REACTIVACIÓN

¿QUÉ VIENE?

Por Sean Osmin HAMUD RUIZ

En la lógica natural que nos da el primitivo instinto de supervivencia, ese que nos mueve a respirar inconscientemente, que nos obliga a dormir, que nos avisa del hambre y la sed, por supuesto que tenemos que planear y plantear una reactivación a la economía.

Claro que no es un secreto, los agobios de la falta de actividad en la realidad de la gran mayoría de las empresas, formales o informales; o de cualquier tamaño o giro, nos obligan a desear y presionar por que haya una manera de ir normalizándonos.

Y así, el gobierno federal lanzó su titubeante propuesta. Esa que publicaron, despublicaron, regresaron al diario oficial y terminaron diciendo que alcanzaba para ser una sugerencia a los estados y que cada entidad fuera tomando las medidas que consideraran prudentes.

Localmente, la administración municipal de la capital, adelantados imprudentemente, dieron a conocer su propuesta, sin sustento técnico, sin las consultas apropiadas y sin una determinación contundente.

Y así vamos. Pero el verdadero problema no está en la calendarización propuesta. Finalmente es justo eso, una idea.

El verdadero problema es que no estamos preparados para ello.

Antes de que esto de los planes de reactivación fueran noticia, la gente se seguía amontonando afuera de un banco o en un auto servicio. Muchos corriendo o trotando en la calle, paseando a su mascota, conviviendo en los jardines públicos.

Centros de consumo, formales e informales, que no cumplían con las reglas mínimas de sana distancia, uso de cubre bocas o guantes y demás protocolos ya muy difundidos por la autoridad en salud y que de cualquier forma contaban con clientela.

Familias o grupo de amigos organizando la tertulia o la carne asada, hasta con música en vivo y contando por horas la convivencia.

No. Seguimos sin idea de lo complejo que es esta enfermedad. No entendemos que se puede ser portador/transmisor sin tener un solo síntoma y no importa. Si no me siento enfermo, no tengo por qué guardarme. Estúpido e irresponsable razonamiento, incluida la idea de que todo es una mentira o una conspiración.

Repito, como sociedad, no importa la complejidad del calendario o la sofisticación del protocolo; no importa si la autoridad hace algún esfuerzo por supervisar o sancionar, simple y sencillamente NO ESTAMOS LISTOS, tristemente, angustiosamente.