PRELUDIO

Aristegui y el pretexto de la censura.

Por: Fernando Alberto Gutiérrez Fernández.

La perdida de un espacio informativo como el conducido por Carmen Aristegui será siempre un infortunio, más aún para la audiencia de una democracia en consolidación, para las cual es menester una policromía informativa que contribuya al balance de la opinión pública.

En los diversos medios de comunicación y en las calles, se desaprueba el despido de Aristegui, comunicadora a la que llaman portavoz de la verdad, a la que aducen víctima de una censura de estado. Por fortuna nacional, tal no es el caso.

El término de la relación contractual entre una empresa y sus empleado es un acto de las más básica naturaleza desde la perspectiva legal y económica.

La culminación de dicha relación es aún mas comprensible si se ha atentado contra los intereses patronales a través del abuso de confianza, como en efecto ocurrió cuando Aristegui sin previo aviso, relacionó el nombre de la cadena MVS con el portal MéxicoLeaks.

Tal evento puede interpretarse como un intento de censura a una de las agencias noticiosas que más ha vituperado en contra de los grupos de poder de facto, no obstante un recorrido por la historia reciente del quehacer periodístico de Aristegui y la caracterización de sus seguidores, podría revelarnos un trasfondo diferente.

La perpspectiva pública en torno espacio informativo de Aristegui fue siempre ofuscada por una molesta estela de superstición y sospechosismo, toda vez que sus más acerrimos seguidores se ufanaban de la imparcialidad de sus investigaciones, de sus embestidas a los grupos de poder, y en general de su desinteresado servicio a la verdad; y son tales criterios los que comienzan a perfilar la ignorancia de sus hogaño defensores, respecto a sus intereses y las causas de su despido.

Es un despropósito –incluso epistemológico- considerar que un medio informativo pueda ser completamente objetivo, toda vez que, al igual que muchas disciplinas, el periodismo representa un acto de interpretación, el cual supone conocimientos y creencias previas que habrán, inevitablemente, de influir en la percepción de los hechos. El grado de subjetividad del periodismo es exponencialmente mayor cuando se añaden intereses políticos y económicos de por medio, de los cuales Aristegui no estaba exenta.

Los recientes y aplaudidos develamientos del noticiero de Carmen Aristegui, tales como la “red de prostitución” del líder del Partido Revolucionario Institucional del Distrito Federal, Cuauhtémoc Gutiérrez, y la opulencia presidencial representada en la propiedad conocida como la “casa blanca”, son unicamente dos casos que denotan la parcialidad del noticiero matutino de MVS conducido por Aristegui, asi como su disposición a interes políticos determinados.

En el primer caso, se trató de una simulación orquestada por grupos políticos opositores a Gutiérrez de la Torre, y la cual requería de un golpe mediático contundente, al cual se presto Aristegui. Hoy se conoce, por confesión, que la principal testigo del caso fue sobornada para llevar a los medios la historia, farsa secundada por hechos tales como la inexistencia de las supuestas victimas y una recreación del supuesto delito en oficinas que ni siquiera correspondian a las ocupadas por Cuauhtémoc Gutiérrez.

El caso de la llamada “casa blanca” en su momento fue presentado como un fortuito hallazgo periodístico, no obstante se trató de una filtración cuyo origen se remonta a los tiempos en que Marcelo Ebrard aspiraba a la presidencia de la república, en los cuales se avocó, en conjunto con un grupo de especialistas exmiembros del CISEN, la PGR y la Marina, a documentar expedientes para armar una guerra sucia contra sus eventuales contrincantes. Tales documentos fueron archivados para tiempos mejores una vez que Ebrard quedó fuera de la contienda por la candidatura presidencial; dichos tiempos llegaron cuando se dio la traición de su pupilo político Miguel Ángel Mancera, actual jefe de gobierno del Distrito Federal, quien se acercaba cada vez más a Peña Pieto, por lo cual Ebrard optó por asestarle un golpe estrategico a través de la presidencia, utilizando el noticiero de Aristegui como pieza mediática para contruir la historia de “la casa blanca”.

Las historias anteriores denotan la parcialidad de las fuentes del noticiero de Aristegui, así como su vocación por denostar grupos de poder delimitados. Hasta el día de hoy nadie recuerda una acometida de su noticiero de tal magnitud en contra de López Obrador o, en su defecto, Carlos Slim; con lo cual se revela el carácter mundano de sus intereses, que al igual que todos los medios informativos tienen linea editorial y financiamiento.

Tratar de disimular un despido por extralimitración con un intento de censura de parte del estado, es una completa hipocresía, que se encuentra -como lo hemos expuesto a lo largo de la columna- cimentada en la falaz imagen de parcialidad del noticiero de Aristegui, cuyos intereses y mecenas encuentran el entramado perfecto en el despido ejecutado por la cadena radiofónica de la familia Vargas y la respuesta social y mediática desplegada en consecuencia.

La cadena MVS, el estado y la ciudadanía no debemos ceder al chantaje y simulación orquestadas por Aristegui, los nihilistas de siempre y el mecenazgo detrás de ellos.

 

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