Somalia: los juegos políticos detrás de la hambruna

La hambruna, además, se extendió a una sexta región de ese país en el Cuerno de África, que vive la peor sequía en seis décadas y la peor producción agrícola de los últimos 17 años.

Esas estadísticas ambientales son dramáticas, pero, según un alto funcionario de Médicos sin Fronteras (MSF), no son suficientes para entender la magnitud del problema.

El fin de semana pasado, el presidente internacional de esa organización, Unni Karunakara, resaltó en varios artículos para la prensa británica que también se debe mirar con lupa cómo la mano del hombre ha estado detrás de la hambruna.

«Si sólo se culpan los fenómenos naturales se está ignorando la realidad geopolítica compleja que está exacerbando la situación», explicó en una columna de opinión para el diario The Guardian.

«Minimizar la importancia de las causas de la hambruna que han sido creadas por el hombre y las dificultades que hay para combatirlas no ayudará a resolver la crisis», añadió.

La postura de Karunakara es relevante, pero no nueva.

Hace tres décadas, el economista indio y premio Nobel de Economía Amartya Sen escribió cómo las hambrunas no se generan sólo por falta de alimentos, sino esencialmente por el acceso que tengan los habitantes a ellos y por las formas cómo se distribuyen en los diferentes países.

Así, según Sen, las hambrunas no tienen cabida en una democracia, pues la oposición política y la presencia de medios de comunicación pueden permitir que se alerte sobre la situación de manera temprana.

Esto no ocurre en países donde hay regímenes autoritarios o, como en el caso actual de Somalia, donde no hay un gobierno estable.

¿Cuándo se declara una hambruna?

La ONU declara que hay una hambruna cuando se cumplen, al menos, las primeras tres de las siguientes condiciones:

* 20% de la población tiene menos de 2.100 kilocalorías de comida al día

* La desnutrición aguda en niños es superior al 30%

* Dos muertes por cada 10.000 personas o cuatro muertes entre cada 10.000 niños cada día

* Una enfermedad pandémica

* Acceso a menos de cuatro litros de agua diarios

* Desplazamiento masivo

* Conflicto interno

* Pérdida completa de bienes y de fuentes de ingreso

BBC Mundo consultó a varios expertos para analizar cómo en Somalia, además de una delicada situación ambiental, las razones políticas juegan un papel fundamental.

El conflicto y la sequía

Hace un mes, cuando el presentador de la BBC George Alagiah visitó el campo de refugiados más grande del mundo, en Dadaab, cerca de la frontera entre Kenia y Somalia, encontró que 75% de sus 440.000 refugiados no están ahí a causa de la sequía.

«La mayoría lleva acá más de una década y una buena parte incluso dos», contó Alagiah.

«Son víctimas, pero viven en esta esquina de África olvidada por Dios no porque estén hambrientas, sino porque el país que antes llamaban su hogar es disfuncional».

«El conflicto, no la sequía –agregó– es la razón por la que tantos somalíes están muriendo innecesariamente».

La conclusión de Alagiah es importante para entender por qué Somalia ha resultado particularmente afectada por la sequía, que también ha puesto en aprietos a otros países del Cuerno de África como Somalia, Etiopía y Yibuti.

«La clave es que la sequía ha sido terrible en todo el Cuerno de África, pero sólo en un lugar –donde el estado ha colapsado y donde la ayuda humanitaria ha sido bloqueada– vemos la hambruna», explicó desde Kenia Kenneth Menkhaus, autor de Somalia: State Collapse and the Threat of Terrorism (Somalia: el colapso del estado y la amenaza del terrorismo).

«La causa que precipitó la hambruna fue una sequía severa. Pero las causas subyacentes fueron originadas por el hombre», añadió.

mujeres somalíes van por agua

No todos comparten la postura de Alagiah y de Menkhaus.

 

Robrt Paarlberg, quien ha escrito varios libros sobre el uso de la comida como arma, argumentó que en Somalia «la emergencia alimentaria no fue fabricada por el hombre».

«Me preocupa que al mostrar la hambruna como creada por el ser humano o paralizada por la política pueda ser usada fácilmente como una excusa para no entregar la asistencia», argumentó.

La política del hambre

Desde cuando su último gobierno colapsó en 1991, Somalia se ha convertido en un estado fallido.

Actualmente cuenta con un gobierno de transición que sólo controla partes de la capital, Mogadiscio, y recibe apoyo de las Naciones Unidas.

Buena parte del centro y el sur del país, que son las zonas más afectadas por la hambruna, son controladas por el grupo islamista al-Shabab, que tiene vínculos con al-Qaeda y es considerado terrorista por Estados Unidos y el Reino Unido.

«La cruda realidad en Somalia hoy es que no somos capaces de llegar al sur y al centro del país, que consideramos como el epicentro de la crisis.»

Unni Karunakara, presidente internacional de Médicos sin Fronteras

La falta de un gobierno estable, la pobreza y la presencia de grupos ilegales y de piratas llevó a Somalia a estar, desde hace varios años, al borde del abismo. La grave sequía y luego la declaratoria de hambruna, en julio pasado, simplemente empujaron el país al precipicio.

Gracias a la inseguridad crónica, ha resultado especialmente difícil que la ayuda humanitaria llegue a las zonas más afectadas, como han indicado en reiteradas ocasiones los organismos de ayuda humanitaria.

Por ejemplo, el Programa Mundial de Alimentos, que es el principal proveedor de ayuda alimentaria y la entidad con el mayor músculo para detener la hambruna, ha registrado la muerte de 14 empleados en ese país desde 2008.

«La cruda realidad en Somalia hoy es que no somos capaces de llegar al sur y al centro del país, que consideramos como el epicentro de la crisis», explicó Karunakara, de MSF, a la BBC.

«Incluso cuando logramos que los alimentos y los suministros lleguen a los puertos, nos vemos enfrentados al gran reto de entregarlos, que es lo que yo llamo el problema de la ‘última milla'», agregó.

Un ejemplo de estas dificultades ocurre con la presencia de piratas en las costas somalíes.

Como al menos 80% de los alimentos llegan tradicionalmente por vía marítima, la presencia constante de estos saqueadores ha obligado a los organismos internacionales a buscar rutas alternativas, lo que ha encarecido el transporte de ayuda y demorado las entregas.

Una de las razones de la crisis en Somalia reside en que Al-Shabab ha negado que hay hambruna en las áreas que controla.

En reiteradas ocasiones ha prohibido que grupos humanitarios realicen su trabajo, califica a las organizaciones occidentales como anti musulmanas y cree que algunos trabajadores extranjeros están relacionados con servicios de inteligencia.

Esto no ha caído bien en las potencias occidentales, especialmente en Estados Unidos, que define a ese grupo islamista como una amenaza para su seguridad por sus vínculos con al-Qaeda y como un grupo terrorista.

Las diferencias entre EEUU y al-Shabab han afectado, en el pasado, el envío de ayuda para los somalíes. En 2009, por ejemplo, EE.UU. retrasó la entrega de suministros humanitarios a Somalia por el riesgo de que cayeran en manos de al-Shabab.

Pero hoy, según Paarlberg, «el problema es que al-Shabab está bloqueando la ayuda y no que Estados Unidos la está retrasando», e indica que Washington ha donado más de 500 millones de dólares para el Cuerno de África.

A pesar de la cifra, Laura Hammond, quien analiza la seguridad alimentaria en esa región para la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS), en Londres, cree que la dinámica entre Occidente y al-Shabab puede afectar a las personas más necesitadas.

«El nivel de desconfianza entre al-Shabab y Occidente es tan grande que no es claro a cuántas nuevas organizaciones de ayuda se les permitirá la entrada en territorio controlado por al-Shabab», concluye.

La hambruna de los años 90

El papel que juega Estados Unidos cobra mayor importancia cuando se mira de manera histórica.

A principios de los años 90, Somalia se vio afectada por una devastadora hambruna, cuando la anarquía se asentó en el país tras la caída del gobierno de Siad Barré.

campo de refugiados

Un niño observa el campo de Seyidka, cerca de la capital Mogadiscio, de la cual el grupo al-Shabab se retiró hace poco.

Estados Unidos lideró una intervención militar, pero se retiró después de una batalla en 1993 en la que 18 de sus soldados fueron muertos por milicianos somalíes.

«En esa hambruna se ve claramente cómo fue el resultado de una pugna de poder para reemplazar el gobierno de Barré», dice Paarlberg. “Fue más un conflicto militar que una sequía lo que detonó la emergencia”.

Alagiah, por su parte, indica que «en ese entonces también había una sequía, pero la hambruna que se desató fue creada tanto por el hombre como inducida por el clima».

En comparación con la situación actual, la de los años 90 fue mucho mayor.

Mientras la ONU estima que actualmente al menos 10 millones necesitan asistencia, en 1992 (antes de la intervención de EE.UU.), se estimaba que esa cifra rondaba los 23 millones.

Y ahora, como en el pasado, también se puede detectar la mano del hombre en la crisis.

Con información de la BBC

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