En Volandas

Alternativa

Por: Rubén Carrillo Ruiz

Un abrazo hegemónico de la guerra fría. Como generación no me tocó el desenlace de la revolución cubana. Soy deudor anímico e ideológico de ese gran proceso combativo, que imaginó la figura del hombre nuevo (y la mujer, para quienes, sin brújula, ponen en boga el ímpetu foxista del género, pues desconocen tiempo, sinergia y etimologías españolas), sobre todo porque varios países se me cruzaron en la adolescencia: Argentina, Uruguay y Perú. Cuba, por supuesto.

El exilio de notables sudamericanos en los años setenta renovó la cultura nacional y, en particular, de Colima. Es un episodio contado escasamente. Lo experimentamos quienes fuimos alumnos del Centro de Educación Artística en la época convulsa para América latina. Tania Libertad, el grupo teatral El galpón (quizá el más antiguo del continente), directores fílmicos nacionales, música francesa. Un profesor cosmopolita, inolvidable, nos formó: Miguel Ángel Cuervo, cubano. Posiblemente él puso en su tocadiscos, por primera vez en el país, a Silvio Rodríguez. Las tres o cuatro veces que vino a Colima, episodio importante sin registro. No lo sé de cierto, pero José Coyazo, Noé Guerra y Jaime Velasco deben tener registros más saludables que mi memoria episódica.

Cuba siempre estuvo en Colima. Por eso, el abrazo de Raúl Castro y Barack Obama significa para muchos de nosotros, un descongelamiento de relaciones incomprensibles, pues su literatura, música, oposiciones, las comprendemos. La culpa de la morosidad imperial la asumió este presidente demócrata. Todo respetable. Por supuesto. Sin embargo, tampoco creo en el fin de las ideologías, como otro erudito melancólico pronosticó. La idea radica en vivir en tiempo, es decir, cómo solucionar cuando a uno le corresponde lo justo, moral.

Como a mí me quedan huecas, guangas, las ideologías, seguiré escuchando, leyendo, viendo (y espero que los gerundios no sean conquista imperialista) los acontecimientos. La razón histórica tiene un lado. Y como generación pertenezco a la contribución ambiental del mundo: enfriamiento definitivo de la rémora ideológica del siglo anterior. La historia está absuelta.

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