Narco sociedades
Por: Carlos Ramiro Vargas
Se ha vuelto común hasta la indiferencia más absoluta, leer en las secciones policiacas en los periódicos estatales o de la región, cómo casi no hay día en el que no sean detenidos por las fuerzas del orden en todos nuestros municipios, los más disímbolos consumidores de drogas entre blandas y duras, de las que circulan incrementándose año con año como los picadores y expendios para su venta, a ojos vistos por los cuicos y la población, mientras que los responsables de su trasiego, venta y distribución, los peces gordos que en medio de una feroz guerra entre e intra cárteles, rara vez son alcanzados por la mano de una justicia tan cuestionada y tan corrompida como ha sido la nuestra.
Hasta ahora es un hecho que el Estado mexicano bajo las dos sucesivas presidencias panistas, carece de una concepción integral para generar soluciones a tan lacerante problema, que en el caso de Colima sitúa a nuestro estado como uno de los 5 primeros en el consumo de drogas sintéticas, particularmente esa aberración conocida como “foco”.
Todavía la semana anterior, el embajador yanqui en México reconocía como nunca había sucedido en la relación entre los dos países, que es responsabilidad de los Estados Unidos el disparo del problema del narcotráfico en nuestra nación.
Precisamente por la elevada demanda de los consumidores gringos que requieren de la producción azteca, y así sostener la existencia de sus mercados underground y las multimillonarias ganancias en dólares que ello implica, para las organizaciones delictivas que los controlan.Nada más burdo entonces que seguir criminalizando a los consumidores de drogas de a pie, ante la pasividad total de “nuestros” diputados estatales o federales, cuando la complejidad del asunto no da lugar para simplezas, como las fáciles declaraciones de políticos oportunistas clamando por su legalización, así nomás, o la fuerte inclinación a enfatizar la vía represiva o policiaca y militar, sin mayores análisis antropológicos y sociales, como ha dejado constancia la estrategia implantada por el presidente Felipe Calderón.
Sobre todo cuando la genealogía de la producción masiva de drogas en México es un punto sobre él que los responsables de su combate, y raramente los periodistas, no dicen casi nada, incluyendo al embajador mencionado, aspecto relevante a considerar, si queremos empezar a tener un debate más profundo y políticas más adecuadas al respecto.
Es por ello que resulta pertinente recordar cómo al empezar la 2ª guerra mundial, Hitler ordenó cerrar a occidente el suministro de goma de opio originado en Turquía, Marruecos y Afganistán, pues sus tropas requerían la materia prima necesaria para atender a los heridos en los distintos frentes de batalla.
Al mismo tiempo, el presidente Roosevelt, clausurados los proveedores tradicionales del medio oriente, decidió buscar otras opciones para sembrar la adormidera, y miró no hacia Canadá sino hacia México, a sabiendas de que la corrupción y docilidad de sus políticos “revolucionarios” hacia las exigencias del imperio del norte, facilitaría resolver el problema de su abastecimiento.
No se equivocó y a partir de esos años el llamado “triángulo dorado”, formado por la convergencia entre Chihuahua, Durango y Sinaloa, fue el espacio negociado secretamente entre los dos gobiernos, para dicho fin.
Roosevelt firmó un convenio con su colega mexicano, el generalote Manuel Ávila, con el objetivo de sembrar amapola y mariguana empleando curiosamente agricultores de origen chino.
Es a partir de allí y desde hace casi siete décadas, que la violencia irrumpe en el occidente mexicano hasta llegar al actual cuadro casi fuera de control, por el que estamos atravesando.
En el caso específico de Sinaloa, -cuyo más importante cártel se dice que es el dominante en el estratégico puerto de Manzanillo-, el gobernador Rodolfo T. Loaiza, intentó acotar con mano dura el naciente negocio, pero tanto a su jefe judicial y después a él mismo, los tapizaron a balazos en pleno carnaval de Mazatlán, en 1942.
