Las tensiones se extienden en las zonas tibetanas de China

Las autoridades chinas reconocieron hoy la muerte de un manifestante en las zonas tibetanas de la provincia de Sichuan (sudoeste), virtualmente cortadas de toda comunicación con el mundo exterior, en un marco de tensiones crecientes.

Los enfrentamientos, los más graves desde 2008 en la región, llevaron al gobierno tibetano en el exilio en India a pedir a la comunidad internacional que intervenga para «impedir un nuevo baño de sangre».

Sichuan, provincia próxima de la Región Autónoma de Tibet, cuenta con una importante población de etnia tibetana, que desde el lunes ha protagonizado manifestaciones reprimidas con violencia, con un número de víctimas que varía de acuerdo a las fuentes.

Esa provincia también ha sido el escenario de la mayoría de las 16 inmolaciones o tentativas de inmolación con fuego por parte de monjes budistas tibetanos desde marzo de 2011 en protesta contra la represión a la libertad religiosa.

Ya a inicios de la semana, folletos que circulaban por la región afirmaban que nuevamente tibetanos de Sichuan estaban listos a inmolarse. El lunes, las fuerzas de seguridad hicieron disparos contra manifestantes «desarmados» y dejaron por lo menos seis muertos en las proximidades del monasterio de Drakgo, en el municipio de Ganzi, según exiliados tibetanos y organismos no gubernamentales.

Posteriormente, Pekín confirmó la existencia de una víctima fatal, un manifestante al que mató la policía, y mencionó que un grupo atacó a los agentes policiales con piedras. El martes los problemas continuaron: la policía china mató a entre dos y cinco tibetanos en el mismo municipio, según informaron la organización no gubernamental Free Tibet y la radio estadunidense Radio Free Asia.

La agencia Nueva China (Xinhua) confirmó el miércoles que la policía había matado a un «provocador» el día anterior, cuando manifestantes tibetanos trataron de invadir una comisaría. «La policía se vio obligada a abrir fuego, matando un provocador e hiriendo a otro», informó la agencia.

Xinhua mencionó declaraciones de un oficial de policía, quien contó que los manifestantes habían atacado la comisaría de Changguan, en la ciudad de Seda, con «botellones de gas, cuchillos y piedras». «También abrieron fuego contra nosotros y por eso tenemos catorce policías heridos», dijo la misma fuente. La policía efectuó disparos después del fracaso de sus llamados a la calma.

Hoy era extremadamente difícil entrar en contacto con habitantes de Ganzi. En Seda, hasta las autoridades locales y la policía estaban fuera de contacto. El lunes y martes, la AFP había logrado contactar a los monjes del monasterio de Drakgo, pero el miércoles la comunicación con ese lugar era imposible.

Los teléfonos de la policía y de la municipalidad en Luhuo sonaban constantemente ocupados, así como los de todos los hoteles y restaurantes del distrito vecino de Dafu, sugiriendo que todas las comunicaciones telefónicas fueron cortadas.

El gobierno de Pekín afirma garantizar a los tibetanos la libertad de su religión y sus prácticas culturales. China sostiene que «liberó pacíficamente» Tíbet en 1951 y mejoró la vida de los tibetanos con fondos para el desarrollo económico de esta región pobre y aislada.

El régimen comunista también denuncia al Dalai Lama, líder espiritual de los tibetanos, como un dirigente «separatista». El primer ministro del gobierno tibetano en el exilio, Lobsang Sangay, pidió que la comunidad internacional tome asuntos en el asunto.

La comunidad internacional no puede «permanecer pasiva» y es «hora de que intervenga para impedir un nuevo baño de sangre», declaró el dirigente en un comunicado.

Con información  de AFP

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