POSEEDORES, POSEIDOS (Que lo robado vuelva a los mexicanos)

TAREA PÚBLICA

Por: Carlos OROZCO GALEANA

No sé si ustedes se han fijado  que cuando la Fiscalía mexicana abre averiguaciones, encuentra rápidamente datos sobre la compra de propiedades en suelo estadounidense por parte de empresarios o políticos, que sienten una debilidad muy especial por poseer tierras urbanas  o bienes inmuebles allí como si en México no hubiera posibilidades de adquisiciones de ese tipo. Les subyuga el territorio estadounidense.  Quieren ser “propietarios internacionales” como símbolo de realización personal y prosperidad.

Entre los nombres que más recuerdo está el de Elba Esther Gordillo, la recién casada que manejó recursos sindicales como quiso y se apropió de bienes inmuebles durante el tiempo que duró su maximato hasta que la encarcelaron merecidamente. Sin embargo, como dicen todos los depredadores, lo acumulado por ella y por todos los de su calaña fue y es por el “esfuerzo propio”  o por “recibir herencias” que jamás se justifican con documentación legal.

Otro personaje más, dizque de izquierda, fue Alejandra Barrales, una aeromoza muy vivaracha que, oh milagro, ocultó siempre  en su  declaración patrimonial  que había adquirido un inmueble con un precio que no está al alcance de personas que tienen una  trayectoria en el trabajo tan de  pocos años y que escrituró a nombre de una empresa fantasma.

El mismo tipo de conducta han asumido históricamente numerosos políticos mexicanos que han abusado de sus cargos para enriquecerse sean del partido que fuesen. Texas, Arizona y California son los estados que más llaman la atención de empresarios y depredadores del erario mexicano vía el tráfico de influencias.

Javier Duarte de Ochoa, exgobernador de Veracruz que trabajó como saqueador de su estado y está  preso aún, y Angelica Rivera, son otros dos mexicanos que fueron exhibidos como compradores de inmuebles sin explicar el origen  del dinero.  Otro comprador más es el guerito Ricardo Anaya, a quien ya buscan en otros países para que responda a algunos cargos que le hace la Fiscalía.

Una investigación en Estados Unidos reveló, en la época del peñismo, que Luis Armando Reynoso López, ex gobernador de Aguascalientes,  compró en un solo día cuatro casas por un valor aproximado de  500.000 a 650.000  dólares cada una. Como comprar hot dogs.

En 2018, cuando ganó la elección presidencial Andrés Manuel López Obrador, se registró un boom de compra por parte de mexicanos en diferentes ciudades de Estados Unidos, y el último semestre de 2017 fue cuando mucha gente estaba haciendo compras de  condominios o  penthouse de tres millones dólares y  hasta de diez millones de dólares, en dinero en efectivo, para invertirse en Estados Unidos y proteger el patrimonio del “comunismo”, citó  Forbes México.

En 2017, los mexicanos gastaron 9 billones de dólares ! en la adquisición de 28,500 propiedades en diferentes ciudades de Estados Unidos, casi el doble de la inversión hecha un año antes, según la Asociación Nacional de Agentes de Bienes Raíces (NAR).

Actualmente, revela El Universal, ciudadanos mexicanos son el segundo grupo de extranjeros que ha adquirido casas en USA, solo detrás de canadienses y chinos, que fueron desplazados, entre los que hay, seguramente, políticos  de alto perfil que fueron desplazados por el obradorismo.

Nadie puede discutir que empresarios adquieran propiedades en USA siempre y cuando sus inversiones sean fruto del trabajo honesto, el que se gana a ley sin joder a nadie ( por así decirlo) y no tengan por origen  tráfico de influencias, evasión fiscal o robo descarado a la hacienda pública. Que progresen, no causa enojo. Lo que sí provoca la ira de los mexicanos es la voracidad de quienes ocupando cargos públicos elevados, se hacen de  pronto  con ranchos a todo lujo, con depósitos en dólares o euros  en bancos extranjeros  protectores de poderosos  y de  inmuebles en varios países.  Y de nuevas compañeras de vida, que se les suman y  comparten recursos y ambiciones con esos defraudadores.

Esos poderosos que tienen tantos bienes de gran valor, adquiridos a la mala, no perciben que se volvieron esclavos de lo conseguido. Tienen las manos ocupadas, cuidando que nadie interfiera en su posesión. No son, entonces, libres. Son propietarios de sí mismos.

Que la justicia del Estado se haga presente en  ellos y en sus posesiones. Que lo mal habido que se detecte, sea devuelto a los mexicanos.  Y desde luego, que corresponda a los delitos  un castigo ejemplar. No digo que les mochen las manos como propuso un día el bronco Rodríguez, exgobernador    de Nuevo León, pero  si que el escarmiento sea eficaz como para que ellos y los que están por sucumbir ante las tentaciones de apropiarse de lo ajeno,  se lo piensen  no una ni dos veces, sino un millón de veces.