El valor de la universidad pública

El valor de la universidad pública

Juan Carlos Yáñez Velazco

En 2005 se celebró en Barcelona la “Second International Conference on Higher Education”, auspiciada por la red internacional de instituciones de enseñanza superior, conocida por sus siglas en inglés como GUNI (Global University Network for Innovation).

Sus recomendaciones resaltaron, entre otros aspectos, el valor social de la educación superior, su definición como derecho y el papel ineludible de los gobiernos en su financiamiento.

En la misma reunión de GUNI se realizó un encuentro de premios Nobel que acordaron una serie de conclusiones conectadas con aquellas, que deben ser ponderadas en la justa dimensión del valor intelectual y social de quienes las signaron. Los resultados de la conferencia y del encuentro de los notables constituyen una firme postura respecto al presente y futuro de la enseñanza superior.

En momentos en que se avecinan tiempos sombríos por las amenazas financieras que se ciernen sobre las universidades, conviene repasar aquellos acuerdos, especialmente en un contexto como el nuestro donde los recursos no alcanzan para educación pero sí aumentan para pagar los compromisos de la deuda y los costos de la guerra contra el crimen organizado. Veamos algunas conclusiones.

-La educación superior es un bien público que debe llegar a todos. En ese sentido, las instituciones de educación superior, independientemente del origen de sus recursos, cumplen una función pública que debe gestionarse con autonomía política respecto a los estados y autonomía financiera respecto a las empresas.

-Los fines de la educación superior son antagónicos a la búsqueda del lucro o beneficios económicos directos de la actividad. Debe proveerse sobre la base de la igualdad y negarse a cualquier forma de discriminación, especialmente comercial o financiera.

-Como servicio público la docencia y la investigación deben ejercerse con libertad pero al servicio de la sociedad.

-El futuro de la educación superior depende en buena medida de los alumnos, por lo cual es imprescindible el diálogo entre las universidades y los niveles escolares previos.

-La educación superior debe transformar a los estudiantes en ciudadanos.

-Conforme a lo dispuesto en el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos son los méritos el criterio  para acceder a la educación superior. A mi juicio, es el único punto cuestionable, pues las investigaciones sociológicas son prolijas en demostrar que los rendimientos escolares están condicionados por el medio social de los estudiantes, lo cual, misteriosamente, conduce a los jóvenes de las capas medias y altas a tener mayores probabilidades de ingresar a las universidades, no porque dichos segmentos sean más inteligentes o más disciplinados.

-Las instituciones de enseñanza superior deben desempeñar un rol crucial frente a la problemática social, no pueden aislarse de sus entornos ni enfrascarse en sus propias necesidades.

-Las universidades deben ejercer un papel de vigilancia crítica sobre la sociedad, los problemas del mundo y sobre sí misma.

-Se niega el carácter de mercancía de la educación superior, en un mundo dividido y pauperizado.

Sólo una visión de ese tipo, convencida del valor de la educación, generará los factores para mejorar el funcionamiento de la instituciones, su capacidad de incidir en la transformación social  y las condiciones que permitan a los jóvenes su acceso a ellas, sin tener como handicap la lotería perversa que les hizo nacer en un barrio pobre de una ciudad miseria y no en los barrios electrificados de las metrópolis. (jcyanez.jc@gmail.com)

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