El aleteo de una pequeña mariposa

Devenir Humana

Por: Psic. Rubi Graciano Hernández

Apostar por una crianza que promueva el desarrollo igualitario de hombres y mujeres para garantizar una sociedad próspera implica la consideración de las pautas de crianza feministas.

Hoy en día es inevitable considerar la palabra feminista pues el concepto como sus prácticas han permeado en casi todas las esferas de la actividad humana. Sin embargo, el feminismo no implica despliegues de técnicas, metodologías o recetas, sino que posee una serie puntos críticos que permiten ver la realidad con otros ojos logrando así nuevas pautas de acción.

La crianza feminista no es diferente, pero vale reconocer que es un concepto abstracto, que elegimos llevar a cabo aquellas mujeres que nos asumimos feministas. ¿Qué lo hace diferente? Bueno, de entrada, parte del cuestionamiento y toma como herramienta el diálogo horizontal.

La crianza feminista busca erradicar las creencias de antaño que sostienen estereotipos sobre lo que es ser hombre o ser mujer en esta vida. Eso significa entonces cuestionar los roles sociales, evitar dar por hecho que las mujeres somos mejores cuidadoras, que los hombres no tienen sentimientos o que son inmunes a las emociones. Implica también por otro lado, mirar con otros ojos a todas las instituciones sociales para igualmente cuestionarlas, por ejemplo, la maternidad. En la crianza feminista cabe la pregunta: ¿solo las mujeres ejercemos crianza? O quizá la pregunta ¿las madres todo lo podemos y en el camino, llevamos siempre una sonrisa?

Específicamente en el tema de la maternidad, la crianza feminista opta por criar a las infancias bajo el reconocimiento de sus derechos, con el acceso a la información que su nivel de desarrollo pueda asimilar, siempre buscando el acompañamiento de adultos que mantengan vigilados sus propios y naturales sesgos de pensamiento. En la crianza feminista buscamos educar en libertad para elegir ser y estar en un mundo más igualitario. En el ámbito social, las madres feministas buscamos el criar en colectivo bajo el reconocimiento de lo agotadora que puede ser la labor. Sabemos que tejer redes puede salvar el día, sabemos que algunos días estaremos agotadas o de mal humor y será necesario tener apoyo. Sabemos por ejemplo que quizá algún día no estaremos dispuestas para el cuento nocturno o el juego vespertino y eso no nos vuelve malas madres, saberlo nos da incluso la oportunidad de enseñar a nuestras crías a reconocer y gestionar sus emociones, por ejemplo, que los niños sepan que entristecerse no los hace vulnerables y que las niñas encuentren ahí la oportunidad de expresar su enojo como lo más natural del mundo.

Alejandra Collado, madre, feminista y divulgadora en la columna La cadera de Eva, sugiere importante considerar lo siguiente para ejercer la crianza feminista: mirar al pasado para reconocer lo que nos hubiera gustado saber o hacer en nuestra infancia, aceptar que no somos unas super poderosas, inculcar el respeto como estilo de vida, evitar infantilizar a la niñez y por supuesto, criar en tribu.

Si somos capaces de cuestionar los mandatos de maternidad y nuestras propias formas de ejercerla, quizá podemos sembrar pequeños cambios para lograr lo que mi maestro Everardo Pérez de Santiago, profesor de la Especialidad de Género y Educación de la UPN Zacatecas nos decía: el aleteo de una pequeña mariposa puede provocar todo un huracán al otro lado del mundo.

Definitivamente la crianza feminista esa esa pequeña mariposa que aletea sutilmente para garantizar una sociedad próspera.