Resistir para persistir y no “resiliar” para desistir

Devenir Humana
Psic. Rubí GRACIANO HERNÁNDEZ

Consideremos algo: Quienes sobreviven a las agresiones del entorno en realidad lo hacen a partir de la resistencia que no necesariamente significa resiliencia. Quien resiste persiste quien “resilie” desiste.

Hoy en día y gracias al cocowash llevado a cabo por el uso a modo de los conceptos psicológicos, en la cultura popular es bastante común escuchar que es importante no doblegarse ante las inclemencias del entorno, mantener la integridad dicen. Sin embargo, tras años de mal entender o entender a modo el concepto, es muy triste notar cómo las personas, especialmente las más jóvenes se encuentran cada vez más expuestas a regalarse las más grandes autoagresiones en un afán superlativo de mantenerse de pie y sin quebranto alguno frente a las exigencias de este entorno competitivo. Sin embargo, lo único que se ha logrado es encontrar cuerpos cansados, espíritus quebrados ante la incapacidad de alcanzar ese paraíso prometido tras la autoexigencia. Al contrario, es muy común que las personas expresen más dudas, desconcierto, tristeza y frustración.

Ante este escenario, conviene identificar la capacidad de resistencia para erigirse desde ahí. Conviene tener en cuenta que la resistencia no necesariamente significa soportar todo en todo momento, sino tener la capacidad de reconocer nuestras posibilidades para negarnos ante lo que se impone de manera dolorosa, pero también saber identificar esos puntos de realidad ante los que quizá aun no podemos negarnos pero que con una mirada puesta en el futuro seríamos capaces de autoabastecernos de nuestras propias herramientas para poder marcar un “no” ante ese presente que por el momento puede doler.

Así que por favor que no se malentienda: la resiliencia es una herramienta muy útil para quienes vivimos en entorno hostiles ya sea por la violencia social o la economía, pero eso no significa que estemos atadas y atados a sostener esos entornos incluso pese a nuestra salud porque podemos consumirnos íntegramente o mejor dicho resilientemente. Marcar un límite y salir de ahí puede ser un proceso muy necesario, sin embargo, como bien sabemos todas y todos: no es fácil. Y no lo es porque ese entorno hostil nos rodea y sentimos que, ante un descuido, nos come. Pero quizá no y quizá no de golpe y de pronto, sino que, si somos capaces de reconocer que hemos resistido, seremos capaces de preguntarnos por qué y con qué herramientas. Así entonces, parece que la línea que divide la resiliencia de la resistencia es esa capacidad autocrítica para evaluar nuestros límites, el entorno y explorar buscando los recursos necesarios para marcar una diferencia en nosotras o nosotros y ese entorno hostil.

Solo cuando notamos nuestras resistencias, podremos notar que no somos las mismas personas y que en nosotras y nosotros ha operado un ligero crecimiento que podemos usar a nuestro favor para salir de ahí. Por tanto, es cuestión de mirar con otros ojos para buscar lo que no hemos notado aún.  Conviene entonces inventariar nuestras propias resistencias para traducirlas en recursos a nuestro favor.