La cultura no sólo son las bellas artes: A. Mac Gregor

“La cultura se da a partir de configuraciones identitarias, de ahí que la gestión cultural dependa de la sociedad en la que se desarrolla y no de modelos que se han impuesto históricamente. Es decir, a partir de la cultura podemos configurar propuestas, caminos, veredas para poder aspirar a ser cada vez más lo que somos y no aspirar a ser como otros”, dijo José Antonio Mac Gregor Campuzano durante su conferencia “Gestión cultural y desarrollo”.

José Antonio Mac Gregor compartió con las y los asistentes al primer “Diplomado en gestión cultural y desarrollo de las artes” organizado por el Instituto Universitario de Bellas Artes (IUBA) y la coordinación general de Extensión de la Universidad de Colima, reflexiones sobre qué es la cultura, la gestión cultural y su desarrollo.

Mac Gregor Campuzano, profesor investigador de la Universidad Autónoma de Querétaro, lamentó que la cultura en los países iberoamericanos se restrinja a las bellas artes, las cuales “muchas veces se restringen a eventos, a momentos sin carga simbólica; muchas veces la acción cultural se limita a la realización de eventos fragmentados, desestructurados, efímeros, desconectados, incapaces de generar procesos sociales para la transformación”.

Y es que, para el investigador, la cultura tiene que ver con la memoria, la herencia social de lo humano que cambia constantemente, la cual nace, crece, se desarrolla, florece, decae y muere también, para dar paso a otras formas de cultura. México, dijo es un país rico en diversidad cultural, “está entre los primeros cuatro con especies endémicas vivas y entre los cuatro países con mayor número de idiomas y lenguas originarias vivas; ésa es una gran noticia, la mala es que miles de especies endémicas vivas se encuentran en peligro de desaparecer y decenas de las 68 lenguas originarias vivas están en peligro de extinción”.

La riqueza cultural del país, comentó, “está expuesta a las relaciones de poder, de subordinación. No basta con el poder económico financiero, político o el control social, es necesario el poder sobre la cultura, porque ella incide realmente en la transformación de las personas. Aunque el mexicano se siente orgulloso de sus raíces, de su origen prehispánico, que han dado lugar a prodigios arquitectónicos, la realidad es que el mexicano no ayuda a su preservación”.

Por ejemplo, cuestionó, “si México es rico en lenguas originarias, ¿por qué la sociedad es incapaz de incorporar los idiomas originarios a la sociedad? La razón es: ¿por qué le voy a enseñar a mis hijos una lengua que nadie escucha, un idioma que le va a generar problemas de rechazo, de exclusión, de humillación, de discriminación? Nos sentimos orgullosos de nuestras raíces, pero las comunidades viven en las peores condiciones de pobreza. Esas comunidades, por su cuenta, han resistido para que nosotros después digamos qué orgullo ser y estar entre los cuatro países con mayor diversidad de riqueza cultural”.

Lo que se busca ahora, dijo, es que la cultura sea un signo de pertenencia, de sentido y orgullo. En este tenor, preguntó qué sentido tienen las pirámides, el acueducto de Querétaro, si sólo son piedras; “lo que les da sentido a estas ruinas es cuando el humano se planta frente a ellas y comienza a conocer la historia de cómo se construyeron. El momento en que esas piedras nos generan orgullo, identidad, sentido, en ese momento la vida cultural se activa”.

“No es lo mismo –continúo- un vestido tradicional en un maniquí, que en esos chicos que lo portan; no es lo mismo un libro en una biblioteca que el libro que alguien está disfrutando, porque tuvo la oportunidad de tener un maestro, una maestra. Muchas veces lo que creemos que hay que hacer es darle libros a la gente, ¿por qué?, porque los libros nos permiten conocer mejor el mundo. Pero qué sentido tiene cuando no saben leer y escribir; entonces, hay que activar el ecosistema completo, porque necesitamos intervenir de manera incluyente para poder realizar lecturas adecuadas de contexto, porque necesitamos entender que lo que les pasa a unos, les afecta a todos en este sentido de interdependencia”.

La gestión cultural que se busca, dijo el ponente, “es una que esté configurada como praxis, como proceso educativo, y el arte que vamos a impulsar o el enfoque de arte que buscamos es el que tiene una finalidad estética o comunicativa, porque los humanos necesitamos lenguajes para contar, pero sólo se puede contar cuando hay otro que escucha, con la libertad de que cada persona decida ser, sin que por ello tenga que ser excluida”.

Es cierto, dijo por último, “que nos encontramos en un sistema donde hacen falta recursos, y que muchos de ellos provienen de las instituciones culturales de los gobiernos, de las universidades, de las asociaciones civiles, pero habría que cuestionarse: ‘¿qué puedo hacer yo desde mi trinchera, con mis posibilidades, mis limitaciones y entusiasmo, para mejorar e impulsar el desarrollo cultural en el territorio en que vivo?’”