PENUMBRA

¿QUÉ VIENE?

Por: SEAM OSMIN HAMUD RUIZ

Hacer un recuento de los hechos violentos de los últimos días es ponernos a recodar la desgracia que vivimos y no es agradable.

Escuchar al vocero de seguridad y a quien lo acompaña en esas ruedas de prensa vacuas, es un ejercicio que deprime mayormente, alejándose de lo que se supone su objetivo: dar información y certeza de que algo se está haciendo para corregir el rumbo. Triste atestiguamiento.

Participar de la desgracia de esas familias que pierden miembros como consecuencia de los multicitados daños colaterales o de hechos tan inexplicables como el “levantón” con consecuencia mortal de dos menores, simplemente es espeluznante.

Seguimos expectantes de la prometida transformación, de la corrección y consecuencias del combate a la corrupción y del esparcimiento general del bienestar, eslogan de esta administración.

Pero la vida sigue y cualquiera de nosotros tiene que continuar acudiendo al trabajo, los niños a la escuela y cualquiera a sus actividades cotidianas; intentando que nos afecte este entorno lo menos posible, pues seguir funcionando es un consuelo, una distracción a la estresante circunstancia que pretende atrapar las ilusiones de una vida sencilla.

Y en ese sentido debemos ser empáticos. Seguramente hay personas que este nivel de estrés les obnubila, les distrae, les paraliza.

Lo anterior hace que prefieran enfocar su atención en actividades que, a los ojos de los espectadores, parecieran inconexas o ilógicas.

Así pues, viajar fuera del estado, apoyar causas distintas a la encomienda peleada, inclusive invitar a fuereños a la casa, aunque ésta esté hecha un tiradero, podemos concluir que es una forma de mantener el equilibrio emocional.

Y eso se nota, si no, qué otra explicación podría tener el posar en una foto con este contexto en perfecto maquillaje, vaporoso y revelador vestido de coctel, sonrisa a flor de piel, bahía iluminada de fondo; aunque casi, casi se vea en la PENUMBRA.

MICROCUENTO

De fondo Puddles Pitty Party arrastra con su profunda voz una muy peculiar versión de “Dancing Queen”. El bourbon anega el paladar y el olfato en ese trago de medio vaso. Su pensamiento viaja en un pastoso ambiente de melancolía. No deja de desear. No se permite dejar ir. La razón repite y repite, pero se niega a escuchar. La ley implacable hizo lo suyo y dolió. Los empaques irremediablemente perdieron al osito Bimbo.