AMLO ARRIBA; MORENA, LA DUDA

TAREA PÚBLICA

Por: Carlos OROZCO GALEANA

Si una encuesta realizada por El Financiero publicada el 13 de marzo pasado registrara el mismo nivel de reprobación que ofrecieron los ciudadanos urbanos en sus respuestas, respecto a otros sectores como el suburbano y rural, estaríamos hablando casi de una catástrofe para el Movimiento Morena que sorpresivamente se hizo del poder presidencial.

Y es que ese estudio, hecho por vía telefónica, no consideró la opinión de votantes partidarios del presidente ubicados en las zonas pobres del país. Los datos de El Financiero indicarían que Morena está perdiendo fuelle en las clases medias, desanimadas quizás de haberle entregado su voto al tabasqueño y, en forma masiva, a gente inédita que no ha dado el lustre debido a la 4T en los congresos federal y estatales.

Morena, según aquel estudio, ha bajado en las preferencias ciudadanas. Capta apenas el 18 por ciento de las preferencias de los electores, “15 puntos menos que en enero pasado, cuando registró 33 por ciento, y 28 puntos menos que el nivel máximo de apoyo tenido durante los primeros meses del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, de 46 por ciento”.

El reporte apuntó que los ciudadanos desertores de Morena no han trasladado su apoyo a ninguno de los otros partidos políticos y que “más bien se han volcado a las filas de quienes no votarían por ninguno o están indecisos, los cuales suman 59 por ciento. La proporción de electores que no apoyan a ningún partido o que están indecisos creció de poco más de 30 por ciento en los primeros meses del gobierno de López Obrador, a poco más de 40 por ciento en la segunda mitad de 2019 y, a 57 y 59 por ciento en febrero y marzo de este año”. Ese abandono frente a Morena indica que los ciudadanos están procesando las formas en que el régimen está gobernando y tiene dudas acerca de los resultados que pudiera obtener respecto a los ofrecimientos electorales pues, por ejemplo, la lucha contra la corrupción es de discurso, la economía ha empeorado, en la atención de la crisis sanitaria hay dudas por el creciente número de contagios y muertes y Pemex está de capa caída pues aparte de sus daños económicos ha sufrido por falta de cuidado más de 400 muertes de trabajadores pro coronavirus.

Además, esa lejanía de los partidos es sintomática del escepticismo que causan todos los partidos por no cubrir las expectativas que ofrecen. Morena es una gran tribu que no aprendió la lección dada sin querer por el Prd, que se extinguió prácticamente por no haber sabido resolver intereses variopintos a su interior, por no generar credibilidad en su trabajo y en sus propuestas y por hacerse bolas en la transmisión del poder por las ambiciones de sus tribus.

Se deduce así que Morena obtendría hoy alrededor de 44 por ciento de la votación, probablemente ante un alto abstencionismo. Por su parte, el PAN obtendría alrededor de 24 por ciento y el PRI alrededor de 20 por ciento. Si estas valoraciones que arroja el ejercicio fueran muy precisas, estaríamos ante un escenario sumamente competitivo en la elección del 2021, donde los electores podrían ofrecer una gran sorpresa. Esa brecha entre Morena y esos dos partidos irá disminuyendo, y falta lo que digan el PT y el Verde.

Lo anterior arrojaría, quizás, una elección federal en donde Morena reduciría drásticamente su número de diputados y senadores, dificultándosele a López Obrador la gobernabilidad y principalmente el avance de las obras y las reformas que pudiera impulsar. Lo importante es que se garantice la pluralidad y las decisiones más convenientes para el desarrollo nacional. A como están las cosas, conviene al país el equilibrio de poderes en el Congreso de la Unión. Que el pastel del poder se reparta, es para bien.

Mención aparte es lo ocurrido en los congresos locales, donde los representantes de Morena han exhibido sumisión ante los gobernadores ajenos a su corriente y han preferido las mieles presupuestales a ejercer con dignidad su encargo. Este comportamiento podría ser su Waterloo para esa fuerza en el 2021 en algunos estados.

Esa baja en las preferencias pegaría en la línea de flotación de Morena frente a su apetito de ganar un buen número de gubernaturas. Y aunque Amlo está fuerte en el ánimo popular, poco abajo del 50 por ciento de aceptación, nada garantiza que ante la crisis del covid puedan percibir los ciudadanos que las cosas no se hicieron correctamente porque ya van más de 20 mil muertos por coronavirus.   Además, dicen sus opuestos, él “no estará en las boletas, se quedará con las ganas”.

En tanto, nuestro presidente ya se alborotó y se metió al ring electoral, un área en la que no podría intervenir pues existen instancias como el Tribunal Electoral del Poder Judicial e la Federación, el INE o la Fiscalía para Delitos Electorales.

Amlo se muestra desesperado ante la baja de Morena, que podría incidir en pérdida de distritos electorales en el 2021, que le quitaría a esa fuerza política el control presupuestal en el Congreso y con ello la seguridad de que seguirían adelante las obras insignias de la actual administración federal. Casi nada.