SOCIALIZANDO DATOS // ¿Por qué?

Por Balvanero Balderrama García balvanero@gmail.com / @Balvanero.B

Una pregunta recurrente es ¿por qué?
Ante distintas realidades- sufridas, observadas o conocidas-, es una de las primeras frases que surgen, de manera, podríamos decir, natural.

En ese cuestionamiento está la naturaleza del ser humano: conocer, indagar, buscar respuestas a través de formularse preguntas.
Desde situaciones de índole personal, familiar, hasta fenómenos sociales, el por qué resuena, en diferente volumen, intensidad y también desde cierta postura.

Las desigualdades, por ejemplo, son objeto de esta mirada que busca respuestas: pobreza, inequidad, discriminación, por citar algunas.

Algunos cuestionamientos buscan consuelo; otros, entender para proponer soluciones; unos más, justicia; otros, son solo susurros perdidos en la inmensidad de la indiferencia y el más absoluto olvido, incluso menosprecio.

No es lo mismo vivir el asesinato de una persona cercana, o su desaparición, que saber que en el país asesinaron a 3,928 mujeres (INEGI, 2022). La pregunta es la misma, pero las circunstancias muy distintas.

La vulneración de los derechos humanos es cosa de todos los días. Por diferentes personas e instituciones, son ignorados de manera flagrante o no respetados dolosa e intencionalmente.

Esta pregunta ha resonado de manera incesante, en todos los espacios, en Colima -y más allá- en los días recientes.

¿Por qué lanzar gas lacrimógeno a las mujeres? No hay justificación que lo valga.

Ante este hecho, hay, histórica y congruentemente, cuestionamientos genuinos y otros coyunturalmente intencionados; pero todos válidos ante los hechos.

Ante denuncias de diferentes tópicos hay que creerle a quienes podemos considerar en condición de vulnerabilidad: niñas, niños, jóvenes, estudiantes, mujeres, personas adultas mayores, indígenas (la lista es, desafortunadamente, amplia).

¿Garantiza el que las instituciones respeten los Derechos Humanos la ausencia de críticas o cuestionamientos? Ciertamente no. Siempre hay voces en desacuerdo -o acuerdo- con todas las posibilidades de respuesta ante las circunstancias.

Pero son, precisamente las instituciones, garantes de esos derechos y su deber es darlos a conocer, respetarlos y hacerlos respetar. Desde mi particular punto de vista, ahí no hay yerro. Lo demás, es lo de menos.