¿ NI PERDÓN NI OLVIDO ?

TAREA PUBLICA

Por: Carlos OROZCO GALEANA

Pues el testigo protegido ( más de la cuenta) Emilio Lozoya, ha soltado más sopa y embarrado en asuntos de corrupción a tres expresidentes de la república, a algunos de sus corifeos y a representantes populares panistas en su mayoría.

Ha confirmado lo que dijo durante 18 años el actual presidente de México, a quien jamás se le hizo caso cuando denunció el saqueo de Pemex y la entrega de recursos naturales a grupos de interés del extranjero, así como el uso de dinero sucio para financiar campañas electorales.

Gracias a esas informaciones aportadas es que el presiente Amlo se olvidó, al parecer, de su posición inicial de perdonar pero no olvidar hechos posiblemente constitutivos de delitos de varios expresidentes, “de Salinas para aca”. Ahora, sin duda, va una consulta cuyo trámite se llevará varios meses, acción con la cual el presidente quiere mantener “calientitos” a los electores para que no sufraguen por lo aquellos personajes representan: corrupción e impunidad.

¿ A dónde nos llevará ese trámite? ¿ Será inútil o provechoso ? Las preguntas son porque casi al final de la campaña y luego ya como presidente, López Obrador mandó un mensaje en pro de la estabilidad sobre el de la división. Dijo también en alguna ocasión que no ajustarían las cárceles para encerrar a los que se enriquecieron en forma escandalosa a su paso por los cargos públicos en el pasado reciente, dando así respuesta al clamor nacional. “Perdono, pero no olvido”, dijo entonces. Eso no es perdón auténtico, sino una maroma, consideré yo. O se perdona y se olvida o no se perdona.

Seguro que Amlo averiguó antecedentes en otros países acerca de ese tipo de políticas “olvidadizas”, y pudo analizar la realidad y los efectos que se lograrían con una acción de limpieza de las instituciones que incluyera la estancia de altos políticos en la cárcel. Debió medirle el agua a los camotes, como decimos los mexicanos cuando adoptamos medidas preventivas sobre alguna acción particular.

Me adelanto a la presunta encuesta nacional y casi aseguro que los mexicanos propondrían algún castigo a los expresidentes a fin de que quede un antecedente de la 4T, aunque no deje satisfechos a todos. Será como un coscorrón a un niño que no hizo la tarea. Pero Amlo quiere pasar a la historia como aquel presidente que oyó los reclamos de justicia y no le tembló la mano para aplicar la ley a antecesores suyos.

Amlo ha dicho que el poder abusó hasta el cansancio en esos 30 años de neoliberalismo rapaz que prohijó una clase empresarial muy adinerada, que significó la pérdida de activos como Telmex y el debilitamiento de la CFE. Clase política y clase empresarial fueron una misma cosa, es la pura verdad. Tan lo fue que muchos políticos de grandes ligas, priístas y panistas mayormente, son hoy empresarios multimillonarios. O lo que es lo mismo: se usó el gobierno para empobrecer más al país, derivándose la riqueza hacia grupos poderosos que contaron e incluyeron a políticos que no se contentaron con los puros moches sino con ser socios. Con el peñismo, esto fue el colmo. Sus más cercanos colaboradores junto con él terminaron siendo capitalistas dueños o accionistas de empresas. El último logro del grupo neoliberal: José Antonio Meade, fue nombrado nuevo consejero de HSBC.

Esa corrupción practicada en los gobiernos últimos, ha provocado indignación, impotencia y apatía en el cumplimiento de responsabilidades ciudadanas, por lo que ahora, Amlo abre una ventana donde hay un halo de justicia. Será muy difícil lograrlo pues el sistema elaboró leyes que dificultan sancionar a culpables y generalmente los ilícitos desde el poder no dejan huellas claras al alcance de juzgadores. Pero en el caso de que estos las descubriesen, ahí está la institución del Amparo, presta para tapar o hacer olvidar cualquier delito ( ya soltaron a Carlos Ancira, dueño de Altos Hornos de México gracias a un funcionario judicial corrupto) .

Me queda claro que López Obrador no meterá a la cárcel a ningún expresidente o alto funcionario del gobierno anterior. No porque no lo desee con el alma, sino porque tiene que flexibilizar sus convicciones respecto a la imparcialidad, acomodándolas a la justicia del perdón a fin de no poner en riesgo la estabilidad, como ya apunté. Tampoco se encerrará a su honradísimo hermano Pío. Pero inevitablemente, al perdonar y olvidar correrá el riesgo   de pagar un alto costo político para sí mismo y de su partido, es decir, que el perdón se tome como una forma más de impunidad o de que prevalezca el imperio de la ley del más fuerte. Ha de saber Amlo que si ese ajuste de cuentas no es real, ofenderá a las víctimas verdaderas de los saqueos, esto es a la mayoría de mexicanos.

La lucha contra la corrupción debe ser activa y extensa, muy responsable, tener consecuencias para quien o quienes hayan delinquido. Nos ha dañado muchísimo. Hemos perdido la confianza en nuestro sistema político – democrático, los ciudadanos se sienten extraños siendo parte de él cuando debieran ser el componente esencial de una relación fructífera.