«Me querían pagar menos cuando no traía a mi hija»: trabajadora doméstica

De los 53 años que tiene, Azucena lleva 45 trabajando como empleada doméstica. Ahora, con las manos repletas de callos y el rostro de arrugas, su condición es buena: cotiza en el seguro social, recibe vacaciones pagadas y, lo que la llena de más satisfacción, gracias a su trabajo, ha conseguido que su hija, de 22 años, estudie y no se dedique al mismo oficio que ella.

“Ahorita me la paso bien. Estoy con una familia que me tiene mucho respeto, hasta querida me siento: me pagan bien (aunque se niega a revelar su salario), me dan todo lo de ley. El trabajo es pesado, cada vez me canso más, pero no me puedo quejar. Ni una sola vez me han gritado, nunca me han tratado feo. Tengo suerte”.

Pero la historia de Azucena no siempre fue así. De hecho, explica que los 15 años que tiene al servicio de una familia en la colonia Lomas Circunvalación han sido el paraíso en comparación con su último empleo, donde pretendieron, por el mismo salario que le daban a ella, y sin ninguna prestación laboral, que su hija, entonces de siete años, también hiciera trabajo.

“Me decían: ‘Para que vaya aprendiendo’. Y dizque para darle libretas y mochilas para la escuela, querían que trapeara y barriera y limpiara el cuarto de las niñas. Y hasta me querían pagar menos cuando la niña no venía”.

Esa fue la forma en la que Azucena comenzó en el servicio doméstico: ayudando a su madre a cambio de la comida.

“Vivíamos en Villa de Álvarez. Los patrones no eran gente mala, pero creían que las hijas de las sirvientas éramos también sirvientas. A mí me mandaban al nixtamal, y a mi mamá a hacer tortillas; mi mamá hacía la comida y yo la llevaba. Y al último, ya que comían todos, también me daban de comer a mí. Nunca me dejaron ir a la escuela”.

Azucena dice que ha tenido patrones que han pretendido obtener sexo de ella, como si fuera parte de sus obligaciones, pero que se salió a tiempo de esos hogares y no llegó a sufrir ninguna agresión.

“Vieras qué feo se siente cuando se te acercan así, con ganas de hacerte cosas… Por eso dejé de llevar a mis hijos al trabajo, aunque me dijeran que me daban chance”.

Hasta que encontró a sus patrones actuales, con los que mantiene una cordial relación laboral (no vive en casa de ellos), su vida era complicada, pues nunca había tenido prestaciones laborales.

Gracias a su trabajo y al de su esposo, la familia de Azucena tiene casa propia, y dos de sus tres hijos tienen estudios profesionales (un arquitecto, una abogada), mientras que el menor es técnico laboratorista y se prepara para ingresar a la universidad.

“Pero es pura suerte. Pura chiripada. Pocas de las trabajadoras como yo vivimos así”.

Por ejemplo, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) refiere que millones de niñas, niños y adolescentes trabajan en el servicio doméstico prácticamente sin mejoras en su condición pese a que los países adherentes a los pactos de OIT, entre ellos México, reconocieron la importancia de enfrentar el problema.

Según la OIT, particularmente en América Latina, se sigue continuando con la explotación de niñas y niños, bajo la excusa de que son “protegidos” de formas distintas de abandono, o de la pobreza.

En un documento hecho público con motivo del Día Internacional de la Trabajadora del Hogar, que se conmemora el 30 marzo, millones de niñas en edad de asistir a la escuela siguen teniendo que priorizar su trabajo en hogares ajenos en lugar de estudiar, en la mayoría de los casos a cambio de solo la comida, una cama, y en el mejor de los casos los útiles escolares para poder estudiar lo básico.

Este documento agrega que niñas y niños sometidos a trabajo doméstico están expuestos a ser acosados sexualmente o ser víctimas de violencia en sus distintas manifestaciones.

“Preparación de vida”

De acuerdo con la OIT, las sociedades latinoamericanas en general siguen amparando todavía en muchos estratos que el servicio doméstico infantil o adolescente es una especie de “extensión cultural” de las obligaciones de las niñas en su “preparación” de vida como mujeres.

“Esa supuesta preparación adecuada para su futuro se suele dar en condiciones que vulneran los derechos de las niñas, con una carga de marginación, racismo y exclusión social. La situación es peor cuanto más pobre es la zona, lo que dificulta más todavía el reconocimiento y el abordaje del problema”.

La OIT pide que este 30 de marzo se atienda el tema de las trabajadoras del hogar, con énfasis en la problemática de niñas, niños y adolescentes que se ven en la obligación de trabajar en servicio doméstico, ayudando a hacer visible un problema que en muchas sociedades se mantiene aparentemente invisible.

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