ROGELIO GUEDEA

El lugar de la Universidad de Colima

Por: Rogelio Guedea

Como en el futbol, lo que importan son los resultados. Nos podrán decir que el entrenador es suizo y con veinte años de experiencia. O que tenemos los mejores jugadores de Brasil y Argentina.

Incluso que los zapatos de los jugadores son marca Nike. Todo eso es elogiable, pero si al final el equipo pierde –así sea por un gol de diferencia-, entonces todo lo anterior se reduce inmediatamente a polvo. Refiero esto porque algunos articulistas de periódicos locales que han defendido la labor realizada por el rector Aguayo López, lo primero que han dicho irresponsablemente –y sin ninguna veracidad- es que gracias a él (al rector Aguayo López) nuestra universidad es una de las diez mejores universidades del país –algunos han sido más osados y han afirmado que es una de las tres mejores-.

Yo no quisiera contradecirlos –no lo quisiera, de verdad- pero me temo que no tengo otra opción, sobre todo porque es importante que la sociedad tenga datos objetivos, sin autocomplacencias, que puedan ser de utilidad para formarse un juicio lo más cercano a la realidad.

Además, considero importante ofrecer información veraz porque estoy seguro que esto ayudará a que el rector Aguayo López y su equipo de colaboradores redoblen esfuerzos para conseguir el beneficio que nuestra alma máter y toda su comunidad universitaria se merece, aún cuando

el rector Aguayo López tenga que dejar –aunque sea por un tiempo considerable- de poner su empeño en un ya por demás cuestionado Sorteo Loro, en la plantación de arbolitos, en el negocio restaurantero y ahora en su sueño (del rector, claro) de ocupar una Secretaría de Estado, que –debo decirlo una vez más– son proyectos que avergüenzan a una institución como nuestra máxima casa de estudios, sobre todo cuando no se han resuelto prioridades académicas ni se ha logrado el desarrollo y fortalecimiento institucional que el rector Aguayo López, a través de sus escribas, tanto

pregona.

Digo esto porque la Secretaría de Educación Pública y la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) convocan cada año al Premio SEP-ANUIES al Desarrollo y Fortalecimiento Institucional con el fin de fomentar que las instituciones de educación

superior (IES) ofrezcan servicios educativos de buena calidad para formar profesionistas, especialistas y profesores-investigadores capaces de aplicar, transmitir y generar conocimientos, académicamente pertinentes y socialmente relevantes en las distintas áreas y disciplinas.

Bien, pues desde el 2004 que se dio la primera convocatoria resulta que nuestra

universidad de clase mundial –hoy universidad sin fronteras- no ha conseguido este premio, que sí, en cambio, han recibido la Universidad Autónoma de Aguascalientes, la Universidad Iberoamericana, el Instituto Tecnológico de La Laguna, la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la Universidad Autónoma de Yucatán, la Universidad de Sonora, el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Ecatepec, la Universidad Autónoma de Baja California, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, y este año le fueron entregadas a la Universidad de Guanajuato, a la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla y al Instituto Tecnológico de Celaya.

En esta pléyade de universidades no aparece por ningún lado nuestra máxima casa de estudios, y eso que, según los datos oficiales de la convocatoria de 2005, nuestra Universidad fue una de las 22 aspirantes a este premio que tiene como propósito hacer un reconocimiento a las instituciones de educación superior que realizan los mayores esfuerzos para su desarrollo y fortalecimiento institucional.

Pero nuestra universidad perdió. Por si esto no fuera suficiente –que tendría que serlo-, hay que decir que al menos tres empresas han publicado desde hace varios años rankings universitarios a nivel nacional, entre ellas los periódicos Reforma y El Universal, así como la revista Selecciones de Reader’s Digest. Mientras los periódicos Reforma y El Universal cubren sólo un número determinado de zonas geográficas, es la Guía Universitaria de Selecciones de Reader’s Digest, que nuestra universidad también toma como referencia, la única que puede considerarse realmente nacional pues lleva a cabo entrevistas en las 32 entidades del país.

Para el ranking universitario de 2009 realizó 9,289 entrevistas que cubrieron a profesores, alumnos, ex alumnos y directores de recursos humanos. La diez mejores universidades del país de 2009 fueron la UNAM, el ITESM, el Instituto Politécnico Nacional, la Universidad Iberoamericana, el ITAM, la Universidad de Anáhuac, la Universidad del Valle de México, la Universidad Autónoma Metropolitana, la Universidad de Guadalajara y la Universidad Autónoma de Nuevo León. Desafortunadamente, nuestra máxima casa de estudios tampoco resultó entre las diez mejores. Por si esto fuera insuficiente, en el Top Latino América 2009 del Ranking Web de Universidades del Mundo, que la Universidad de Colima tiene a bien consultar también, la Universidad de

Colima, que según el rector Aguayo López es una universidad de clase mundial y sin fronteras, aparece ubicada por esta encuestadora a nivel mundial en el lugar 1437 y no está a nivel nacional ni siquiera entre las diez primeras.

Lo peor de todo es que –según me informa uno de sus colaboradores cercanísimos- el rector Aguayo López, por andar con la euforia de ser candidato a la Gubernatura, olvidó atender la convocatoria del Premio SEP-ANUIES 2009 que reconocerá a la institución de educación superior que en el periodo 2003-2008 haya logrado avances significativos en los valores de sus indicadores de calidad, entre los cuales se encuentran la capacidad académica, la competitividad académica y la gestión institucional -desafortunadamente no evalúan nada que tenga que ver con sorteos o plantación de arbolitos.

Espero que este dato sea inexacto y el rector Aguayo López sí haya presentado su propuesta, cuya convocatoria cerró el pasado 31 de marzo, porque de otra forma estaría dándole la espalda a todo el esfuerzo que día a día hacen los universitarios –entre los cuales me incluyo- para hacer de nuestra universidad, con resultados reales y sin argumentos justificatorios, ahora sí, una de las diez mejores del país.

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