OBAMA: DECALOGO PARA UN GABINETE   (Los incondicionales, en los gobiernos,  poco  o nada ayudan)

TAREA PUBLICA
Por: CARLOS OROZCO GALEANA

Digo de entrada que soy uno más de los millones de admiradores de la forma de gobernar que empleó el expresidente Barack Obama. Su liderazgo, de corte diplomático, le permitió generar cambios muy importantes en la Unión Americana sin lastimar los valores de los norteamericanos y si, en cambio, impulsándolos. Digamos que su política fue suave, armoniosa y efectiva.

Obama ejerció la diplomacia en forma tal que sus maniobras pasaron casi inadvertidas para un público que se embelesaba con la exhibición de la sólida estructura familiar que proyectaba entre los ciudadanos. Mostró  estar al frente de una familia unida, progresista y respetuosa de los demás.  No  le mareó el poder, y es así que a su salida no recibió más que aplausos.

Y ese reconocimiento social hacia Obama, no es más que la belleza que uno puede tener en forma palpable. Es la belleza que se muestra traducida en aceptación espiritual; es caminar por la calle y sentir las miradas amables de cualquier persona y ser saludado sin rencor, es dormir con la conciencia tranquila sabiendo que al amanecer nos acompañará nuevamente la satisfacción de los deberes cumplidos. Es andar por todos lados sin guaruras. La sencillez y la honradez  son la clave para una historia personal positiva.

Barack Obama dejó para la posteridad diez lecciones sencillas sobre  liderazgo:

-Ser amable y sé servicial.

-Aspirar a hacer del mundo un lugar mejor.

-Confiar en tu propia voz.

-Rodearse de mujeres, de personas diversas y con distintas perspectivas.

-Rodearse de gente mucho más inteligente que tú, que haga las preguntas correctas y dé las respuestas correctas.

-Escuchar y construir confianza.

-Identificar el poder en las otras personas y potenciarlo, así crecerá y se desarrollará.

-Asumir que no se puede ser experto en todo.

-Asumir que no hay soluciones 100% perfectas, pero tomar decisiones con base en información y confianza, para que puedas decir: “No puedo garantizar que esté tomando la respuesta correcta, pero puedo garantizar que he analizado y he revisado toda la información disponible”.

-Se es tan bueno ( en el ejercicio del poder) como el equipo que construyes.

La conjugación de ese bagaje de experiencias acumuladas por Obama en su trayectoria hacia el poder y su ejercicio, ha de servir para muchos dirigentes y autoridades en el mundo que se suben a un peldaño, se marean y desconocen a todos, a los que deben servir. Ni falta hace acudir a los grandes teóricos de la ética cuando con sencillez Obama plasmó ese decálogo para el buen servicio.

Me gustaron las diez recomendaciones  y  es razonable preferir unas sobre otras. Por ejemplo, la de rodearse el gobernante de gente más inteligente  que él, implica ya cierta ventaja; ocurrirá que esos discreparán a menudo de sus ideas y resoluciones. No serán aplaudidores ni pensarán ni actuarán igual  que él; no temerán perder el puesto si se oponen a sus planteamientos y proporcionan otras vías de solución. Será esa, la de rodearse de los mejores y no de los incondicionales,  una decisión que a la larga se traducirá en acuerdos favorables para las comunidades que se gobiernan. Obama repetía que en sus reuniones de trabajo, prefería a los discrepantes que a los condescendientes   (lambizcones), porque le permitía tomar acuerdos y decisiones mejores, más trabajadas, con mayores réditos políticos. Y desde luego, le gustaba tener en el gabinete a más mujeres que hombres “Tener a esa clase de personas en un  equipo de trabajo  es un error, que veo de manera muy frecuente. Es importante tener gente que difiera”.

Coincido con BO: escuchar y construir confianza, es una enseñanza valiosa.  Escuchar es gobernar. Escuchar es mandar un mensaje de excelencia:  que antes que el líder está el de enfrente; es disposición absoluta para atender y entender a los demás.  Escuchar tiene un especial sentido de prestar atención, de atender. Puede ser que oigamos, pero que no estemos escuchando. Escuchar implica un compromiso con el que nos habla.

Y al hablar de compromiso estamos ya en presencia de un componente de la democracia. Comprometerse es ir hasta el fondo en el conocimiento de una cuestión y ejercer las convicciones más profundas para llegar a una solución.  Y así se forma y se fomenta  el liderazgo.

“Ser un líder es identificar el poder en las otras personas y potenciarlo, dejarlo que crezca y se desarrolle. Ser un líder es tener agencia y empoderar a los demás”, dijo Obama. “Es importante entender que lo que importa no eres tú, sino la gente a la que sirves”.

“El liderazgo trata de enviar las señales correctas, de que se conozcan nuestros valores. Así la gente que comparte esos valores querrá acercarse con nosotros. Pero si sólo enviamos mensajes negativos, de que somos corruptos, de que somos ineficientes, de que no nos importa solucionar los problemas de los demás, entonces no lograremos hacer que la gente correcta se acerque a nosotros”, dijo una vez  en California.

El que tenga ojos que lea. . . . .