Preludio

Reapariciones

Por: Fernando Alberto Gutiérrez Fernández.

El encuentro de la dirigencia nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), con la militancia colimense, fue también motivo de reapariciones.

No obstante que la presencia de Fernando Moreno Peña, después de un periodo de convalecencia, retuvo la atención de los presentes, no pasó desapercibida la asistencia de Francisco Zepeda, y su eventual retorno a la escena política colimense.

Posterior a su derrota en el pasado proceso electoral, Francisco Zepeda decidió someterse a un periodo de recogimiento político, con el posible objetivo de sosegarse y reflexionar respecto a los factores que condujeron a la derrota total del priismo manzanillense, principalmente debida a la división y deslealtad, instigada por actores políticos que han sabido devengar con tales maniobras.

La reactivación de Francisco Zepeda en la dinámica interna del PRI podría significar un beneficio rumbo a los próximos comicios, pues es la figura moral en torno a la cual puede reaglutinarse una militancia Manzanillense dispersa y corroida por la simulación y la traición prevalecientes en la pasada campaña, y determinar la ventaja en el municipio para el candidato tricolor a la gubernatura en el proceso extraordinario.

No se hagan bolas…

La incertidumbre incitada en visperas de la próxima elección, en conjunto con la “rumorología” mediática comandada por múltiples intereses, han enrarecido el ambiente entre militantes y simpatizantes del PRI, quienes a estas alturas cuestionan la identidad del próximo candidato, sus características y la cohesión entre correligionarios. Diagnósticos como el anterior, merecen siempre la contundencia terapeútica de la razón y los hechos, menester para sosegar, entre los electores, la fatiga inherente a los procesos extraordinarios.

Ignacio Peralta es el candidato natural del PRI, más allá de simpatías o decisiones cupulares. La proverbialidad de la historia nos indica que el relevo generacional es un mecanismo meticuloso, cuya omisión conduce inexorablemente a una crisis de estado –dinámica desarrollada en la teoría generacional de Ortega y Gasset y ajustada a la sucesión presidencial en México por Mario Moya Palencia-.

En dicha tónica, la dirección del ejecutivo en nuestro estado no debe anquilosarse en la generación a la que han pertenecido los últimos tres gobernadores (1962-1968) –y que debió terminar con Silverio Cavazos-, para abrir el acceso al poder a la generación nacida en los albores de los años setenta, condición de Ignacio Peralta no compartida por ninguno de los personajes que aspiraron en su momento al cargo.

La preparación académica y trayectoria en la función pública de alto nivel, han convertido a Ignacio Peralta en un hombre culto, experto del área económico-administrativa, y de un austero trato amable, es decir, lejano a las condiciones del grueso de políticos, de cuya idiosincrasía la ciudadanía ha demostrado estar cansada. La consistencia de Peralta como político reside en su lejanía de la ortodoxia.

La unidad es inherente al priismo, característica que ha coronado sus victorias y cuyo descuido explica sus derrotas, la cual quedó consolidada en el anterior proceso electoral, desalojando las desavenencias; como se ha confirmado en eventos recientes como la pasada visita del presidente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones, en la cual formalizó a la dirigencia estatal encabezada por Rogelio Rueda y Lizeth Rodríguez, dupla con la cual se allana el camino a la próxima victoria.

En el cónclave del priismo colimense, se dilucidaron penumbras y desbarataron incertidumbres, lastres cuyo avance obedece más a la confusión del rumor que a la certeza de los hechos, y son estos los que predicen el triunfo de Ignacio Peralta en el próximo proceso electoral.

 

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí