PARACAÍDAS

Casi siempre hablamos del que llega, pero poco se habla del que se va. Se habla poco del que se va porque el que se va ya no sirve a nuestros intereses. Es una papa dura ese que ya se va para todos los glotones.

Esto pasa con el gobernador Silverio Cavazos, que ya se va. Como ya se va: hay que tirarle con piedras y tomates. Denle con todo al que se va, hasta una patada en el culo si es preciso. Bueno, yo hablaré del que se va en otros términos, porque así soy yo: me gusta llevar la contraria.

Y además: a veces ya no sé si soy yo o el personaje perverso de mis libros. Yo creo que soy el personaje perverso de mis libros y nadie se ha dado cuenta. Bien, pero yo lo que quería decir es que ni siquiera leí el resumen del informe, es más, ni siquiera me interesó el informe del gobernador Silverio Cavazos porque para mí su contribución más grande, como ya todos lo sabemos, fue haber destruido, derruido y dilapidado a los porrocandidatos ya por todos conocidos, llámese El Gordis o el Monstruo.

Y es que para construir se necesita, o bien comprar un terreno limpio (que no teníamos, porque todos los terrenos del norte del Colima y otros más los compró con el dinero del pueblo el Porky Moreno Peña) o bien derruir la ruinosa casa que estaba ahí en el terreno que es Colima (y que fue lo que hizo el gobernador que se va Silverio Cavazos).

Por eso lo felicito. Desde acá, ahora que se va o yéndose, le mando un abrazo de felicitación y le digo: gobernador que se va Silverio Cavazos, qué bien lo hizo usted. Derribó la casa ruinosa que eran los porrocandidatos con dos pares de pantalones.

Y por eso, desde acá, le mando un fuerte abrazo. Con eso que hizo es más que suficiente, gobernador que se va Silverio Cavazos. Ahora le queda al gobernador electo Mario Anguiano construir.

Silverio derribó la casa ruinosa, Mario construirá la nueva. Silverio ya pasó a la historia como el gobernador que derribó a una tradición de saqueadores, recién vestidos y robavacas, ahora el gobernador electo Mario Anguiano tendrá la tarea de construir una casa limpia, de amplias ventanas, con jardín y vista al mar, en la que no puedan entrar, por supuesto, ninguno de los saqueadores, recién vestidos y robavacas que he mencionado en retrolíneas (para decirlo en lenguaje abogadil). La vida es así, destruir, construir, llegar e irse, ganar y perder, ser y no ser, como yo que soy el personaje perverso de mis libros o tal vez ni eso.

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