Ginebra.- Una revisión de los estudios realizados por expertos en salud pública convocados por la OMS el 29 de abril de 2020 encontró que los fumadores tienen más probabilidades de desarrollar una enfermedad grave con COVID-19, en comparación con los no fumadores.

COVID-19 es una enfermedad infecciosa que ataca principalmente los pulmones. Fumar afecta la función pulmonar, lo que dificulta que el cuerpo combata los coronavirus y otras enfermedades.

El tabaco mata a más de 8 millones de personas en todo el mundo cada año. Más de 7 millones de estas muertes son por consumo directo de tabaco y alrededor de 1.2 millones se deben a que los no fumadores están expuestos al humo de segunda mano.

Fumar tabaco es un factor de riesgo conocido para muchas infecciones respiratorias y aumenta la gravedad de las enfermedades respiratorias.

El tabaco también es un factor de riesgo importante para enfermedades no transmisibles como enfermedades cardiovasculares, cáncer, enfermedades respiratorias y diabetes, que ponen a las personas con estas condiciones en mayor riesgo de desarrollar enfermedades graves cuando se ven afectadas por COVID-19.

La investigación disponible sugiere que los fumadores tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedades graves y la muerte.

La OMS está evaluando constantemente nuevas investigaciones, incluida la investigación que examina el vínculo entre el consumo de tabaco, el uso de nicotina y COVID-19.

La OMS insta a los investigadores, científicos y medios de comunicación a que sean cautelosos al amplificar las afirmaciones no comprobadas de que el tabaco o la nicotina podrían reducir el riesgo de COVID-19. Actualmente no hay información suficiente para confirmar cualquier vínculo entre el tabaco o la nicotina en la prevención o el tratamiento de COVID-19.

Las terapias de reemplazo de nicotina, como las encías y los parches, están diseñadas para ayudar a los fumadores a dejar el tabaco. La OMS recomienda que los fumadores tomen medidas inmediatas para dejar de fumar mediante el uso de métodos probados, como líneas gratuitas para dejar de fumar, programas móviles de mensajes de texto y terapias de reemplazo de nicotina.

A los 20 minutos de dejar de fumar, la frecuencia cardíaca elevada y la presión arterial disminuyen. Después de 12 horas, el nivel de monóxido de carbono en el torrente sanguíneo cae a la normalidad. Dentro de 2-12 semanas, la circulación mejora y aumenta la función pulmonar. Después de 1-9 meses, la tos y la falta de aire disminuyen.

La OMS subraya la importancia de una investigación sistemática, de alta calidad y aprobada éticamente que contribuya a avanzar en la salud individual y pública, y enfatiza que la promoción de intervenciones no probadas podría tener un efecto negativo en la salud. BP