TAREA PÚBLICA

2017: MOVER EL CORAZÓN

Por: Carlos Orozco Galeana

Como quedé con ustedes en diciembre, es tiempo de reanudación. Por diciembre, la iglesia católica hizo hincapié en la práctica del perdón como un modo de liberación interior. ¿Por qué deberíamos perdonarnos a nosotros mismos y hacerlo con los demás, por qué convertirnos, nacer de nuevo como planteó Jesús ?
El perdón trae implícita la sanación de la persona. Quien no perdona permanece enfermo y esclavo cuando esta no es la condición que nos hace estar bien con nuestra religión y cerca de Dios. El que perdona es el primer beneficiado. Es el primero porque la acción que vive en su interior llega de inmediato y luego se transfiere al exterior, hacia los demás. Es el primer liberado.

En tanto, la conversión concierne a quien de ateo se vuelve creyente, de pecador se hace justo, pero como dice el papa Francisco, los cristianos no tienen necesidad, ¡ya son cristianos! Entonces estamos bien». Pensando así, no nos damos cuenta que es precisamente de esta presunción que debemos convertirnos —que somos cristianos, todos buenos, que estamos bien—: de la suposición de que, en general, va bien así y no necesitamos ningún tipo de conversión, dijo el pontífice.

Pero preguntémonos, continúa el papa: ¿es realmente cierto que en diversas situaciones y circunstancias de la vida tenemos en nosotros los mismos sentimientos de Jesús? ¿Es verdad que sentimos como Él lo hace? Por ejemplo, cuando sufrimos algún mal o alguna afrenta, ¿logramos reaccionar sin animosidad y perdonar de corazón a los que piden disculpas? ¡Qué difícil es perdonar! “Me las pagarás”: esta frase viene de dentro. Cuando estamos llamados a compartir alegrías y tristezas, ¿lloramos sinceramente con los que lloran y nos regocijamos con quienes se alegran? Cuando expresamos nuestra fe, ¿lo hacemos con valentía y sencillez, sin avergonzarnos del Evangelio?

Conozco gente que dice: perdono pero no olvido. Esta gente se miente a sí misma. Está inundada de soberbia. Por lo regular, entre ella hacen fila los que se mantienen alejados de toda religión y viven para sí mismos, en profundo divorcio con lo espiritual. En ellos anida el egoísmo y su conducta es generadora de injusticia y de malignidad. En el medio de la política, quienes la practican se devoran entre sí, se matan mutuamente con la lengua por el hueso en turno. Y lo mismo ocurre en situaciones diversas de la vida. Los tiempos de hoy nos ofrecen ejemplos al por mayor del alto grado de maldad que hay en numerosos ambientes. A la persona humana la han instrumentalizado, la han devaluado para fines inconfesables y los bienes materiales son el dios de muchos. Se entra a la política a robar.

Para la cristiandad, Dios muestra su amor perdonando los pecados. Ofrece su misericordia para que las personas sean misericordiosas con las demás. “El perdón es una característica del amor perfecto de Dios a los hombres. Pero Él necesita del hombre para que su misericordia llegue a la gente. Quiere que él sea instrumento de su perdón. Quiere mostrarles su perdón a través de nosotros. Cuando invita a amar como Él mismo nos ama, también se refiere al perdón. El perdón es la perfección de la caridad.”
No se permita pues el odio en el corazón, Cristo no puede ser amigo de quien odia. Por este motivo, ha de trabajarse en amar en lugar de odiar, comprender en lugar de pensar mal, perdonar en lugar de buscar/la/venganza. Odiando, matamos al alma.
Que este año 2017 disfrutemos la vida siendo personas mejores, más atentos al que necesita, con una centralidad en nuestro yo disminuida para que Cristo nos tome de morada y reflejemos el amor que tiene al mundo.