen sabor de boca. Muy temprano por la mañana, en un cruce al norte de la ciudad, observé cómo una conductora de un BMW iba hablando por su teléfono celular muy despreocupadamente y no percibía que, detrás de ella, un motociclista oficial le hacía señas para que parara.

Este tuvo casi que atravesársele para que la chica se percatara de la indicación que le hacía. Espero que no solo la haya reconvenido sino que le haya obsequiado una infracción que le haga reflexionar sobre ese hábito incontrolable y pernicioso del celular que pone en riesgo su seguridad y la de los demás.

El uso de ese artefacto se ha vuelto una calamidad para todos. Uno maneja cuidándose no solo de los motociclistas arbitrarios que manejan por donde se les antoja, sino que ahora tenemos que visualizar si el conductor de al lado o el que está por delante no está absorto con el celular retardando el tráfico. Son un verdadero peligro todas las personas que sienten que se les va la vida si no contestan una llamada o responden un mensaje.

Es increíble también como hay motociclistas que circulan y al mismo tiempo van oyendo música o respondiendo llamadas por el celular o mensajeándose con alguien. Y qué me dice usted de los peatones que, hablando por su celular, cruzan avenidas de gran circulación y lo hacen con notoria distracción poniendo en peligro su integridad física?

Urge en serio la intervención rotunda y eficaz de las autoridades de Tránsito, una campaña de “descelurización”, que implique la fijación de multas fuertes, sanciones que pueden ir acompañadas con la suspensión temporal o el retiro definitivo de la licencia de conducir si se reincide. Esa acción sería reconocida por la mayoría de automovilistas que sí conducen en forma responsable y siguen indicaciones de tránsito en nuestras ciudades. En esta tarea de inhibir el uso del celular, pueden ayudar las cámaras del C5.

Imagino también que ante tales circunstancias, las aseguradoras se han visto impactadas por ese comportamiento irresponsable en el uso del teléfono. Muchos accidentes les reportan por distracciones de los conductores, por lo cual hay la idea de restringir pagos si se comprueba que los eventos son causados por su uso irregular.

Un tip: como se acerca diciembre y como se acostumbra en los municipios realizar campañas para ingresar recursos y pagar bonos de fin de año a la burocracia, podría hacerse los últimos tres meses un esfuerzo oficial para captar recursos y castigar de ese modo a quienes incumplen el reglamento de tránsito, pero acompañado tal acción con aspectos educativos y preventivos. A ver si así se entiende que los conductores deben transitar con las debidas precauciones y facilitar la movilidad de todos sin correr riesgos.