Las campañas electorales

En palabras Llanes
Por: Alberto LLANES

Lo que tanto criticó Morena es en lo que está cayendo y ha caído; hace un año todavía no eran tiempos electorales «aunque en realidad esto lo han hecho durante todo este terrible sexenio» y ya sabíamos de antemano que Claudia iba a ser la candidata para las elecciones presidenciales de 2024, como bien lo confirman los tantos y tantos anuncios comerciales que hay por todas partes.

La verdad es que desde el arranque del gobierno transformador que más pareciera nos está destransformando, el presidente no ha hecho más que estar en constante campaña, para que la sociedad se convenza de que Claudia es la solución. Y van a decir que tengo algo en contra del Movimiento de Regeneración Nacional y no, la verdad es que ni les aplaudo ni les menosprecio punto.

Contrario a ello, la oposición, timorata debo decirlo, también se ha colgado de las mismas artimañas que Morena y ha lanzado a sus candidatos a un puesto de elección popular en todos los medios de comunicación masiva, inundándolos «hay que decirlo también» y, viéndolo así, pues no hay ni a cuál partido o candidato irle. Sabemos que hay partidos como el Verde Ecologista que se mueven conforme quien tiene el poder dicta, ordena y manda; es decir, en mi generación, la obligación era sacar al PRI de los pinos y se logró, gracias a la unión entre el Verde Ecologista y al Partido Acción Nacional con Vicente Fox al mando, lamentablemente Fox perdió el control de sí mismo al llegar a la silla del águila y lo demás es lo de menos. El partido Verde Ecologista ha hecho alianzas con el PRI y, ahora, con Morena.

Al partido Acción Nacional le alcanzó para un sexenio más y, luego, vuelta a la realidad, aunque la realidad nos llegó demasiado temprano y en el mismo sexenio de Fox, con Fox y lamentando haber votado por él; en fin «la cruda realidad realmente nos llegó a semanas que Fox tomara posesión y se diera a conocer el asunto de unas costosísimas toallas de baño, en fin, así nuestra política en México, charra». Luego de doce años en donde no pasó absolutamente nada, salvo que la violencia se recrudeciera, las desapariciones y asesinatos alcanzaran su máximo histórico, regresó el bendito PRI a los pinos con un bufón, que no sabía, en plena Feria Internacional del Libro de Guadalajara si sí era el candidato a la presidencia de nuestro país o no; bueno, no sabía ni siquiera, que el libro La silla del águila lo había escrito en realidad Carlos Fuentes y no Enrique Krauze como se atrevió a decir. Esto por allá del dos mil once, si mal no tengo el dato.

El sexenio de Peña Nieta, bueno, pues ya lo sabemos, si no, podemos buscar las pifias más icónicas de Peña en algunos videos en YouTube y pasar horas, horas y horas de sano esparcimiento, ese fue el regreso del PRI a los pinos «los dinosaurios con una piel diferente o juvenil convertidos en crías de cocodrilo», lo que sirvió para que Morena, partido surgido el 2 de octubre de 2011 «desde ahí podemos ver que Morena, con su candidato único se la ha pasado en campaña forever and ever», le alcanzaran las canicas y quedarse, por fin y después de tantos intentos de parte de Andrés Manuel de ser el presidente de este bendito y hermoso país, a llegar a la añorada Silla Presidencial. A decir del mismo Andrés, será recordado por ser el mejor presidente desde tiempos inmemoriales; otra vez, en fin… sobre esto último cada uno tendrá su opinión; por mi parte, yo dudo mucho que sea recordado por ser el mejor, pero, bueno.

Andrés no ha hecho más que permanecer en completa campaña todo el tiempo, desde que se cambió de partido político y se fue al PRD, porque hemos de recordar y de saber, por si estas generaciones que tanto idolatran al ídolo de cerámica que es el presidente Andrés Manuel López Obrador no lo saben, que él era de origen priista y fundó, junto con Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez, Heberto Castillo, Gilberto Rincón Gallardo, Amalia García, entre otros «pura gente de izquierda de cepa y de sepa la bola también»; el partido del sol, el la democracia verdadera, aquél que lleva por slogan: “democracia ya, patria para todos”, sí, el PRD. Conocido en el argot popular como el Perderé…

Luego de algunos intentos por llegar a ser presidente por el PRD, Andrés decidió fundar su propio partido: Morena y, como que ya le sabe y le halla rebién a eso de andar fundando partidos, «a ver con qué nos sorprende ahora que termine su sexenio con tal de seguir y quedarse en el poder ad infinitum» y con este sí, ahí lo tenemos, ostentando la bandera presidencial con toda su envergadura y no, para nada es grosería, para nada.

Sin embargo, no son tiempos, todavía, para andar promocionándose y ya los candidatos y muchas candidatas también están ahí, infestando las redes sociales «lo único libre para poder decir y expresar lo que uno ve y siente» y, bueno, otros medios de comunicación masiva tradicionales como la radio y la televisión; esa televisión que cada vez menos gente se pone a ver y qué bueno, es para nuestro bien.

Los candidatos y, repito, muchas candidatas ya están empezando a gastar miles, qué digo miles, millones de pesos en campañas y junto con ello, empiezan a hartar a la gente de que con ellos sí viene el cambio verdadero, la nueva esperanza para este país y todas esas bonitas y trilladas frases que yo he estado escuchando desde que era niño con la campaña política de Miguel de la Madrid que la recuerdo muy en el limbo; la de Salinas de Gortari que tengo mucho más, aunque ya no tanto, fresca y; por supuesto, la campaña de Vicente Fox donde pude, por primera vez, ejercer mi derecho al voto y bueno, a qué costo lo hice, en fin.

En México no necesitamos más partidos políticos ni que estos gasten miles y miles de millones de pesos en campañas políticas que, como dice Juan Domingo Argüelles, no hacen más que hartar al público y no tienen ningún beneficio salvo el gasto del dinero y la contaminación ambiental, visual y sonora que generan entre el público; lo que se necesita en este país es que haya menos corrupción, menos impunidad, más gente buena y con ganas de querer salir adelante haciendo cosas positivas y no dándole en la madre y padre al prójimo.

El país no necesita tantos candidatos a un puesto de elección popular, sino que todos seamos honestos, pero honestos de verdad, no con la honestidad con que se maneja Andrés Manuel y su séquito de sátrapas que no han hecho más que lo han estado criticando, abastecerse ellos y el pueblo que se joda, como siempre, como desde que uno lee por vez primera la novela de Mariano Azuela titulada Los de abajo, y nos damos cuenta de que estamos igual, igualito que en esos tiempos y esperemos no ir para peor. Tampoco necesitamos a la nueva generación de fosfofosfos, que se ve que traen dos neuronas en el cerebro y una es huevona y la otra está de fiesta y parece que nada más se la llevan y gastan el tiempo es trivialidades o en utilizar un par de zapatos de un color fluorescente para que puedan resaltar porque sus personalidades de tan grises, no se ven.

Es difícil en un sexenio cambiar todo lo que se ha hecho mal durante décadas, Andrés empezó a hacer algo diferente, eso ya es algo, pero todos tenemos que sumarnos, que poner nuestro gran grano de arena, aunque, veo, con tristeza y mucha preocupación, que a estas generaciones esto les vale un soberano cacahuate, quiere decir que estemos también y para no variar, educando mal a quienes serán o ya lo son, el futuro de este país.

La buena o mala gobernanza de una persona radica en la teoría del carrito de las compras del súper: la teoría describe una acción que todos realizamos con el famoso carrito que usamos para colocar nuestros productos en un supermercado. Ese artefacto que las cadenas de supermercados colocan de manera gratuita y muy conveniente para que, nosotros los consumidores, podamos transportar nuestras compras ahí. El texto original relata que al terminar nuestras compras nos llevamos el carrito hasta el estacionamiento donde hemos colocado nuestro coche. Descargamos todas las bolsas en el interior y, posteriormente, tenemos dos opciones que nacen de un acto de total libertad:

La primera: devolver el carrito donde lo tomaste y recorrer el camino de regreso. Aunque eso implique tomar más tiempo y energía para lograrlo.

O bien: dejarlo ahí, a la deriva, abandonado en el inmenso estacionamiento de la tienda.

Estas dos acciones son completamente válidas, ambas son una opción viable para todos los consumidores que acuden al supermercado. La primera opción; en la que devuelves el carrito hasta la entrada no tiene ninguna recompensa y no hay premio o felicitación por tu acto. La segunda opción; en la que dejas el carrito donde te plazca tampoco genera un castigo, no hay reprimenda y nadie te llamará la atención. Estas dos opciones reflejan una capacidad humana que todos tenemos llamada: «auto gobernanza». El acto de regresar el carrito a su lugar es un acto de compromiso social que demuestra el grado en el que un individuo entiende su rol dentro de una comunidad. Nadie está obligado a regresarlo, nadie es multado ni premiado, no existe un «policía de carritos» vigilando que la devolución se cumpla. El acto de la devolución es meramente el libre albedrío actuando en nuestro interior.

El gran problema es que existen demasiados carritos sin devolver y así, así está nuestro país en todas las clases sociales y en los diferentes estratos y niveles económicos. De pensarse, sí y mucho. Cada uno y cada una queremos llevar agua nada más a nuestro molino. Eso se nota, terriblemente, cada seis años, con este discurso obsoleto de quienes irán por un puesto de elección popular, ojalá que, como bien dicen en la toma de protesta, algún día, el pueblo se los demande.