Los sismos en Colima: Siglo XVI

Segunda parte de tres.

Por Raymundo Padilla Lozoya*

Hasta ahora he identificado a través de la bibliografía histórica acerca de Colima, que el sismo más documentado y mejor descrito del siglo XVI es el percibido en el año de 1585.

Así coinciden Brust: “Temblor” (Manzanillo, su historia, toponimia, política, sociedad y cultura, 1993, 99) y Oseguera en dos de sus libros «Se registraron fuertes temblores» (Tecomán, ejemplo de desarrollo regional, 1972, 80) y “Terremoto y erupción del Volcán, cuyas cenizas produjeron obscuridad durante largo tiempo, cubrieron los campos y ocasionaron la muerte de ganado» (Colima en panorama, 1967, 305). Estas fuentes bibliográficas mencionan solamente el año de 1585. Lo cual despierta varias dudas. ¿En qué fecha precisa ocurrió el temblor? ¿Fueron varios temblores? ¿Ocurrió un terremoto o una erupción volcánica? ¿Sucedieron dos eventos distintos en el mismo año? ¿Qué aporta la evidencia histórica?

Por fortuna, hasta hoy, una fuente histórica aporta algunas luces interesantes.

El historiador Juan Carlos Reyes, en su obra (La antigua provincia de Colima, siglos XVI al XVIII, 1995, 142) identificó que el cronista Fray Antonio Tello narró que en esta región costera: «A los diez de enero del año de 1585 hubo un gran terremoto y se llenó toda la tierra de ceniza que despidió el volcán de Tzapotlán, con cuyas sombras se oscureció el sol; y corrió más de cuarenta leguas llenándose los campos de ella, en tanta manera que cubría el pasto como cuando nieva mucho…» (En Crónica miscelánea de la sancta provincia de Xalisco por… Libro Segundo, vol. III, 1985, 180 y 260-261).

La misma cita que hace Reyes, continúa en la crónica de Tello con lo siguiente: “y fue ocasión de que muriese mucho ganado” (Crónica miscelánea de la sancta provincia de Xalisco, libro Segundo, volumen III, 1984, 180).

De esta sencilla referencia se pueden hacer diversas reflexiones:

Está completa la fecha del suceso: 10 de enero de 1585

Juan Carlos Reyes relaciona el suceso con la región costera y Tello no menciona literalmente a Colima. Incluso se refiere al “volcán de Tzapotlán”, hoy Ciudad Guzmán, en Jalisco.

Textualmente Tello dice que “hubo un gran terremoto” y se lee que además hubo actividad eruptiva, lo cual complejiza el caso. No descartemos que pudiera tratarse solamente de actividad eruptiva, pero que por su intensidad, sonoridad, vibraciones y espectacularidad, produjo la percepción de que se trataba de un terremoto.

Más que describir un “terremoto”, se lee en la crónica de Tello la descripción de las características propias de una erupción muy intensa del volcán hoy de Colima, pues literalmente narró “se llenó toda la tierra de ceniza que despidió el volcán […] con cuyas sombras se oscureció el sol; y corrió más de cuarenta leguas llenándose los campos de ella, en tanta manera que cubría el pasto como cuando nieva mucho».

Sin duda la caída de ceniza en abundancia es clave para descartar un terremoto y adjudicar este suceso a la actividad eruptiva. Consideremos que la longitud de una legua es la distancia que se recorre caminando a pie o a caballo en una hora. Es obvio que el recorrido de la legua también depende del tipo de terreno que se transita, pues no es lo mismo recorrer a pie un día en terreno montañoso que en una planicie. Por estos problemas los ingleses optaron por ajustar la legua a 15.840 pies. De tal manera que con base en Tello, las cuarenta leguas de ceniza equivaldrían a multiplicar 40 por 15.840 pies, resultando 633,000 pies. Un pie equivale a 30.48 centímetros. Y multiplicando 30.48 centímetros por 633,000 pies, el resultado es 19, 293, 840 centímetros, que divididos entre 100,000 centímetros que contiene un kilómetro, dan por resultado aproximadamente 192 kilómetros. Como dato, hay 198 kilómetros de distancia entre Colima y Guadalajara.

Sin embargo, según una tabla publicada por Wikipedia (ni modo, a veces sirve Wikipedia) “Las leguas, divididas en veinte mil pies, que equivalen a 5.572,7 metros, eran las utilizadas para medir los caminos de España” (http://es.wikipedia.org/wiki/Legua). Fray Antonio Tello, nativo o avecindado en Guadalajara, probablemente usó el sistema español, no el inglés. Por lo tanto, si se multiplican 5,572 metros por 40 leguas, el resultado es 222,880 metros, que divididos entre 1000 de un kilómetro, dan por resultado 222 kilómetros de ceniza. Otro dato, entre Colima y Manzanillo, la distancia es de 105 kilómetros.

Tello no precisa la hora del suceso, altitud de la columna de ceniza, ni dirección que tomó por el viento, ni el radio que abarcó la caída de ceniza en las 40 leguas, ni menciona las comunidades afectadas que pudieran también servir como referente geográfico.

El historiador Juan Carlos Reyes agrega que: “Esa ocasión, sin embargo, al matar los pastizales la catástrofe afectó más a la ganadería que a la agricultura; y seguramente algo a los huertos frutales. Pero habiendo sucedido en enero su impacto fue menor, e inclusive benéfico pues al llegar las lluvias la tierra se vería beneficiada con el efecto fertilizador de la ceniza» (La antigua provincia de Colima, siglos XVI al XVIII, 1995, 142). Por la lectura infiero que este párrafo es una suposición de Reyes, pues no aporta más fuentes históricas que corroboren la muerte de los pastizales, afectación a la ganadería, agricultura y a los huertos frutales. La cita de Tello literalmente señala que la ceniza “cubría el pasto como cuando nieva mucho”, no que mató los pastizales, como deduce Reyes. Incluso es debatible si por caer ceniza en enero “su impacto fue menor, e inclusive benéfico pues al llegar las lluvias la tierra se vería beneficiada con el efecto fertilizador de la ceniza», como lo señala Reyes. Probablemente estas consideraciones parezcan minucias, o quizá existan errores en la transcripción que se hizo del libro de Tello a la edición citada, pero cada palabra o frase puede determinar un cambio en lo sucedido.

Por cuestión de espacio y cálculo impreciso, tuve que dividir este texto en una tercera parte, que será publicada la siguiente semana.

 

* Licenciado en Letras y Periodismo, maestro en Historia y doctorante en Antropología en el CIESAS DF. Integrante de la Sociedad Colimense de Estudios Históricos.

Urgencias: raypadillalozoya@hotmail.com y raypadillalozoya@gmail.com

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