Congresistas: más escándalo que representación

EL ARCÓN DE HIPATIA
Por: Saraí AGUILAR ARRIOZOLA

Mientras las mujeres más poderosas del país usan la máxima tribuna política para despotricar de la vida personal, otras sufren por la falta de representación ante las autoridades y purgan condenas en juicios sin perspectiva de género.

Tal es el caso de las senadoras Rocío Abreu de Morena y Lilly Téllez del PAN, quienes en día pasados se viralizaron por protagonizar un escándalo en el Senado y las redes. Tras haber recibido acusaciones y dichos referentes a su vida personal de boca de Abreu, la senadora panista arremetió contra la doctora Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del presidente.

Y mientras en las instancias legislativas de la paridad y diversidad las mujeres usan su poder para desacreditar a otras mujeres, Alina Mariel Narciso, una policía de Tijuana, fue condenada a 45 años de prisión por matar en defensa propia a su expareja, también agente, y quien la agredía.

La sentencia ha provocado molestia entre los habitantes de Tijuana, pues al hombre, que en autopsia reveló estar bajo el influjo de sustancias como la cocaína, le levantaron incluso una placa en su honor.

Alina Narciso, originaria de Córdoba, Veracruz, deberá además pagar una multa de casi medio millón de pesos en Tijuana. Los eventos tomaron lugar en 2019 cuando él trataba de asfixiarla y ella se defendió.
Alina y su familia ahora evidencian cómo la justicia no tiene perspectiva de género. La terapeuta de la agente dio fe de que presentaba claras evidencias de ansiedad, angustia y violencia física, psicológica y emocional por parte de su pareja. Además señaló cómo vivía atemorizada por la relación con Rodrigo, quien la amenazaba a ella y a su familia, además de abusar sexualmente. Pero nada de eso fue suficiente para evitar el fallo en su contra. Ni siquiera el testimonio de amigos en común de la pareja que corroboraron el maltrato.

Y es así que las mujeres vemos cómo aquellas que llegaron por medio de cuotas y acciones afirmativas al Congreso desperdician la oportunidad y se sirven del poder sin responder a las representadas. Pues el caso de las senadoras, lastimosamente, no es el único donde una posición es desperdiciada.

Está el caso de la diputada María Clemente García, que llegó a San Lázaro por la vía plurinominal por las cuotas de diversidad al ser mujer trans, y quien no ha cesado de polemizar en las redes con contenido de índole sexual alegando que se trata de su cuerpo y de que es trabajadora sexual (cosa que ha sido señalada como falsa por parte de una pareja de ella), diciendo no ser la SEP para educar a nadie.

Y mientras, tres transfeminicidios ocurrieron en esa semana, lo que para ella no parece ser relevante. Lo que le importa es discutir en redes con quien se molesta por su material.

Y pues si bien Lilly Téllez puede decir que no es feminista o Rocío Abreu alegar que hay que tener la cola corta y no la lengua larga, y María Clemente García defender la autonomía de su cuerpo, nosotras –las ciudadanas– podemos alegar que son nuestros espacios de representación los que ocupan, al margen de sus posiciones personales. Y como tal, no nos espanta lo que dicen o publican, sino su falta de compromiso con los cargos que ostentan. Que por cierto, nada baratos nos salen.

 

 

Columna publicada con la autorización de Saraí AGUILAR ARRIOZOLA