Instituciones baluarte

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Por: Rubén Pérez Anguiano*

Algunas instituciones deben seguir a pesar de lo que ocurra en la sociedad, es decir, de lo bueno o lo malo, sean discusiones del momento, crisis económicas, predominios partidistas, deterioros políticos o sacudidas ideológicas. Se trata de instituciones-baluarte que están hechas para resistir y mantener la estructura social.

Las instituciones-baluarte permiten que muchos aspectos dignos de preservarse sigan, pero no es sencillo, están sujetas a los sitios y asaltos de poderes circunstanciales que quisieran borrar toda resistencia.

Las crisis de una sociedad, de hecho, pueden anticiparse por los ataques que tales instituciones reciben. Cuando los ataques empeoran se sabe que vendrá alguna expresión de autoritarismo o un intento hacia aquellas regiones donde domina la intolerancia.

Por eso las instituciones baluarte deben seguir, pues de otra forma se destruye todo, incluso las oportunidades para que el orden pueda recobrarse cuando pase la tormenta.

Instituciones de ese tipo son las universidades. Para ellas se construyó el concepto de autonomía, que significa que los fines de las altas instituciones educativas deben ser ajenos a la circunstancia política del momento.

El concepto de la autonomía en nuestro país se diseñó nada menos que frente a la fuerza de los gobiernos posteriores a la Revolución Mexicana, con toda su carga ideológica y pragmática. El camino fue duro y de hecho corrió sangre, sobre todo de jóvenes, pues la autonomía original (la de la Universidad Nacional) fue sostenida por jóvenes.

Con el tiempo el concepto de autonomía se extendió a otras instituciones. Algunas de tales autonomías se consideran exitosas, otras no tanto.

El caso de la Universidad de Colima es un caso de autonomía exitoso. Es una universidad con altos niveles de calidad, con una infraestructura sólida, con un funcionamiento estable, con buenos referentes frente al resto de las instituciones públicas de educación superior.

El rector actual es muy joven, pero posee solidez en lo académico, una trayectoria de muchos años en el duro ascenso universitario y algunas cualidades políticas importantes: sabe sostener buenas relaciones con los representantes de las instituciones que le rodean, tanto en lo federal como en lo estatal, pero también levanta la voz cuando es necesario, como lo demostró frente a la crisis financiera de los últimos meses de la administración estatal anterior.

En el reciente informe expresó algunas de los resultados de su gestión durante 2023. Para él, la universidad es la institución más importante para la formación de ciudadanía a través de la educación, la investigación y la extensión. Habló también de tres compromisos: garantizar el acceso a los estudios de educación media superior y superior (este año la universidad registró 9,500 estudiantes de nuevo ingreso); la buena formación de los profesionistas que la sociedad requiere (entre otras cosas es lo que define como “pertinencia”) y seguir contribuyendo al cuidado de la economía familiar (manteniendo el monto de las cuotas de inscripción, por ejemplo). También se refirió a la capacidad de incidir en la transformación social mediante la investigación.

Lo cierto es que el rector se consolida como un líder institucional dotado de legitimidad y la Universidad de Colima se expresa, cada vez con más claridad, como una institución baluarte. Habrá que seguir fortaleciéndola. La sociedad colimense la necesita.

 

*Rubén Pérez Anguiano, colimense de 55 años, fue secretario de Cultura, Desarrollo Social y General de Gobierno en cuatro administraciones estatales. Ganó certámenes nacionales de oratoria, artículo de fondo, ensayo y fue Mención Honorífica del Premio Nacional de la Juventud en 1987. Tiene publicaciones antológicas de literatura policiaca y letras colimenses, así como un libro de aforismos.