RESPETUOSA

¿QUÉ VIENE?

Por: SEAN OSMIN HAMUD RUIZ

Pasada la emoción, pues regresamos a esa realidad que no nos pudieron matizar los reyes de galilea.

Además de que más de alguno salimos con el compromiso de pagar tamales el próximo dos de febrero; seguramente le agregamos al cuerpo algunos kilos y quedamos con pendientes de algunas deudas, sin contar con los nuevos recibos que comenzarán su acoso, como el predial, el agua potable, el gasto de energía eléctrica; la realidad en el país no da tregua.

Inflación rampante, contagios omicronianos por mayoreo, masacres cotidianas, incertidumbre como definición del futuro… en fin, que parece color gris la esperanza.

Pero no para el mexicano promedio. Un poco más del 60% de los encuestados por el INEGI en el estudio Percepciones Sociales 2021, manifestaron que la situación económica estaría igual de bien que el año que termina o inclusive mejor este que inicia. No cabe duda que el teflón emocional del que gozamos en nuestro país es destacable.

Definitivamente es loable que el ánimo y los buenos augurios sean parte de nuestra idiosincrasia, de nuestras buenas formas y costumbres. Definitivamente peor estaríamos deprimidos o desesperados.

En el caso de su servidor, siempre he creído que sirve más un buen ánimo que caminar con una nube negra sobre la cabeza. Claro que esa mirada ilusionada al futuro no es suficiente. Trabajo, dedicación, reflexión y acción deben permanentemente acompañar a la emoción. Caso contrario, será como esa lucecita de bengala que brilla y emociona por un momento, pero que se extingue y solo deja humo y un olor no tan agradable cuando se extingue.

Quiero desde estas líneas desear a quienes son responsables de la conducción de nuestro país y nuestro estado, además de esa actitud positiva de la que ya hablamos, serenidad en sus decisiones, análisis en sus planes, acompañamiento en sus acciones; inteligencia, imaginación y bondad en sus intenciones.

Ando tan propositivo que hasta deseo que ya la maleza se comporte de manera más RESPETUOSA.

MICROCUENTO

Y allá fueron a dar todas esas ilusiones, todos esos cambios deseados. Con mucha tristeza tuve que observar a todos esos soldados caídos, queriendo cumplir su deber. Pisoteadas y magulladas, no sobrevivieron la caída mis pobres doce uvas.