Por momentos, el partido pareció un clásico, un encuentro entre dos equipos que se odian y que luchan por imponer la jerarquía histórica que a lo largo de los años han ganado con títulos y grandes nombres del futbol mexicano; pero sólo por momentos. Los momentos que duró la inspiración de Arce y Sambueza, los momentos en los que no prevalecieron las malas decisiones en ataque de Arroyo, por el lado azulcrema, y Reyna, por los rojiblancos.
En un duelo intenso, incluso frenético en algunos momentos, el América evidenció que, pese a dominar la tabla de posiciones con mucha autoridad, le sigue faltando un punto de eficiencia frente a la portería, y dejó que Chivas se fuera con la portería a cero; y Chivas apuntó mejoras en las maneras defensivas, mayor coordinación al momento de replegarse, y el rato que le duró el combustible a Arce, demostró que no todo está perdido en la lucha por conservar la categoría de primera división.
Los primeros 45 minutos, Guadalajara supo ser dominado sin padecer en exceso; se acorazó cerca de su área y resistió sin mayores sobresaltos los ataques comandados por Arroyo, tan voluntarioso como ineficiente al momento de dar el último servicio. Sin demasiadas noticias de Sambueza, el ecuatoriano acaparó balón por el lado izquierdo, hizo un par de destrozos en la defensa tapatía, pero nunca encontró la forma de pasar un balón decente a Oribe.
Reyna volvió a dejar pasar la oportunidad de cuajar un partido importante. Lució un par de gambetas, y falló lo indecible a balón parado.
Y tras un primer tiempo entretenido, con pinceladas de buen futbol de Arce y Carlos Gerardo Rodríguez, y del propio Arroyo y Oswaldo Martínez, el complemento dejó en claro que ni Chivas es tan malo como lo dicen los números, y que el América tampoco gana los partidos con el puro nombre. Sin mayores emociones que un disparo que repelió eficientemente el portero Antonio Rodríguez, las Chivas salieron fortalecidas con un empate ante el líder del campeonato. Este clásico no dio para más.
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